El dueño del parque de atracciones “Funland” muere en
extrañas circunstancias, por lo que su parque de atracciones pasa a ser
adquirido por algo así como una familia mafiosa. Se lían a hacer cambios en el
parque (cambios estos que el dueño del
parque no quería hacer) y deciden despedir al desequilibrado mental que ejerce de payaso-mascota en la
hamburguesería del parque, Bruce Burguer, que lleva trabajando en el este desde que abrió, y cuya
labor es prescindible, pero que permaneció en plantilla por solidaridad por
parte del dueño.
Cuando este se entera de su despido, decidirá vengarse, tomando,
literalmente, las armas.
La gracia de esta película reside en que, apuntando en todo
momento que la trama va a abordar el terror, al final no lo hace, pero se tira
toda la película con pinceladitas varias en lo que a fantástico se refiere y
con falsas pistas para que el espectador se crea eso. Sin ir más lejos, el
payaso protagonista, habla con el fantasma del dueño del parque, y como el
espectador puede verle, vemos que tiene un tiro en la cabeza, cosa esta que en
ningún momento se ha explicado en el argumento. Eso sería lo de menos, en todo
caso. Pues este señor muerto le da al payaso unas indicaciones de lo que tiene
que hacer para que el parque vuelva a la normalidad. En un alarde de
surrealismo, el payaso también puede hablar con Humphrey Bogart, que también le
aconsejará. Por otro lado, el payaso, comparte una segunda personalidad con su
marioneta, Peter Peperoni, una especie de salchicha grande que él mismo maneja
y que dice a todo el mundo, por boca de
el payaso, que los va a matar.
También es cierto que por sus distintos carteles, ya sean
los americanos o el español, parece que va
a tratarse de un thriller. Incluso en todos ellos vemos cierto tono agresivo.
Bien, pues ni es un thriller, ni hay agresividad alguna en lo concerniente a la
película.
Resumiendo, que al final la película, con un tono
telefilmico que tira de espaldas, sería una cosa extraña, medio comedia negra,
medio cualquier cosa que se desarrolla de una manera extraña, iniciando géneros
pero que, finalmente, no culmina con ninguno quedando, en el que la ve, una
sensación de tomadura de pelo un tanto
desasosegante.
Y el plano final es de lo más raro, porque este plano sería
la resolución a una película de terror… pero de terror en la peli, solo había
la intención inicial. Es muy difícil de explicar, mejor veanla y saquen sus
conclusiones.
Por supuesto, la peli es blanca, blanquísima… ni una gota de
sangre, ni una teta, nada de violencia… muy rara. Y por supuesto, es una mierda
de peli, pero se deja ver, porque está medio entretenida, y la perplejidad de
la que hace gala, impide que le demos al “fast fodward” o que la quitemos. Y
todo esto, no deja de tener su mérito.
El reparto está encabezado por William Windom, mítico
secundario de la era dorada de Hollywood que no hacía ascos a nada y al que
pudieron ver en “Matar a un ruiseñor” o en “Huída del planeta de los simios”,
David L. Lander, en sus inicios, uno de tantos imitadores de Jerry Lewis visto en “1941”, “Frenos rotos, coches locos”
o “Scary Movie”, Bruce Mahler, el mítico agente Fackler de “Loca academia de
policía” 1, 2, 3 y 6 y al que hemos visto también en “Viernes 13 part. IV” o en
“Con el arma a punto” o Robert Sacchi, el que interpreta a Humphrey Bogart, que
es absolutamente igual, exacto y que lo ha interpretado en cosas como “La
brigada del inspector Bogart”, en la serie “Sledge Hammer” o en “A lo loco y
con la cara del otro”.
En cuanto al director, además de “Sleepawey camp” II y III,
ha dirigido “Fast Food”, comedia para lucimiento del asqueroso de Jim Varney y
Tracy Lords. Por lo demás nada relevante. También ha producido alguna que otra
cosa.
Cuanto menos, es todo interesante.