Al descubrir esta película, que apestaba a plomazo exploit de “50 sombras de Grey” versión ultra zetosa, y con ese título que suena casi como una amenaza, “American Kamasutra”, no pude hacer otra cosa que darle al play y zampármela. Y mis expectativas se vieron superadas a los 5 minutos de comenzar porque, esto, es más mierdoso de lo que a priori parece. Y cuando algo supera tus expectativas nada más empezar, igual es porque estamos descubriendo algo. Así, durante los títulos de crédito, vemos como una mano masculina pasa un hielito por un vientre femenino al más puro estilo “9 semanas y media” para pronto ver como una mujer es follada con cierta violencia por un varón de fisonomía perfecta que llega al clímax. Como ella no llega, se lo reprocha. Y el tipo se cabrea diciendo que si no llega al orgasmo con la penetración, ella tiene un problema. Y ella le recuerda que existe algo más que la penetración para satisfacer a una mujer. Total que la cosa va de mujeres insatisfechas que buscan al hombre bello, con pasta y buena polla, que se las joda bien, que las deje bien contentas. Todo esto con un dramatismo cercano al de “The Room”, pero sutilmente menos exagerado, con actores del montón, pero profesionales. Y por unos minutos parece que la cosa va a molar… No tardará en desinflarse cuando nuestra protagonista rompe con este individuo, y ya el resto de la película es ella hablando sobre hombres con sus amigas o coqueteando con el lesbianismo en claro homenaje a “Sexo en Nueva York”, hasta que vemos sus correrías intercaladas con los avatares sexuales narrados en un libro que está leyendo y que se llama “Slave”. Naturalmente, la mujer, independiente, liberada, se pondrá cachonda con los pasajes de ese libro en el que las protagonistas se ven sometidas por las fantasías sado-maso del protagonista. Por cosas del destino, la muchacha conocerá al autor de “Slave” y este se dedicará a recrear con ella los pasajes del libro practicando un poquito de sado, un poquito de bondage… hasta que, por supuesto, las cosas se complicarán en esa relación. Pero más que porque al maromo se le vaya la mano con el látigo o el film transparente, porque entra en escena una tercera persona.
Probablemente, con una diferencia atroz, “American Kamasutra” es lo más ridículo y estúpido que he visto. Mala hasta la extenuación y con un montaje tosco y en el que sería difícil cogerle el hilo a la historia, de no ser porque en realidad no hay un hilo que coger, no es más que una sucesión de secuencias supuestamente subiditas de tono. Pero más chocante todavía resulta el hecho de que tratándose de una película de amores prohibidos, sexo malsano y cierta mala baba, luego el efecto es blanco ¡blanquísimo! ¡De hecho no vemos ni una mísera tetilla! Entonces ¿a qué viene tanta tontería?
Por supuesto todo esto tiene su explicación, y es que “American Kamasutra” en realidad es un resumen de hora y veinte minutos de la serie de televisión para el canal Showtime “Submission”, una serie de seis capítulos con las características arriba expuestas, concebida para mujeres actuales y liberadas que fantasean con un tipo que les haga perrerías, y que ha sido convenientemente remozada y convertida en largometraje, a la vieja usanza, para su explotación en plataformas de streaming. Por lo visto la serie sí que trae todo tipo de folleteo y secuencias lúbricas que, inexplicablemente, han sido extirpadas para lo que es el largo.
Y por supuesto, aquí no hay Kamasutra americano, ni se hace referencia alguna al famoso libro hindú sobre las posturas más populares de la follamenta, pero ¿A que mola el título?
Por supuesto, la directora de la serie/película es una mujer que plagia en la medida de lo posible la archipopular “50 sombras de Grey”, no sabemos si por encargo o por fanatismo y que responde al nombre de Jacky St. James, tiene pinta de progre trasnochada y, entre otros muchísimos quehaceres en el mundo audiovisual, se ve que sobrevive a costa de rodar toda suerte de productos, ya sean películas, series o documentales con la sexualidad femenina como temática vehicular, amen de rodar, eventualmente, zetosos títulos de horror teen también con pinta de estar destinados a un público femenino en particular, como pueda ser, por ejemplo, una cosa titulada “A Soroty Girls Revenge”. Ah, y también hace películas de esas navideñas que se venden al peso.