lunes, 9 de enero de 2023

THE FLESH AND BLOOD SHOW

Pre-slasher british de primeros de los 70, que combina de manera más o menos efectiva elementos del subgénero que estaba por venir, con la muestra desinhibida de tetamen y felpudamen más propios del sexploit británico del que el director de esta “The flesh and blood show”, Pete Walker, provenía.
La cosa va de un productor teatral que va a montar una obra. Para ello contrata a una serie de actores a los que tendrá ensayando en las instalaciones donde se estrenará. El sosiego de estos se verá interrumpido con la llegada de un individuo encapuchado y con guantes negros (y con ciertas dificultades a la hora de respirar) que los irá asesinando de variopintas formas. Gracias a un flashback descubrimos que el asesino en cuestión es un antiguo actor que, años atrás, en plena representación, sorprendió a su mujer jodiendo con otro actor en ese mismo teatro, matándoles a ambos en consecuencia. La ha tomado con el gremio y ahora, en su vejez, quiere hacerles pagar la infidelidad de su esposa.
No está mal la cosa. Muy reposada, algo liosa, la película desprende un sentido del humor muy a la inglesa así como quiere dar muestras de ser moderna y actual. De este modo, y aunque es escasa en hemoglobina, abundan los desnudos y actores con enormes pelucones y patillas, y hasta algún que otro émulo de Mick Jagger. Por lo demás, todo lo concerniente a generar ambientes, sin estos llegar a ser terroríficos, sí que son visualmente atractivos. La película es bonita y vistosa.
Pete Walker es ya un viejo conocido de este blog, uno de los estandartes del cine de terror británico, con títulos a sus espaldas tan célebres como “Terror sin habla”, “Los crímenes del ático” o “La casa de las sombras alargadas”. “The flesh and blood show”, que coquetea quizás involuntariamente con el metacine y el formato episódico (comienza como un film de época y resulta que lo que vemos es una película que los protagonistas están consumiendo proyectada en una sala de cine. Por otro lado, el flashback que revela la naturaleza del asesino, está filmado en blanco y negro, y quiere, a toda costa, parecer que forma parte de una película distinta a la que estamos viendo), es uno de los títulos menores de su director, uno que no se llevó las mejores críticas y de los que no se llegó a exportar a nuestro país (que son unos cuantos). Y quizás, efectivamente sea una de sus películas más flojas, pero sí que me ha llamado la atención, por encima de otros productos similares de la época, que está bien rodada y rematada con buen gusto. Eso no quita que en otros momentos las conversaciones se alarguen hasta lo insospechado o que lo bueno se haga esperar. Mientras tanto… ¡Ahí queda la cosa!
Como apunte, decir que tras “La casa de las sombras alargadas” se ve que Walker acabó hasta las pelotas del negocio del cine y dejó de hacer películas para pasarse a  proyectarlas: Se dedicaría a la venta y restauración de complejos cinematográficos hasta que se jubiló.