Otra muestra más, amateur y festivalera, de las que se
suelen proyectar en festivales argentinos como el BARS, Buenos Aires Rojo
Sangre, del que ya les hablé, u otros de similar índole marginal y cuasi
sectaria, como el denominado Sarmiento sangriento.
“El onanista perturbado” cuenta la historia de un individuo
de aspecto repulsivo que tras eyacular sangre masturbándose delante de una
striper, decide acudir a una asociación de adictos al sexo con el fin de
cambiar, y llenar así su vacío existencial. Resulta peor el remedio que la
enfermedad por lo que en lugar de curar sus adicciones acaba sucumbiendo a los
deseos de otras adictas, así pues, no hay manera de recuperarse. Tras buscar
redención en un convento la cosa se complicará hasta el extremo.
No hay que pedirle peras al olmo; el cine amateur argentino
es lo que es. Sin embargo, en un principio, “El onanista perturbado” estuvo a
punto de ganarse mi simpatía. Porque se trata de una película cruda y sin
artificios resuelta en un par de interiores convenientemente ambientados, que
escatima todo lo que puede y más en recursos técnicos, esto es, montaje básico
y descuidado, encuadres chungaleros y total ausencia de un audio minimamente
audible, de una tosquedad y un antiacademicismo que no se puede aguantar. Lo
que es, sin duda, un aliciente para el que esto escribe. A eso hay que añadirle
que la película está enfocada como un drama; ni un ápice de coña, ni un solo
chiste que garantice buen rollo o gamberrismo y solo una historia de un tipo
desesperado que lo único que anhela es desprenderse de su adicción a las pajas.
Y se mantiene así hasta el tramo final, donde se impone el gore, la sangre y el
gilipolleo típico de las películas de estos festivales, enmierdando así lo que
en principio parecía una tosca película casera de contenido dramático, algo que
me estaba pareciendo estupendo y original. Y al final, es la misma mierda
mediocre de siempre, hecha por y para ese tipo de festivales. Nada más que
basura sin alma, comida para los cerdos.
Sin embargo, cuando me pongo a mirar quién es el individuo
que dirige esto, me llevo una sorpresa en cierto modo grata porque siendo “El
onanista perturbado” una película con sus tetas, sus ojetes y ciertas dosis de misoginia,
resulta que está dirigida por una mujer, la tal Georgina Zanardi, que ya había
participado con anterioridad en este tipo de certámenes con títulos como “Hijos de puta por
elección”… y ahí si que me quedo a cuadros, primero porque es una tía buena —en
consecuencia, tendrá al 99% de estos pajeros comiéndole el ojete por el mero
hecho de ser tía y hacer películas caseras con tetas, culos y sangre— y segundo
porque me resulta del todo encomiable que una tía, sea lo aficionada al género
que sea, consiga hacer que su película parezca que la haya dirigido un gordo
purulento, pajillero y virgen. ¡Lo siento por ella! Pero seguro que halagos en
su círculo tampoco le faltan.
En definitiva, puta basura que, lejos de conseguir
transgredir u ofender, como puede que en un principio sea la intención de
Georgina (y por ende de cualquiera de estos directores de centro cívico) lo
único que consigue es que clame al cielo y de gracias a nuestro señor por dejar
el cine en manos de quién está, y no en las de estos aspirantes. Solo por eso,
debe existir.
Qué nadie piense que tengo odio hacia estos argentinos; aquí
en España hay también este tipo de directores, lo que pasa es que se van
haciendo viejos, tienen familias que alimentar, y como a nadie le importa una
puta mierda lo que hacen, depositan por fin sus pies en el suelo, dejan de hacer
mierdas, y se ponen a trabajar de camarero en la tasca de su suegro. Por lo que
están en extinción.
También podría, directamente, no ver estas pelis… ¡pero
alguien tiene que hablar de ellas!