viernes, 8 de noviembre de 2019

PULSACIONES

Durante los tiempos de bonanza de José Frade, aquellos en los que hacía películas a la americana, no tuvo el productor el más mínimo pudor en poner el capital que estimó oportuno para producir un film americano. Frade, que siempre tenía muy buen ojo en cuanto a los expolios, se fijó en que una película de John Travolta sobre clubes de gimnasia estaba funcionando muy bien. Se trataba de “Perfect” y decidió poner sus pesetas en una producción de similares características.
Obviamente, muchas de sus coproducciones con América, resultaron un negocio redondo debido a la venta internacional de estas películas, (aunque en cines de nuestro país, “Pulsaciones” congregó a unos nada despreciables 245.000 espectadores)  y en ese sentido la calidad de las mismas daba un poco lo mismo. Bastaba con una estrella en el reparto y un póster llamativo. En esta ocasión, la estrella era Daniel Greene, actor musculado que descubrió Frade para el cine —seguiría vinculado al productor en películas como “Elvira, Reina de las tinieblas”— y que en los videoclubes funcionaba a la perfección gracias a films como “Destroyer (brazo de acero)” de Martino o “Hammer” de Castellari, pero el primer papel importante se lo daría Frade en esta “Pulsaciones”. Luego hizo un poco de serieZ, y acabó sus días en producciones mainstream, eso sí, en calidad de, prácticamente, extra cinematográfico.
Entonces aquí tenemos a Daniel Greene, interactuando con actores españoles de la factoría Frade como Helga Line, Alicia Moro o Alex Intriago, y queda todo de lo más extraño y bizarro.
Greene, es un armario. Su capacidad como actor es tan nula que no queda más remedio que esgrimir media sonrisa al verlo (solo media sonrisa, que para tanto no es) hacer exhibiciones de su fortaleza, o interactuando con otros actores.
Por otro lado, tenemos una historia absolutamente estúpida, con un gimnasio de fitness que regenta el personaje de Daniel Greene dónde se suceden secuencias de entrenamiento con pesas (esos títulos de crédito…) de dos o tres minutos, o numeritos musicales que sirven para rellenar metraje y en la que no pasa nada. Un par de amoríos, protagonistas que entrenan, que van y vienen y, por supuesto, una competición de fitness que sirve como hilo conductor de las demás chorradas que van ocurriendo y que pondrá el colofón a tal desaguisado.
En su momento ya debió ser mala de pelotas, de hecho, no trascendió como sí lo hicieron otras coproducciones de Frade como por ejemplo “Los gusanos no llevan bufanda” de Javier Elorrieta, pero a día de hoy, ver “Pulsaciones”, incluso aunque nos sentemos ante la pantalla con toda la predisposición del mundo, es un autentico suplicio.
Para dirigir la película, Frade, contrató a Maurice Tobias, señora esta que no se había puesto jamás detrás de las cámaras y que nunca más lo volvería a hacer, aunque sí que se dedicó a la dirección de doblaje en los USA muchos años después.
“Pulsaciones” es motivo de chanza y de mofa en los USA. De hecho, Steven Puchalski de "Shock Cinema Magazine", se dirige a ella despectivamente como “esa película que produjeron españoles en Miami”, pero más allá de la curiosidad que pueda suscitar, la verdad es que no hay nada que haga a la película merecedora de un visionado.
El póster americano es de lo más espectacular, pero he preferido adjuntar el que se estrenó en España, mucho menos sugerente (el otro búsquenlo en la red bajo el título de “Pulsebeats”), pero con una frase promocional que tratando de ser moderna y enrollada, finalmente, parece la sentencia de cualquier border line: “La película que se mueve al ritmo de tu música y hace vibrar todo tu cuerpo”. Ni que te estuvieran pegando un polvazo.
Horrorosa.