viernes, 13 de marzo de 2020

FRESH DRESSED

Más presencia hiphopera en Sundance, esta vez por parte de uno de los documentales más marcianos que se han podido idear sobre el tema.
Producido por Nas, “Fresh Dressed” analiza la evolución, auge y caída de la moda urbana, es decir de la ropa que se ponían los raperos y, de ahí, a cuando una cultura que surge de las calles y de la gente pobre, se vuelve pija. Y es que si bien debemos a Run-DMC el hecho de que en el Hip-Hop se usara la ropa de deportes, las zapatillas, las gorras y demás enseres característicos de los raperos, fue más por una cuestión parroquial y económica que por otra cosa. Run-DMC se vestían con Adidas porque querían empatizar con la gente de la calle que vestía de esa misma manera. Pero claro, según avanzan los 90 y los chavales comienzan a llevar pantalones grandes, los diseñadores de moda se dan cuenta de que hay dinero en esos atuendos y comienzan a diseñar ropa —carísima— que imita el estilo callejero que los chavales podían improvisar en los bazares de sus barrios. Nacen así marcas como Karl Kani, Fubu o Roc-a-Wear (entre tropecientas) que, según ellos, cubrían las necesidades de una comunidad que estaba más por aparentar que por otra cosa. Y se forran haciendo ropas grandotas para los raperos. Ceden su marca a los artistas, estos las sacan en sus vídeoclips y el negocio ya está montado en todo el mundo. Sin embargo, la moda es pasajera, por lo que en la década de 2000 hay tal saturación de marcas de ropa urbana, que el negocio acaba yéndose prácticamente a pique sobreviviendo la clásica ropa de deportes, Nike, Adidas, Puma y lo clásico.
También se habla de las megaestrellas del rap interesadas en ropa de alto diseño, Louis Vuitton, Versace y Dolce & Gabbana, al representar esta un estatus que estos no tenían en las calles, porque esas prendas representan el poder y el éxito.
La cara más estúpida y superficial de una cultura a priori genuina, ensuciada por un complejo de inferioridad enorme que hundió a la misma en el fango.
El documental en cualquier caso, no se moja, no critica ni juzga, solamente se dedica a analizar estos aspectos, ahonda en cómo todo es consecuencia de las ropas —baratas— y customizadas de las viejas pandillas del bronx en los años 70 y cómo esto se va desvirtuando hasta que un simple abrigo para el frío de una marca concreta puede llegar a costar hasta 1000 dólares, y cómo muchos chavales no dudan en disparar a otros para robarles las prendas.
La conclusión es que, todo es moda, que todo tiene su momento, y que el estado actual del Hip-hop deambula entre traperos que usan ropa de alto diseño y raperos más modestos que se visten con lo primero que pillan o con la ropa deportiva de toda la vida.
No deja de ser interesante, así como se comprueba, que América es un país que se mueve por el dinero y las apariencias y que, por muy originaria que sea la cultura del Hip-Hop, esta no es menos americana y, por tanto, superficial, hipócrita y aparente.
El documental contiene declaraciones de raperos metidos a diseñadores como Puff Daddy o Kanye West, o de diseñadores de las marcas que más arriba he citado.
Como documental, curioso, entretenido y distinto.
Dirige, en lo que fue su debut, Sacha Jenkins, documentalista especializado en Hip-Hop y cuyo último trabajo está siendo un éxito en las plataformas digitales, la serie documental centrada en el mítico grupo Wu-Tang Clan, “Wu-Tang Clan: Of mics and mens” y que pese a la buena recepción que ha tenido, es bastante flojico. “Fresh Dressed”, tiene más gracia.