lunes, 16 de enero de 2023

MASACRE EN LA UNIVERSIDAD

Aunque oficialmente “Masacre en la Universidad”, con ese título castellano que casi evoca a la sex comedy, está considerada un pre-slasher, uno de esos films que jugueteaba con el género antes de que este obtuviera calado popular, en realidad, y pese a unas muy sutiles pinceladitas, yo creo que está más cercana al thriller sobrenatural que a cualquier otro tipo de subgénero.
La cosa es bastante sencilla: Un profesor de universidad se pasa clases enteras hablando a sus alumnos sobre demonología. Por este motivo, porque el señor delira un poco, estos están hasta los cojones de él y, un buen día, unos cuantos deciden emborracharse e introducirse en su casa con una media en la cabeza, con el fin de gastarle una broma pesada. Sin embargo la broma se les va de las manos y acaban asestando un golpe mortal a su maestro, y ya que están allí, acaban también apuñalando al resto de su familia. Pronto descubriremos que el profesor ha sobrevivido a ese ataque y que "tan solo" se ha quedado tetrapléjico. En consecuencia, este invocará a un poderoso demonio que tomará forma corpórea y hará una escabechina con esos hijos de puta, se generará, como reza el título español, una masacre en la universidad.
Sin rasgarse la vestiduras, y como buen bodrio setentero y exploit que es “Masacre en la universidad”, no está mal del todo este folletín. Si le quitamos los tempos muertos —muertísimos— y nos quedamos con lo impactante que es visualmente, con tanto gran angular, tanto ojo de pez y buscando la psicodélia cormaniana tan propia de la época, podemos decir que estamos ante una suerte de “Easy Rider” del cine de terror. Además que la influencia de la contracultura y de la era hippie es más que palpable en esta película, con ese acercamiento argumental que se hace a los asesinatos del clan Manson perpetrados unos años atrás.
Curiosa, medio interesante y con unos arcaicos F/X gore, la verdad es que un visionado no hará mal a nadie que tenga un poco de aguante.
Por supuesto, y aunque no sea este un producto del todo desdeñable, son siempre más interesantes algunas de las historias que se ocultan detrás de las cámaras.
“Masacre en la universidad” se estrenó inicialmente de manera local en la ciudad de Casa Grande, en Arizona, en el año 1976 bajo el estupendo —pero inapropiado— título de “Hollywood Meatcleaver Massacre” (algo así como “La masacre del picador de carne de Hollywood”, en claro expolio a “The Texas Chainsaw Massacre”, ya saben, “La matanza de Texas”). Al año siguiente se volvió a estrenar en unos pocos cines más, pero con su título original abreviado a “Meatcleaver Massacre”. Esta versión, que fue la que prevaleció como oficial y la que se exportó en sus ventas internacionales, tenía una particularidad, y es que su publicidad aseguraba que Christopher Lee interpretaba uno de los roles protagónicos, cosa que era del todo improbable puesto que este no aparecía en ningún momento en la versión anterior. Resulta que Christopher Lee fue contratado para hacer de narrador de una película que jamás vería la luz, quedando su intervención almacenada en unas latas. Los productores de este proyecto inacabado (solo llegaron a rodar esa intervención de Lee) decidieron poner ese material en venta puesto que no iban a hacer nada con él. Y mira por donde los productores de “Masacre en la universidad”, Ray Atherton, que posteriormente se dedicaría en cuerpo y alma a la producción de cine documental del más variado pelaje, y Mark L. Rosen, que se dedicaría exactamente a lo mismo pero que además se haría inmensamente rico produciendo muchos años después “Spiceworld: La película”, se toparon con ese material de Christopher Lee en venta, y como este era una cosa neutra y genérica, un plano secuencia de Lee vestido con bata señorial y soltando una especie de soflama sobre espíritus benignos y malignos mientras se dirige a cámara, quedaba bien con el argumento de la película que tenían en ciernes. Compraron ese material y lo insertaron al principio y al final de “Meatcleaver Massacre” y, de esa forma, con una estrella de semejante calibre, obtendrían un reestreno de mayor categoría. Y la película se estrenó con Christopher Lee en su reparto en el papel de “The Host”.
No mucho después, Lee se percató de que aparecía en una película para la que él no había sido contratado. De hecho nadie le avisó de que el material que había filmado para lo que fuera, había sido puesto a la venta, y cuando se encontró encabezando el reparto de esta película entró en cólera y emprendió acciones legales para demandar a Atherton y Rosen por uso indebido de su imagen. Al respecto, sus abogados le recomendaron no hacerlo, básicamente porque los costes de un juicio como ese iban a ser más altos de la cantidad que iba a percibir en caso de ganarlo y porque para cuando se diera la vista, la película ya iba a tener su carrera comercial más que terminada. Así que desestimó demandar a la producción, cagándose en todos sus muertos por el camino, eso sí.
Y es que en los setenta, década esta en la que Lee tenía que alimentarse como buenamente podía, apareció, con o sin su consentimiento, en un buen número de producciones más bien tirando a mierdosas. Por suerte en décadas posteriores remontaría, no se convirtió en una especie de John Carradine, que incluso actuaba siendo cadáver en todo tipo de basuras, por los pelos.
“Masacre en la universidad”, que quizás por tratarse de un título súper setentero no tiene a día de hoy el culto que en teoría debería tener, fue dirigida con cierto estilo, rozando por momentos lo experimental, por Evan Lee, del que no se conocen más trabajos acreditados (también se especula con que la película está co-dirigida nada menos que por Ed Wood, pero esto habría que contrastarlo).
En España la película llegó directamente a vídeo, existiendo varias ediciones con distintas caratulas. Para ilustrar esta entrada he elegido la más fraudulenta, que sugiere similitudes con la saga “Viernes 13” cuando, obvio, no tiene absolutamente nada que ver. Curiosamente, la otra pretendía sugerir similitudes con "Pesadilla en Elm Street" (aquí ejemplo visual). Menudos jetas.