No se puede decir que la carrera de Antonio Banderas se
encuentre en decadencia, es más, yo diría que es el actor que mejor ha sabido
lidiar con los cánones que rige Hollywood, no ha dejado de trabajar jamás a
pesar de qué dirán, y cuando vuelve a trabajar en España lo hace como un
triunfador, no como un apestado de la industria, pero el Banderas actual dista
mucho del actor latino de carácter que triunfa en Hollywood con películas de
calidad y, en segundo término, como una estrella del cine mainstream.
La edición que he tenido a bien leer, concluye en un momento
dulce y, desde luego, estaría bien hacerse con la más reciente de las
ediciones, para ver que dice de ese descenso que les acabo de describir, en
absoluto decadente, pero si envuelto en menor prestigio del que hacían
presagiar los textos de la edición de la que les hablo.
Escrito por la periodista (y fan de Banderas) Ana Oliva, lo único
que nos ofrece “Antonio Banderas, una vida de cine” es puro y duro
entretenimiento. Porque está muy bien servido, muy bien narrado y nos hacemos
una visualización de lo que cuenta el libro —la vida de Banderas— que propicia
que leamos centrados y poniendo máxima atención. Al no ir el libro contado de
manera cronológica, se hace muy ameno, ya que los capítulos van saltando en el
tiempo sin orden ni concierto y si el libro comienza, por ejemplo, explicando
como Banderas sorteaba lo envites de Madonna para llevárselo a la cama, el
siguiente nos explicará como jugaba a las chapas en su Málaga natal, para pasar
a hablarnos de la era Almodóvar, de la movida madrileña, de las noches de
Antonio, para volver atrás en el tiempo y terminar contando como fueron sus
inicios en el teatro de aficionados. Tampoco deja de lado su affaire con
Melanie Griffith (de la que recientemente se divorció) ni su primer matrimonio
con Ana Leza y, en general, el libro es altamente disfrutable e ideal para leer
en cualquier momento, la lectura es fluida y serena. Sin embargo, en la parte
mala —y lógica por otro lado— tenemos la biografía menos valiente que uno se
puede echar a la cara, puesto que es una de esas biografías que se escriben con
el actor delante, dando este su visto bueno y sin teclear ni una palabra hasta
que el actor no esté contento con el escrito, e incluso excusa de alguna manera
sus malas películas o meteduras de pata,
con lo que el libro se convierte, al final, en una enorme felación a
Banderas, de esas que continúan incluso cuando este ya se ha corrido. Pero
esto, supongo, es lo que el lector se espera cuando abre una de estas biografías
tan formales, autorizadas y en las que
el protagonista está encima todo el rato.
Por otro lado, la autora, Ana Oliva, lleva en conversaciones
con Banderas desde el 94, lo conoce bien, e incluso Banderas decía en una
entrevista que después de tanto tiempo, Oliva no es que fuera su biógrafa, sino
que ya era su amiga, por lo que no
descarto que la última de las ediciones de “Antonio Banderas, una vida de cine”
sea igualmente amena, o al menos, tan interesante como esta. Por lo menos, en
esta biografía, se habla de cine, y no como en la de tantos otros, actores,
directores o productores.