Tras un par de escarceos en la gran pantalla con las dos
primeras partes, “Leprechaun, la noche del duende” y “Leprechaun 2” se pone de
manifiesto, y teniendo en cuenta que ambas películas funcionaron mucho mejor en
los estantes de los videoclubes que en las salas, que las cómico-sangrientas
aventuras del duende asesino son más carne de videoclub que de celuloide, por
lo que a partir de esta “Leprechaun, el duende asesino”, que es la que hace
tres, todas las películas de Leprechaun salen exclusivamente en vídeo. Y hasta
el día de hoy. Durante el periplo, al Leprechaun le ha pasado de todo; desde moverse a sus anchas en getos negros donde
engatusa a propios y extraños con sus dotes de
rapero, hasta convertirse en un monstruo terrorífico que no respeta la
estética folclórica del personaje en un reboot que resultó ser de lo más
detestable en 2013. Por otro lado, al tratarse de un personaje del folclore
irlandés, no tiene derechos de autor, por lo que a la franquicia le salieron
títulos apócrifos de calidad ínfima para, en sus últimos movimientos, y ya sin
Warwick Davis a la cabeza —actor que diera vida al duende desde la primera
hasta la sexta entrega—, protagonizar una pedazo de mierda de remake que sitúa
la acción 30 años después de la primera película, retomando personajes y obviando
lo acontecido en el resto de películas.
Y haciendo balance de toda esta suerte de películas, como
fan que soy del personaje, llegó la hora de calibrar cual de todas es la mejor
película de Leprechaun. Y sin desdeñar la quinta y sexta entregas, que me
parecen divertidísimas, la mejor de todas, la más “leprechauniana” y la más
gore, es la tercera esta “Leprechaun 3” que la Vidmark lanzó directa a vídeo en
1995 y que se convirtió en la cinta más vendida de ese año.
En España, distribuida en nuestros videoclubes por BMG,
quizás sin conciencia de que existían otras dos películas anteriores —de hecho,
“Leprechaun 2” no ha gozado de una edición domestica en España, hasta que hace
poco ha sido editada de manera pirata en Blu Ray—, llegó a nuestros videoclubes,
omitiendo en la carátula el 3 del título, pasando a llamarse “Leprechaun, el
duende asesino”. Y resulta la mejor de la saga, la favorita de Warwick Davis,
porque además de contener las dosis exactas de humor y horror que requiere el
personaje, la película cuenta con la dirección del más ferviente fan y seguidor
del personaje, el artesano de la “Ozploitation” Brian Trenchard-Smith, un
director de exploits de lo más solvente. Y es que Trenchard-Smith, es un tío
que sabe lo que hace, sabe dirigir. El caso es que este director que realizó
títulos míticos de la ultra violencia Australiana como puedan ser “El imperiode la muerte” o “El día de los asesinos”
(o la taquillera en nuestro país ¡“Los Bicivoladores”!) pero en los 90 el cine
de explotación estaba ya ninguneado, por lo que no trabajaba con la frecuencia
que debiera, así que, siendo prácticamente un apestado en Australia, se afincó
en los USA y comenzó a hacer películas de apestado para la tele o el videoclub,
entre ellas, esta “Leprechaun, el duende asesino”.
La cosa es lo de siempre. A una casa de empeños de Las
Vegas, llega un vagabundo con el Leprechaun hecho estatua. El señor de la casa
de empeños se lo compra por 20 dólares y, al quitarle el medallón del cuello,
despierta al Leprechaun. Este se marcha de allí con su olla de oro, con la mala
suerte de que durante la huída se le cae una monedita, que se queda el de la
casa de empeños, por lo que decide recuperarla y, en consecuencia, el
Leprechaun realizará una carnicería por todas Las Vegas mientras una parejita
intenta frenarle durante su cruzada.
Además de lo anteriormente expuesto, lo que convierte esta
entrega en una película muy superior al resto de la saga es que Brian
Trenchard-Smith, con un presupuesto de mierda (tan escueto que siendo un film
que al principio se iba a rodar en 3D, hubo que desechar esa posibilidad porque
no había pasta suficiente para hacer el relieve) y con solo 14 días para rodar
la película entera, consigue facturar la más entretenida de toda la
saga, la que más sangre tiene y, también, la que mas risas. Muy disfrutable.
Trenchard-Smith se encargaría posteriormente de la secuela,
“Leprechaun 4: In Space” que se encargaría de trasladar las fechorías del
duende al espacio y que es infinitamente inferior a esta de Las Vegas, y ahí
pondría fin, por desgracia para él, a su relación con Leprechaun. Sin embargo,
en su travesía americana, continuó con su carrera de manera imparable hasta
nuestros días, siendo el responsable de cintas como una de las más
significativas de la decadencia de Jim Belushi, “Sahara”, suya es también
“Night of the Demons 2” y ha ido compaginando trabajos televisivos con otros
direct to video, siendo lo más marciano que ha hecho en los últimos 10 años una
secuela tardía de “Porky’s” titulada “Pimpin’ Pee Wee” y que, con un
presupuesto de un millón de dólares, se estrenó un solo día en Pay per view, y
para de contar, porque se concibió única y exclusivamente para
conservar los derechos de la franquicia. Y quien mejor que Trenchard-Smith para
sacar a flote esa empresa.
Por lo demás, “Leprechaun, El duende asesino”, con todos
esos asesinatos, y un Leprechaun rimador que se encuentra en su salsa en un
escenario como el de las Vegas, pues está francamente bien.