Lo que sí sería es una producción de “Ifisa”, o lo que a su
propietario y co-guionista, Ignacio F. Iquino le gustaba llamar “Una Iquinada”,
esta vez en co-producción con México, y por ello que contemos con el
protagonismo de la estrella Mexicana Valentín Trujillo, muy dado a este tipo de
filmes.
Basada en la novela del mismo título de un tal José Luis
Martín Vigil, que también sería co-guionista junto a Iquino, Enrique Escobar y
Juliana San José (¡Cuatro guionistas para esta ponzoña!), la película se estrenó en cines de barrio de
Madrid, Barcelona y Valencia a finales de los años setenta y en México no lo
hizo hasta 1983, donde se estrenó con el
título de “Muchachos de Barrio” y que en su edición videográfica luce una
carátula que nada tiene que ver con la original. En ella tunean todo para que
parezca una película más del tan popular “Cine Narco”. Ni una sola de las
imágenes ha sido extraída del film.
Es una absoluta mamarrachada, con tantos saltos temporales y flashbacks, metidos ahí con tal torpeza, que no nos enteramos del argumento hasta que lo consultamos en alguna página especializada. Así pues, según el genial blog de "¡No hija, no!" esta es la sinopsis: “Un joven obrero conoce a una rica heredera y, ante el embarazo de esta, contra la opinión de la familia de ella; la situación es insostenible y la chica se marcha de casa. Los problemas económicos les llevan a homosexual, la tía aparece violada y estrangulada y todo parece indicar al joven como autor.”
Es una absoluta mamarrachada, con tantos saltos temporales y flashbacks, metidos ahí con tal torpeza, que no nos enteramos del argumento hasta que lo consultamos en alguna página especializada. Así pues, según el genial blog de "¡No hija, no!" esta es la sinopsis: “Un joven obrero conoce a una rica heredera y, ante el embarazo de esta, contra la opinión de la familia de ella; la situación es insostenible y la chica se marcha de casa. Los problemas económicos les llevan a homosexual, la tía aparece violada y estrangulada y todo parece indicar al joven como autor.”
No, no es que los señores de “¡No hija, no!” sean retrasados
mentales, es que se han limitado a copiar la sinopsis tal cual está escrita en
la carátula de su edición videográfica española, y así nos lo advierten en su
comentario, para nuestro descanso.
Bien, pues la película trata de un muchacho de extrarradio
que, aunque en sus ratos libres se folla a una puta que es hermana de un clon
de “El Pirri”, se enamora de una señorita de barrio alto. Claro que eso la
familia de la chica no lo ve bien, por lo que el muchacho, al que ya de por sí
le gusta darse de hostias y andar por ahí metiéndose en líos, tendrá que acabar
delinquiendo para que ese amor sea
libre. Todo ello narrado desde la celda donde acaba nuestro protagonista, pues
le está contando los hechos a una abogada para que le defienda en el juicio.
Así está muy bien explicado, pero hay que hacer esfuerzos
para enterarse viendo la película. Mala hasta decir basta. Una de esas que, a pesar de estar filmadas con un ritmo endemoniado, no consiguen
entretenerte, máxime cuando todo es tan jodidamente chapucero. Claro, que eso
a Iquino le debía dar igual, puesto que a priori la película es lo
suficientemente atractiva como para sacarle beneficios en poco tiempo, que es
de lo que se trataba. Si lo consiguió o
no, lo desconozco.
Entre unas y otras escenas, contemplamos un erotismo de
baratillo, que debido a la mala calidad de la cinta que alguien ripeó, se
antoja sórdido y repugnante, más aún cuando todas estas escenas las interpreta
el amigo Valentín Trujillo y su estrabismo, junto a señoritas actrices de
firmes bustos e imposibles y poblados felpudos. Casualmente, al estar toda doblada y ambientada en España, no escuchamos el acento mexicano del protagonista jamás.
Trujillo protagonizó una película de similar corte, pero
infinitamente más entretenida, en su México natal que los distribuidores
españoles, para explotar el tirón del verdadero “Cine Quinqui”, decidieron titular
“El regreso de los perros callejeros” y que, obviamente, nada tenía que ver con
la saga de “El Torete”. A parte, Trujillo es toda una institución del cine de
acción y policiaco de su país.
Dirige un clásico, el argentino afincado en nuestro país
Leon Klimovsky, que cuanto más mayor se hacía, más chapucero era.
Una caquita de aquellas que mola ver, aunque no más de una
vez.