“Come under my spell” es un pornete francamente divertido
que se adscribe a la sex comedy sin ningún temor.
Una película que, por un lado, se vanagloria de su racismo, y que, por otro, de pura ingenuidad acaba
siendo completamente amoral ya que, básicamente, lo que aquí se nos cuenta, es
como un individuo practica violaciones alegremente y sin consecuencias.
Dos estudiantes se hacen amigos. Uno de ellos es inmigrante
latino que le confiesa al caucásico que sus únicas relaciones sexuales han sido
con gallinas y ovejas. Durante un encuentro con dos jóvenes calientes y
pizpiretas, estas, por mera xenofobia, rechazan al latino acostándose las dos
con el joven blanco.
Consternado por el poco sexo que tiene su amigo, el chico
caucasico pasa por una librería y compra un libro que trata sobre la hipnosis
sexual y se lo regala a su amigo inmigrante. Este lo lee y se lo empolla.
Pronto le tendremos usando la hipnosis para follarse a tantas mujeres como se
le pongan por delante, cosa que su amigo americano también aprovechará.
Esta es la premisa que se usa para rodar todas las
combinaciones posibles entre estos dos y todo el casting femenino, ya sean
tríos, parejas, cuartetos o una orgía con mogollón de gente en una boda. Por no
dejar de haber combinaciones, hay hasta una divertida escena de masturbación; el
chico latino tiene una vagina de látex que usa mientras estudia las páginas de
un libro, para acto seguido ¡eyacular en el interior de una lata de Fanta de
naranja que se está bebiendo! El humor es una constante en este porno, así como
la guarrindonguería y la escatología ¿Qué ofrece nuevo? En el porno cosas
originales, como una escena de sexo con una chica con menstruación o, más
repugnante todavía, una escena de sexo con una chica afectada de herpes. En la
comedia ofrece chistes de lo más tontos acerca de follar con animales o la
nacionalidad de nuestro protagonista, Fernando Fortes, así como descuidos de
gran envergadura; en un momento del film la cámara se mueve siguiendo a uno de
nuestros protagonistas y podemos ver claramente al señor que sujeta la pértiga
sentado, mirando a cámara. Risas aseguradas.
Fernando Fortes resultó ser un actor accidental, pero le
echó ganas a los polvos y salió airoso. En realidad se trataba del director de fotografía habitual del director
Carlos Tobalina (Troy Benny es el nombre con el que se le acredita aquí) que
harto de filmar polvos le preguntó al director si podía salir follando en las
películas. Como no estaba demasiado mal dotado y respondía a los estímulos
eróticos, daba igual que fuera un actor nefasto; Tobalina comenzó a utilizarlo
como actor en sus películas llegando a compartir plano con el mismísimo John
Holmes. Así, rodó como actor hasta seis películas. Su filmografía tras las
cámaras es un poco más extensa.
Su compañero americano, Blair Harrys, con una pinta de
niñato universitario que asustaba, llegó a rodar más de 140 películas porno de
1976 a 1989. Del mogollón de películas en las cuales participó, llegó a
canturrear en “Private Moments” y dicen, que el personaje de Dirk Diggler que
interpretó Mark Wahlberg en “Boogie Nights” está inspirado en él.
Por otro lado, también aparece en algún film fuera del
porno, como pueda ser, por ejemplo “10, La mujer perfecta”.
Carlos Tobalina, director de esta excentricidad, sin embargo
tiene una historia interesante. Inmigrante Peruano, a mediados de los años 50
se establece en los EUA y se pone a trabajar en un concesionario y en una
emisora de radio de habla hispana. Esto le sirve para ahorrar y fundar así su
productora cinematográfica C. Tobalina productions. A finales de los 60 se
plantea seriamente el dedicarse a hacer cine para adultos consciente de que es
un nicho que le puede dejar un buen dinero. Fue medrando en la industria y
decidió convertirse en exhibidor, abriendo su propia sala de cine X donde
además estrenaría sus propias películas. A esta sala le llamó Mayan Theather.
Ganó dinero, abrió más salas, y en los setenta tuvo los pertinentes problemas
con las autoridades competentes por producir y distribuir pornografía.
Tobalina dirigió porno durante casi 20 años, dejándolo en
1987 dos años antes de morir. Tristemente, su final no fue debido a causas
naturales; Tobalina, tenía diagnosticado un cáncer de hígado muy potente y sin solución que iba a
acabar con él en poco tiempo, así que antes de sufrir la enfermedad, decidió
suicidarse volándose los sesos con un revolver.
Carlos Tobalina, no pasará a la historia del porno como
tantos otros, ni tan siquiera se le recuerda o reivindica, pero le dio al porno
un toquecito bizarro y humorístico que le hacía destacar por encima de otros
directores coetáneos.
“Come under my spell”, posiblemente sea uno de sus títulos
más populares y divertidos. Yo me he echado unas buenas risas, desde luego. Y
salen buenas jamelgos setenteras de poblados felpuders, así que, si les gusta
tocarse, no es mala película.