No es la primera vez que "El día después del juicio final" aparece por este blog. Ya lo hizo cuando nos dedicamos a analizar su particular caratula videoclubera hispánica. Entonces me extendí revelando algunos de los aspectos más curiosos de la película, aunque en aquel momento aún no la había consumido. Ahora sí (gracias de nuevo al gran Enorm). Así que perdónenme si ignoro un poco aquel "desvirgue" y me repito en la reseña que sigue, pero es que "El día después del juicio final" no solo es un producto cargadito de peculiaridades, encima resulta que no está ni tan mal.
Unos astronautas llegan a la tierra después de que haya sido sacudida por una guerra atómica que lo ha dejado todo patas parriba. Las calles andan infestadas de bandas y/o mutantes caníbales. Unos y otros se ceban con los escasos supervivientes. El astronauta más chanin de todos decide recorrer mundo y, de este modo, conoce a una moza recién huída de las zarpas del malvado y cruel cabecilla de uno de esos gangs tremebundos. Dispuesto a hacer justicia, planea un asalto a sus aposentos.
A "El día después del juicio final" se la conoce en su país de origen como "The aftermath". El título español es un obvio exploit del "melodrama nuclear" "El día después", que por entonces había pegado fuerte. Originalmente fue rodada el año 1978 (siete antes de "Defcon-4", film con el que comparte casi idéntica premisa), pero por problemas en la fase de post-producción no se estrenó hasta 1983, lo que debía de resultar muy marciano ya que toda ella apesta a setentismo.
"El día después del juicio final" es una auténtica "labor de amor". En serio. A diferencia de muchos títulos del estilo en aquel periodo, se nota confeccionada por peña que disfruta con el género, en este caso la ciencia ficción, peña como Forrest J. Ackerman, el famoso uber-coleccionista de cine fantástico y creador de la legendaria "Famous Monsters of Filmland", que se marca un notable papel secundario como dueño de un abandonado museo repleto de fósiles de dinosaurio, criaturas estas por las que sienten y sentían especial predilección todos esos peronajes crecidos cuando Ray Harryhausen dominaba las pantallas. Jim Danforth responde a ese patrón. Iniciado en el campo de las stop-motion, terminaría convertido en el responsable de efectos varios en algunos títulos bien gordos. Además de encargarse de un puñado de trucajes en "The aftermath", se marca un cameo como tercer astronauta. El tema de los dinosaurios se extiende incluso al adorno de un collar que lleva el prota y que regalará a un crío que se encuentra entre las ruinas.
Toda esa dedicación salpica también a los efectos especiales, sobre todo los de tipo galáctico y apocalíptico. Inevitablemente limitados por cuestiones presupuestiles, chorrean mucho encanto, sobre todo los maquetones, que son numerosos. Aún así, no resultan excesivamente caseros, manteniéndose a un nivel bien aceptable de verosimilitud. Y en este segmento incluyo también los de maquillaje, en especial esos mutantes caníbales tan graciosos y toscos y la inesperada y sorprendente ración de truculencia. Sí, queridos, "El día después del juicio final" es bastante generosa en cuanto a hemoglobina se refiere. No faltan las cabezas estallando, las extremidades amputadas y los chorreantes impactos de bala. Caramba, ¡si incluso matan niños!. ¿Qué más necesitan sus perturbadas mentes?.
¡Ojo!, no quiero decir con toda esta entusiasta perorata que sea fabulosa y perfecta. Ni de coña. A su modo se acerca mucho a la categoría de "mala pero divertida", solo que se queda más en el segundo término que el primero, aunque sea únicamente por el entusiasmo que desprenden sus fotogramas. Va tan follada narrativamente hablando, es tal su ritmo y velocidad, que en ocasiones parecen olvidarse de rellenar algunos huecos en el guión, o detallar más las acciones de sus personajes, incrustando en medio de la acción momentos más reposados que no aportan demasiado, ni entiendes por qué están ahí y por qué en ese justo instante. Tampoco van mancas las notorias escenas dramáticas y románticas, de tan pastelosas y sentimentaloides que uno no puede evitar echar una nada maliciosa risilla. Sobresale en este aspecto un diálogo entre los dos astronautas pretendidamente profundo y existencial, que es para mear y no echar gota. Si no me creen, ahí va un extracto: "Esto no es ningún secreto para mi. Hace tiempo que odias el mundo y yo se por qué. El mundo nos ha privado de sus encantos, tu y yo hemos visto cómo cambiaba todo lo hermoso de la vida. El plástico, ¡tu odiabas el plástico!. Y yo también. Eso es todo". Decir fascinante es quedarse muy corto.
Todo ello empaquetado con una pizpireta y rimbombante música muy de los años 50 que parece totalmente material de archivo (pero que funciona) y puntuado por un clímax inaudito con un giro francamente radical y nada previsible. Que sí, coña, que a mi me gustó. Me puse a ver "El día después del jucio final" dispuesto a aburrirme mortalmente con el típico subproducto setentero, desangelado e insulso, y lo que me encontré logró algo casi imposible para mi en estos tiempos descreídos que corren: Me entretuvo.
Todo ello es mérito de su director y absoluto protagonista, Steve Barkett, quien guarda(ba) un parecido más que notorio con Sam Rockwell. Es evidente que el colega comparte ambas tareas porque no se corta un pelo en presentarse a si mismo como el héroe resolutivo y valiente de la función (casi mejor digamos superhéroe, en algunos carteles aparece megamusculado, cosa esta nada representativa de lo que vemos en la peli), sobre todo al final, cuando armado con una escopeta y dos granadas arrasa con los malos, sin dejar uno de pie ni recibir un solo balazo a cambio. Realmente explosivo y espectacular. Steve Barkett terminaría actuando en películas del inevitable Fred Olen Ray (el Kevin Bacon de la serie Z) y volvería a dirigir unos años después una ignota película con ninjas, monstruos y satanistas (¡y Richard Harrison!) que daría gusto ver, "Empire of the dark".
Otra de las virtudes de nuestro astronauta protagonista es su imbatible "sex appeal". De hecho, no tarda nada en enamorar a la chica de la peli y tirársela, mostrándonos así sus notables encantos y añadiendo un ingrediente más a la ensalada (tetas, que vuelven a repetirse en una posterior y no tan placentera escena de casi-violación). Dichos senos no pertenecen a una cualquiera, son las mismas ubres que en más de una ocasión magreó y chupó el legendario y fallecido humorista Andy Kaufman. En serio, la portadora fue su pareja en los 70, Lynn Marguiles. Es decir, el papel que interpretaba Courtney Love en "Man on the moon". ¿Y qué hace la ex de "Tony Clifton" en una peli de ciencia ficción de tercera regional?, pues tal vez tenga algo que ver el hecho de que, a su vez, es hermana de Johnny Legend, auténtico personaje "cult", devoto del cine fantástico, amigo de Kaufman (y probablemente de Forrest Ackerman), a quien dirigió en un extraño producto parido en vídeo titulado "My Breakfast with Blassie", actor (lo has visto en "La novia de Re-Animator" y "2001 Maniacos") y músico de rock and roll, suya era la canción que aparecía al final de "Biohazard/Alien 3" dirigida por ¡¡San Fred Olen Ray!!, reseña esta en la que ya hablé de las bondades de Legend por si quieren ampliar información. El mundo de las pelis de género "low budget" es un pañuelo.
Pero es que no acaba aquí la cosa. Resulta que al jefe de los malos lo interpreta Sid Haig, quien volvería a encarnar un personaje muy parecido en otra epopeya post-nuclear de tirón cutre, "Warlords". ¿Y saben quién dirigía en aquella ocasión?, ¡sí, el RAY de Roma in person!.
Y como guinda del pastel, tenemos al mismísimo Dick Miller, musa de Roger Corman y Joe Dante (y que, no les quepa duda, también actuó para el omnipresente), poniendo voz a una grabación que escucha el protagonista. Jolín, si es que no se puede pedir más.
Con estos ingredientes, ¿cómo iba yo a dedicarle una reseña mala a "El día después del juicio final"?. Absolutamente imposible.