10 años después del estreno de “Rejas ardientes” llega, a destiempo y sin ningún sentido, una secuela de origen checoslovaco-canadiense que en nuestro país salio directa a vídeo por parte de la efímera distribuidora noventera BMG vídeo (una filial de la todopoderosa discográfica Ariola). Esta gente supo ver que “Chained Heat 2” era secuela de la original americano-germana, pero, lejos de indagar más para ponerle el título en castellano, tradujeron este de forma literal, por lo que “Chained Heat 2” en España se distribuyó bajo el título de “Cadenas ardientes 2”. Los más listos del lugar podían vislumbrar por donde venían los tiros, pero, los menos, todavía se deben andar preguntando cual película será la “Cadenas ardientes” que precede a esta. En cualquier caso, daría lo mismo considerando la poca relevancia e interés de la película que nos ocupa.
Además, argumentalmente, el único nexo de unión con la cinta original es que, al igual que aquella, esta también es un WIP, solo que tardío y carente de cualquier atractivo para el espectador.
Una yankie va en tren a Checoslovaquia y, durante el trayecto, y sin saber muy bien por qué, un grupo de delincuentes le introduce en su bolso de viaje un alijo de cocaína. Al llegar a su destino, es intervenida por la policía que, al ver la carga que lleva consigo, la detiene y, de facto, la mete en la cárcel. Por supuesto allí dará con carceleras lesbianas que le harán la vida imposible, al mismo tiempo que se desenmaraña una endeble trama que culminará en una escena de acción anacrónica con estética de los años 50, que no se sabe muy bien si es un postmodernismo de los 90 y por tanto rodado así intencionadamente, o es simplemente que estamos demasiado acostumbrados a ver películas americanas (y esta es checoslovaca). Como fuere, en su totalidad, “Cadenas ardientes 2” es una auténtica bosta.
Su principal atractivo radica en la presencia de una Brigitte Nielsen en uno de sus mejores momentos físicos, pero en plena decadencia tras su separación de Sylvester Stallone y protagonizando toda suerte de subproductos de la más baja alcurnia. Puede que este sea de los peores. Por supuesto, en “Cadenas ardientes 2” la Nielsen hace de carcelera lesbiana y protagoniza alguna que otra secuencia erótica al estilo de los 90 —es decir, con esa fotografía aséptica y esa concepción blanca del erotismo propio de la década. No se erotiza ni el Tato—. El resto de actrices apenas llegan al 1,60 de estatura, pero Brigitte Nielsen mide casi dos metros; es tan grandona en general, y tiene tantas espaldas, que verla yacer en la cama con cualquier modelo de tamaño menudo convierte la secuencia en algo antinatural y grotesco, y, por lo tanto, extraño de presenciar. En una escena de cama uno no puede evitar comparar los cuerpos de las actrices simplemente porque la Nielsen es demasiado grande para hacerla protagonizar cualquier película erótica. Algo no cuadra ahí.
Más interesante resulta la carrera de su director, Lloyd A. Silmandl, polaco y asentado en Canadá, que se debió hacer con los derechos de la franquicia “Chained Heat” y los explotó hasta que no pudo más. Porque esta “Cadenas ardientes 2”, que fue distribuida para medio mundo por New Line, resultó ser un pequeño éxito, por lo que el tío se tiró el resto de la década, mas todos los dosmiles, rodando una ingente cantidad de WIPs a base de nimios presupuestos, distribución directa a vídeo y televisión por cable, desde su productora Bound Heat Films y en la misma Checoslovaquia. Así, en años sucesivos podemos contar hasta trece secuelas de “Rejas ardientes”, todas ella apócrifas (y sin embargo oficiales) que pendulean hacia el porno soft siendo ya las últimas producciones de pura basura en vídeo al estilo de “Emmanuelle 2000” y sucedáneos; material que no sirve ni como experiencia cinematográfica, ni para pajas. Algunas de estas películas están dirigidas por él, otras tan solo producidas. Sin embargo, Silmandl no es nuevo en terrenos farragosos y hasta llegar a este agujero negro de WIP y secuelas de “Rejas ardientes”, había firmado (y filmado) infamias del calibre de “El imperio de Ash” y secuela (directamente titulada en nuestro país "Road Warrior" para aprovecharse del éxito de ya saben cual), así como produjo “Justicia sangrienta” (cuyo póster quería emular al de “Halcones de la noche” de Sly)
Por ello no se me caen los anillos cuando afirmo que “Cadenas ardientes 2” es mala a rabiar, es el exploitation del exploitation (que explota algo cuya finalidad ya era explotar, se entiende…) pero, probablemente, comparado con todo lo que hizo después, sea la obra maestra del Lloyd A. Silmandl productor o director. Y que cuesta arriba se hace…