Una suerte de proto-destape a mayor gloria del eterno José Sazatornil “Saza” y de un actor que, tras una larga trayectoria en el teatro y como secundario en cine, Valentín Tornos, alcanza la popularidad ya como septuagenario gracias al programa-concurso “Un, dos, tres”, donde conmovió a una generación de españoles interpretando, en la “parte negativa” del show, al inefable Don Cicuta —que muy pocos recordamos por cuestiones generacionales, pero del que todos hemos escuchado hablar a nuestros padres—. Además, y al contrario de lo que solía ocurrir con las comedias de la época, esta resultó un fracaso de taquilla con apenas 200.000 espectadores en las salas. Se trata de una tirando más bien a burda, en la que un noble, El Vizconde Arnau, queriendo dejar el legado de poder que un día su apellido tuvo, desea tener hijos. Pero tras dar a luz el primero de todos ellos, su esposa queda impedida, por lo que, para que no se pierda su estirpe, comienza a gestar hijos bastardos con distintas mujeres.
El argumento se centra en las conversaciones que tiene El Vizconde con su abogado (“Saza”), dando pie así a una serie de flashbacks que nos narran las correrías (eróticas) de título, con el único afán de mostrar al espectador un poquito de carne femenina. No mucha, que Franco todavía andaba por ahí dando guerra. Sin duda, un título menor de la comedia española de los 70, perpetrada, también, por uno de nuestros directores más infaustos, Joaquín Coll Espona, responsable del binomio de films protagonizados por José Luis López Vázquez, “El Fascista”.
“Las correrías del Vizconde Arnau” es floja, no destaca en absoluto por el nivel humorístico y mucho menos por el cinematográfico, sin embargo, sí lo hace por tratarse del legado fílmico de Valentín Tornos, que fallecería tan solo uno año y medio después del rodaje, víctima de las secuelas de una trombosis cerebral que lo dejó maltrecho durante sus últimos meses de vida.
Precisamente, y es por esto por lo que el título reseñado tiene cierta popularidad entre cinéfilos de morro fino, cuenta la leyenda que la trombosis cerebral que se llevó a Tornos le vino justamente rodando esta película y, justo, tras dar el director la voz de acción en una secuencia. Hasta ahí todo bien, pero el dato siniestro viene cuando, cuentan, una vez detectado el accidente cerebro-vascular del que el actor había sido víctima, el equipo decidió acabar la jornada rodando los contraplanos de Tornos con este sentado de espaldas a la cámara en dicho estado de trombosis. Una vez finalizado el rodaje de ese día, se avisó al médico de lo sucedido. Después, lógicamente, Tornos no pudo continuar, por lo que fue se terminó con la presencia de un doble que hizo todas sus intervenciones de espaldas, algo que es muy evidente en el film.
También se cuenta que el contraplano en el que Valentín Tornos está sufriendo la trombosis quedó registrado para la posteridad, sin embargo, viéndola por primera vez ya conociendo estos datos, he sido incapaz de localizarlo. Sí que he detectado a los dobles de espaldas, pero nunca el contra plano con el actor ya diezmado, estando yo especialmente atento a este detalle.
Como fuere, el metraje con el doble de espaldas no alcanza un 20% de las intervenciones de Tornos, y este parece estar en perfecto estado de salud durante la mayoría del film, por lo que, en un principio, al actor le debió dar el tabardillo con la película prácticamente terminada.
Ahora, si no conocemos los detalles de esta “anécdota”, “Las correrías del Vizconde Arnau” no es más que una mala comedia de mediados de los 70, muy inferior a los clásicos del género que vendrían coetánea y posteriormente.
Durante muchos años Valentín Tornos sería recordado, como ya he dicho, por Don Cicuta, personaje del que hubo hasta merchandising en unos años en los que la mercadotecnia estaba en bragas en nuestro país, y poco se habló de su trayectoria cinematográfica, mucho menos de esta película que se olvida con la misma facilidad con la que, inicialmente, le damos al play a nuestro reproductor.