sábado, 18 de octubre de 2025

TODOS LOS PEDERASTAS SON CALVOS / THE FLORIDA PROJECT VS. THE CONTAINMENT

Arranquemos esta turra tecleada con Sean Baker, el gran triunfador en los Oscars 2025 gracias a una película -"Anora"- que, francamente, no pude soportar entera. Además de larga como el demonio, era caótica en su proceder, enervante y agobiante. Así que la quité. ¿Algo personal contra su director? ¡¡Ni lo más mínimo!! Baker me cae bien. O me caía bien. A pesar de su indiscutible preferencia por dramas de corte neorrealista, resulta que el tipo es un fanático del cine de género, y el "exploitation" en particular. Yo esas cosas las respeto. Lástima que su obra y yo no congeniemos. Previamente lo había intentado con la primera, esa de los travelos deslenguados. Me aburrió. Claro, cuando llegó la oportunidad de ver otra, "Red Rocket", daba pereza. Al final, pasado un tiempo prudente, la vi y, oh "surprise", me gustó. Sin embargo, a esta siguió el mentado varapalo de "Anora", por lo que.... ¿cómo concluiría el culebrón? Pos fatal, porque la última de Sean Baker que me metí entre pecho y espalda fue "The Florida Project" y... y...
No la terminé. Me fue imposible. Pero hay un por qué. Resulta que al Señor Baker le mola eso de retratar a la "white trash", al populacho. Y puede que caiga en estereotipos o no, pero siempre los pinta como gente de buen corazón y mejores intenciones, aunque tosca, mal hablada, barriobajera, lógicamente inducida por el instinto de supervivencia y, sí, chillona y escandalosa. Vale, tal vez esa clase de gentuza en los USA todavía conserve alguna cualidad que los haga merecedores de tanto interés por el cine pretendidamente preocupado y focalizado en el espectro social de las cosas... pero es que, la "white trash" de mi tierra, de mi día a día, no la soporto. La detesto. La aborrezco. Mi condición miserable me ha obligado a compartir espacio vital con ella. Y lo acepto, y me jorobo. Mea culpa. PERO eso no significa que, cuando me meto a ver una película con un saludable fin escapista, me los tenga que encontrar OTRA VEZ, de morros, y esté obligado durante 120 minutos a sufrirlos en una pantalla, una en la que, además, el cineasta hipócrita de turno (quien, seguramente, tendrá una vida lujosa totalmente ajena al rebaño más elemental. Y si en algún momento compartió existencia con aquel, forma ya parte del pasado, antes del éxito, ergo, ahora lo mira condicionado por cierta nostalgia, cierto romanticismo, ese que a todo le aplica una equivocada pátina de positividad) realza aquellas características de sus maneras y carácter que a mí me provocan arcadas. Básicamente, la vulgaridad y la tendencia al griterío desaforado.
Si a ello sumamos que en "The Florida Project" Baker no solo retrata a este personal, sino que centra sus atenciones especialmente en la parte infante del gremio, los putos críos, pues entonces, amic meu, apaga y vámonos. Detesto a los niños. Pero si son de "esos", todavía los detesto más. Sean Baker pretende que sus arrebatos de mala educación y gamberradas nos resulten entrañables, graciosos/as, pero en mi caso… bueno, gustosamente le soltaría un guantazo a cada uno de ellos.
Cuando vi clara y diáfanamente el percal de lo que me esperaba si no le daba al "stop", me abalancé sobre el respectivo “parato” y detuve la tortura que ya llevaba aguantando cerca de 45 eternos minutos. ¡¡Eh!! ¡¡lo intenté!! Nadie puede negármelo. Pero, simplemente, no. No es mi rollo. Para ver eso, asomo por el balcón y listos.
Dado el paso, decidí hurgar entre mi pelicuteca reciente en busca de otra cosa para enchufarme. Algo que, obvio, se situara en el reverso de "The Florida Project". Y lo encontré. Una de terror con pinta de mojoncillo cuya descarga había olvidado por completo. ¡Ideal! Es justo lo que necesito, cine de género, sustos baratos, adolescentes idiotas y estereotipados, pero a la manera de un tebeo malo, en ningún momento con pretensiones de verosimilitud (verosimili-TURD), etc. Incluso, aunque fuese todo lo mala que pintaba, igual hasta me gustaría, porque es que iba a pillarla con ganas, el cuerpo me lo pedía urgentemente.
Al final "The Containment", que así se llamaba, no me gustó demasiado. Era previsible (el resultado y ella misma). Pero al menos sí la terminé. E incluso saqué algunas cosas en positivo. Me moló su mensaje anticristiano, que no esperaba para nada. El final "shock", seguido de un refinal totalmente incomprensible. Y ciertos momentos de comedia involuntaria, que siempre reconfortan. Estoy hablando de la enésima variación de "El Exorcista", exóticamente confeccionada por mexicanos a pachas con yankis. No, no la vería otra vez.... pero en este combate entre una de terror malucha y un drama neorrealista con pedigrí, está claro quien se alzó con la victoria.
Eso sí, curiosamente ambas gastaban UN aspecto común. Incluyen senda escena en la que un pederasta intenta propasarse y recibe su merecido. En "The Florida Project" es Willem Dafoe quien le increpa. En "The Containment" es la misma presencia diabólica, cosa que me desconcertó. A un ente surgido del averno deberían molarle los pederastas, digo yo. Representan el mal en su estado más puro, la corrupción despiadada de la inocencia. Así pues, que se tome mal la insistencia de un folla-críos por propasarse con el cuerpo de la menor que ocupa, no me cuadra. En fin, paparruchas. La cuestión acá, lo realmente gracioso, es que en las dos películas el pederasta luce muy parecido: mediana edad, algo contra-hecho, un poco de sobrepeso y... ¡¡totalmente calvo!!.