martes, 11 de marzo de 2025

THE NOSTRIL PICKER

Por supuesto, cuando uno se enfrenta a una película cuyo título se traduce, más o menos, como “El que se hurga la nariz”, tiende a pensar en el típico producto postmoderno e irritable deudor de la Troma más loca y gamberra, o en su defecto, uno de esos ñordos noventeros, entre tercermundistas y cachondos, directos a vídeo, en la línea de la infame “F.A.R.T”. Sin embargo, nada que ver con eso.
En realidad, “The Nostril Picker” es una película independiente rodada a finales de los 80 que nace bajo el título de “The Changer” (“El cambiador”), tan oscura y pequeña que tiene problemas para ser distribuida.
La cosa gira en torno a un perturbado mental que disfruta acosando a las mujeres y al que, un buen día, se le presenta un veterano del Vietnam que le otorga un don psíquico consistente en tomar la apariencia de cualquier cosa a voluntad. Con ese don, nuestro protagonista decidirá transformarse en una adolescente, apariencia con la que aprovechará para colarse en un instituto y, así, obtener la confianza de las chicas jovencitas a las que, una vez en el sitio idóneo, y tomando su forma original, asesinará llegando incluso a devorarlas.
Lo curioso de todo este asunto es que, aunque el criminal se tira más de media película adoptando forma femenina, esta solo la perciben los otros personajes, nunca el espectador, que le ve todo el rato con su forma original, es decir, como la de un tipo de mediana edad, medio calvo y aspecto de pervertido. Quizás por una cuestión presupuestaria, quizás por una cuestión estilística, pero, el hecho de que no veamos nunca transformarse al asesino me parece un acierto y es lo que convierte a esta película, malsana por otro lado, en una cosa medianamente interesante. Al margen de esto, y con unas ideas un poco tontas, contiene gore explícito y artesanal que resulta muy efectivo y, en definitiva, no está tan mal como cabía esperar en un principio. Pintaba horrorosamente.
“The Changer” es un film oscuro y de atmósfera decadente que, sí, deambula hacia la comedia, pero no de manera tan explícita  como se nos propone en el póster que acompaña a esta reseña (el original era muy extraño y con ecos de David Cronenberg). Es tan rara y peculiar que no encontró distribución formal hasta 1993. Y como lo que proponía en un principio no resultaba muy atractivo para los distribuidores, estos se agarraron a un clavo ardiendo y decidieron lanzarla bajo el título de “The Nostril Picker” y hacerla pasar por lo que podíamos llamar una “tromada”. Ahora, resulta muy curioso que se decida vender la película como la de un asesino que se hace pelotillas porque, en realidad, durante todo el metraje apenas se hurga la nariz una vez… y lo hace de pasada,  ni tan siquiera recreándose en el acto. 
Tras su lanzamiento, la película no apareció en formato doméstico alguno hasta que, en 2014, fue recuperada por el sello especializado "Massacre Video", que la relanzó en esta tesitura de asesino pelotillero.
El director, Mark Nowicki, provenía del Hollywood de los 80, donde se encargaba de etalonar películas mainstream (“Yentel” de Barbra Streisand o “Arizona Baby”) y, después de su aventura en la dirección, volvió al Hollywood más convencional en funciones de montador, metiendo mano en “El otro lado de la vida” o “Copland”. Ahí es nada.
El elenco lo componen desconocidos, supongo que amistades de Nowicki, aspirante a actores o gentes de mal vivir. Muchos con muy pocos o, como es el caso del curioso protagonista Carl Zschering, un solo título en sus respectivas filmografías.