viernes, 20 de marzo de 2020

GATOR GREEN

Jim Van Bebber es uno de esos directores de cine gore “independientes” de mediados de los ochenta, que proveniente de Ohio, sigue erre que erre con la misma cantinela. Obsesionado con el cine de terror, con las tripas y las vísceras en su línea más hard, tuvo su momento de mayor gloria prácticamente al principio de todo, cuando para cursar su segundo año universitario tuvo que solicitar un préstamo al banco. Cuando consiguió el dinero, muy irresponsablemente, en lugar de seguir estudiando, decidió que con esa pasta iba a hacer su primera película, “Deadbeat & Down”, una epopeya sangrienta sobre bandas callejeras rodada en 16 mm. que incluso llegó a distribuirse en nuestro país a través de Gorgon Vídeo en los 90, bajo el adecuado título (teniendo en cuenta el panorama de la época) de “Gore en las calles”. A día de hoy, es considerado un clásico de culto.
Van Bebber, después de aquello continuó haciendo películas como “My Sweet Satan” o “The Manson family”, que le costó 10 años de su vida completarla y, claro, a pesar de haber editado en infinidad de veces sus películas en diversos formatos, la cosa para él ya no es como antes y la verdad es que jamás ha llegado a ser nada más allá de lo que fue con su opera prima. Pero eso no es óbice para continuar dándole a la camarita y seguir haciendo cosas inasequible al desaliento, por lo que en a partir del nuevo milenio solo factura cortos.
Así llegamos hasta su último trabajo, esta vez un corto de 16 minutos titulado “Gator Green”.
La cosa va de un grupo de veteranos de vietnam que se reúnen en un bar propiedad de uno de ellos. Cuando a este llegan hippies, los ex soldados los matan a machetazos y se los dan de comer a los cocodrilos. Y fin de la historia.
Por lo que se ve, en el proyecto, inicialmente,  estaba involucrada gente que quería hacer de esta historia un proyecto de mayor envergadura, una película mainstream con distribución estándar que finalmente no vio la luz y, en su lugar, tenemos este corto de Van Bebber financiado a través de crowdfunding.
Sin bajarse de la burra, “Gator Green” está rodado en 16 mm. aunque tratado a posteriori digitalmente, por lo que tenemos una imagen con colores hiper saturados que le dan un toque posmoderno muy irritante. Pero no es un posmodernismo que nos ofrezca el grano del 16 o la posproducción, es un posmodernismo voluntario porque con este look, lo que pretende Van Beever es acercarse a esa moda imperante e implantada por Robert Rodriguez y Tarantino con su tostonazo de “Grindhouse”. Lo que Van Beever lamenta es no haber estado invitado a esa fiesta de celuloide rayado y homenajes (a películas que no son como estos mostraron) ni a los trailers que acompañaban a “Planet Terror” y “Death Proof”, y se lo monta por su cuenta sin un puto duro y con su limitado talento. Con esto no quiero decir que el corto sea una mierda, es más, diría que está bastante bien rodado, aunque lo contraresta con un montaje tosco y, diría, que mal hecho.
Aunque pasa volando, cuando acaba te quedas frío porque en realidad es como si el corto se quedara a medias ya que no hay un desenlace (desconozco si esto está hecho aposta o es que se quedó sin pasta y lo dejó así), con lo que, al final, nada en “Gator Green” trasciende lo más mínimo. No es más que una anécdota en la carrera del director.
Y sin más, no hay más tela que cortar… sirva su visionado para comprobar el estado actual de los artífices de aquella “Gore en las calles” y llegar a la conclusión de que un desgraciado continuará siendo un desgraciado por los restos, aquí, y en la conchinchina.
Me pregunto que habrá sido de otro de la época, Leif Jonker.
Por cierto, los cocodrilos que salen, y a los que se acercan mucho los actores, son de verdad…