viernes, 3 de julio de 2020

THE SEXPLOITERS

El título no puede ser más explícito ni más acertado, ya que estamos ante un genuino nudie cutie de mediados de los sesenta —de los de más baja estofa— que, efectivamente, tiene como principal premisa explotar el sexo.
Pero en este film, el término “Sexploiter” es utilizado para denominar a señoras y señoritas que se prostituyen a cambio de unas monedas. Obviamente, los sesenta y el subgénero son muy ingenuos, y el tipo de prostitución que estas señoras ofrecen es tan solo dejarse fotografiar por señores de mediana edad que lucen las sienes plateadas en el mejor de los casos, son calvos en el peor o, directamente, igual de feos que gorilas. La cosa comienza con un prólogo en el que una de nuestras protagonistas acude a casa de un gañán que pide ser fustigado con un látigo, en una secuencia desopilante.
Así, estas señoras (o señoritas), acuden a lo que se supone que es una academia de modelos desde la cual les indicarán cual es el servicio que deben ofrecer al cliente. Y, de esta forma, tenemos el festival de bailecitos, destetes, tías jamonas posando en pose provocativa, y tíos asquerosos sacándoles fotos mientras ponen cara de salidos. No hay más.
La gracia del asunto está en el poco cuidado que se le pone a todo lo técnico en la película, por lo que predomina un montaje terrible con saltos de eje criminales, desencuadres a cascoporro, y una escena que representa una sesión de fotos en la que, mientras que las chicas que posan están en el interior de un estudio, el tipo que les saca fotos están en plena calle, en el campo, pero se supone que están todos en el mismo lugar... Por lo demás, nada nuevo que no hayamos visto en otros nudies. No tenemos atisbos de comedieta a lo Herschell Gordon Lewis, no tenemos imaginería pop a la “La vida sexual deFrankenstein”, ni tenemos nada. Si acaso un par de jamelgas muy monas y otras que parecen orcos.
Sin embargo es una película que goza de cierto culto en los USA por tratarse de uno de los nudies más olvidados de la época, que estaba práctimente olvidado hasta que, en un alarde de postmodernismo, alguna distribuidora lo recuperó, restauró —de aquella manera— y lo puso a disposición de los retro-pajilleros.
Más interesante resulta alguno de los implicados en esta película porque, por un lado, tenemos a la dirección a Al Ruban, que firma con esta su única película como director, pero que en años posteriores se convertiría en productor de los films más populares de John Cassavetes (“Opening Night”, “Así habla el amor”) o cintas mainstream como “París Texas”, mientras que toda su carrera la desarrolló haciendo distintos oficios para el cine, ya fuera como actor (aparece en “La cosa del pantano” de Wes Craven) o como director de fotografía de las más variopintas y oscuras películas. También aparece como actor en esta, sin acreditar, del mismo modo que lo hace C. Davis Smith, también involucrado en el cine de Cassavetes, director de sexploits los cuales firmaba con diversos pseudónimos (Charles Lamont sería el más conocido) y que cogió la cámara en infinidad de películas. Ambos, Ruban y Davis Smith, dan vida en “The Sexploiters” a los señores calvos, feos y agorilados a los que hacía mención al principio de la reseña.
Por lo demás, poca cosa. Una gota en un mar de nudies. Ni tan siquiera destaca por ser la niña fea de la clase.