Parece que no, pero "Qué asco de vida" es un título muy relevante en la filmografía como director del gran Mel Brooks. Para empezar, se trata de su primera producción noventera, siguiendo a la tontísima pero muy divertida "Spaceballs, la loca historia de las galaxias". Recordemos que aquella había sido un fracaso, tal vez ello animó a Brooks a desviarse de su línea habitual de parodias y humor absurdo, para retomar esas comedias más serenas con eventuales toques dramáticos -o sentimentales- características de su primera etapa ("Los productores" y, muy especialmente, "El misterio de las doce sillas") Fue un paso arriesgado porque, en su época, también esas fracasaron. Y sí, "Que asco de vida" se metió una buena galleta a la hora de recaudar billetes. Así pues, ¿qué hizo el pequeño judío?... volver a "terreno conocido" (o, mejor dicho, aquel que se suponía el público esperaría de él) con las respectivas parodias de "Robin Hood" y "Drácula". Ambas pincharon y pusieron fin a su carrera cinematográfica. Considerando la desgana que invirtió en esas dos últimas, cumpliendo con la papeleta (están repletas de gags e ideas recicladas de sus títulos precedentes... y otras fuentes), ¿podríamos decir que "Qué asco de vida" fue la última obra de Mel Brooks abordada con cariño e ilusión? Tal vez (él mismo la considera su mejor interpretación).
Lo que cuenta tampoco es muy original. Dos ricachos compiten por hacerse con un barrio degradado, lleno de vagabundos. Hacen una apuesta. Si uno de ellos -Brooks, por supuesto- consigue pasar 30 días viviendo como un pordiosero más, sin dinero, sin nada de nada, ganará y se hará con el lugar. Sobra decir que la experiencia le cambiará a mejor, humanizándolo y tal. Y que sus ex socios se la jugarán con intención de que no recupere su antigua vida. Pero tranquilos, que hay final feliz, por supuesto. La cosa termina en boda, porque también tenemos historieta de amor y, como decía, sus gotitas de drama lacrimógeno (creo que por primera vez -y última- en la carrera del cineasta)
La deuda con Preston Sturges (especialmente "Los viajes de Sullivan") o Frank Capra, y su cine de buenos sentimientos, es cantosa. A pesar de algunos momentos más cafres y, sobre todo, del alto contenido crítico con la sociedad estadounidense, los ricachos, la sanidad (esta especialmente salvaje) y demás, "Qué asco de vida" es una película muy blanca, muy buenrollera, muy limpia (aunque incluya mucha mugre), incluso inocente. Tal vez demasiado para 1991. Así pues, no me sorprende el batacazo consecuente.
Tiene sus buenos momentos, sin duda. Te ríes. No a carcajadas, pero funcionan. Por ejemplo, la escena en la que Brooks imita a un niño negro que, bailando y cantando, consigue limosna. Obviamente, a él no le sale tan bien. Esto, y solo esto según recuerdo, era el trailer completo de la película. Llegué a verlo en algún cine y el público se reía de lo lindo. También es muy gracioso el encontronazo con el vagabundo que dice ser más rico que él, interpretado además por su viejo amigo y socio Rudy De Luca (a la vez, co-guionista de "Qué asco de vida"). La ristra de tortas graciosas es generosa e imitan -reconocido por el propio Brooks- las viejas maneras de los "Three Stooges". Y, así mismo, llama la atención que el viejo zorro logre colar en medio de la trama un inesperado número musical, de baile, esos que tanto le gustan con sus focos y colores, puro Hollywood clásico.
Tal vez el clímax final flojee, pero compensa que el resto entretiene, es agradable, medianamente divertido y emotivo. No comprendo cómo se le mete tanta caña en la red. Hay quien dice que es la segunda peor película de Brooks tras "El misterio de las doce sillas". ¡¿Han visto estos señores las de "Robin Hood" y "Drácula"?!. "Que asco de vida" cumple como bonita escapada de 92 minutos. ¿Qué más quieres?
El jugosito reparto incluye a una algo histriónica -como siempre, vamos- Lesley Ann Warren, al gran Jeffrey Tambor (sus entradas están entre lo más hilarante del film), Stuart Pankin, Howard Morris (le vimos también en "Máxima Ansiedad" y "La loca historia del mundo" de Brooks y, por consiguiente, en "Transylvania Twist" de Jim Wynorski), Michael ("Los cazafantasmas") Ensign, el mítico Billy Barty (protagonizando un gag muy parecido a otro visto en "La última locura" de don Mel), el bueno de Brian Thompson (qué carrera más colorida tuvo este hombre. Hace poco lo vi también en "¡Tres Amigos!" y su última intervención hasta la fecha ha sido, nada menos, que en "La tragedia de Macbeth", rodeado de actores de primera y dirigido por uno de los hermanos Coen), el eterno loco Raymond O'Connor, Robert (el Coronel de "Boogie Nights") Ridgely, papelito para Stanley Brock -busquen en Google y lo reconocerán al instante, esta fue su última película-, James Van Patten, de ilustre familia, marcándose un micro-rol como enfermero -lo que no deja de ser llamativo cuando siete años antes había protagonizado su propio vehículo de lucimiento, "Jóvenes Guerreros"- y, finalmente, otro habitual de Brooks, Ronny Graham, prestando la voz.
Una peli maja.