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sábado, 11 de enero de 2025

EL RIESGO DEL VÉRTIGO

Comencé a escribir esta reseña asumiendo que "El riesgo del vértigo" (extraño y retorcido título español para "Deadfall", algo así como "Caída Mortal") era pura consecuencia del éxito de Quentin Tarantino con "Reservoir Dogs", recién iniciados los noventa. De cuando se puso de moda el cine negro protagonizado por villanos "cool" y enrollados. Pero, tras reflexionarlo, me di cuenta que, aunque dicha apreciación podía ser en parte acertada, no se trataba de un pleno. Al fin y al cabo, "El riesgo del vértigo" se hizo en 1993, y el Tarantinismo realmente petó con "Pulp Fiction" en 1994. Hasta cierto punto, y aún manteniendo su deuda con "Reservoir Dogs" -y la idea ya palpitante de que el cine """independiente""" podía ser comercial y violento sin renunciar a cierto prestigio autoral-, la verdadera conexión estaba con otra de las tendencias muy de aquella época en cuanto a ficción cinematográfica: David Lynch, quien revitalizó el cine negro, el thriller, añadiéndole unas gotas de delirio. En ocasiones lo suficientemente controladas como para no enturbiar la trama de base, contándote una historia de gangsters más o menos común en la que, súbitamente, colaba una locura visual o personaje extravagante ("Frank Booth", "Bobby Peru"...), que te descolocaba un poco, pero no lo suficiente como para sacarte de la película, dotándola incluso de cierta gracia extra. Una tendencia a la que muchos se apuntaron, entre ellos Christopher Coppola, sobrino de Francis Ford.
No es la primera vez que asoma por acá. Hablé de él cuando comentamos su largometraje de debut, "Condesa Drácula", y mencioné, regocijantemente, su condición de alumno/amigo del gran George Kuchar. Aquella curiosa pero mediocre película no hizo mucho por su carrera, así pues Christopher acabó recurriendo a lo fácil y, dada su posición, lógico: the family +, supongo, algún contacto por ahí que le ayudara a levantar el nuevo proyecto con el que soñaba. Consecuentemente, y hurgando entre el personal implicado en "El riesgo del vértigo", damos también con Talia Shire, su tía, y, muy especialmente, Nicolas Cage, su hermano.
Retomando aquello de los personajes extravagantes propios del Lynchismo noventero, pal caso tenemos tres ejemplos claros, un villano con una aparatosa y poco creíble mano falsa en forma de amenazadora tijera (al que, graciosamente, da vida el mismísimo Angus Scrimm, "Hombre Alto" en la saga "Phantasma"), un experto jugador de billar de modales exquisitos encarnado por otro coleguita del director, Charlie Sheen (seguido muy de cerca por su hermana Renée Estevez... ambos hijos del protagonista de "Apocalipsis Now"), o aquel al que insufla vida -o debería decir, sobredosis de vida- el hermano de Christopher. No es baladí pues la mención a David Lynch considerando que, parte del prestigio que entonces acarreaba Nicolas se fundamentaba en su papel protagonista para, justo, uno de esos thrillers raros del padre de "Cabeza Borradora", "Corazón Salvaje". Así, contar con él como reclamo sería de cierta ayuda (aunque se tratara de un rol secundario). Claro, ¿cuál es el problema? que Christopher dio carta blanca al actor para que hiciera lo que le diera la santa gana... y ya sabemos lo arriesgado que es eso, comentario muy oportuno considerando el título patrio del film. En "El riesgo del vértigo" Nicolas Cage pierde los papeles que da gusto. Desde la elección de su look, ahí con nariz y moreno de pega, peluquín, bigotillo, gafas de sol y vestuario colorista (no son pocas las ediciones que recurren a una estampa suya sin todos los abalorios, o únicamente un mostacho pintarrajeado, para evitar espantar al posible cliente -ver imagen adjunta-), a, sobre todo, las maneras. Decir histriónico es quedarse corto. Usar la palabra sobreactuado sería un insulto para los sobreactuadores del mundo libre. Nic no se pasa tres pueblos, se pasa tres estados, tres planetas y tres universos. Provocando el ridículo y la vergüenza ajena. Es agotador. Celebré con bailes y cánticos cuando su presencia deja de ser continua. Verlo para creerlo. Lo gracioso del caso es que, tanto gozó desfasando, que en 2017 decidió retomar al personaje para una película ajena titulada "Arsenal". Manda cojones.
Suerte que ahí están un Michael Biehn todavía "biehn" posicionado, el gran James Coburn, Peter Fonda y
 Mickey Dolenz de los "Monkees" -+ los mentados Angus Scrimm / Charlie Sheen- para contrarrestar las psicóticas cucamonas de Nicolas. Por aquello de cerrar el círculo, mentar a Nick Vallelonga, co-guionista, quien se marca un papelillo. Con los años lograría alcanzar el cielo ganando el Oscar por el libreto de la decente -y políticamente correcta- "Green Book".
"El riesgo del vértigo" narra la epopeya de un estafador profesional que, accidentalmente, mata a su padre durante un (que no "de un") golpe. Supuestamente las balas eran de fogueo, pero no. Agonizante, papá le pide que busque a su hermano (tío del prota) y reclame "la tarta". Así pues, el chaval decide hacer realidad el último deseo de su progenitor. Cuando localice al personaje en cuestión, se las verá con su matón de confianza, celoso ante las atenciones que se lleva el recién llegado, y se colará por la seudonovia de aquel. Como resultado, muchos conflictos, algunas muertes y varias sorpresas.
Aunque me sonaba haber leído críticas positivas de "El riesgo del vértigo" -al menos en su día- lo cierto es que, revisando, descubro más bien lo contrario. La tendencia general consiste en ponerla a bajar de un burro. Michael Biehn dice que es lo peor que ha hecho en su vida (¿¿en serio?? permíteme dudarlo). Incluso Christopher Coppola la desprecia y asegura que únicamente se la pone de vez en cuando para descojonarse con el trabajo de su hermano (!!!). Fue tal el desastre financiero, que recomendaron al joven director desaparecer un par de años, por aquello de limpiar su imagen y que Hollywood le retirara de la lista negra. No hizo ni caso, obvio. Y lo celebro. Así, su carrera consiguiente se mantuvo en un razonable tránsito de pura mediocridad, a base de westerns tardíos, alguna película infantil y la que, a día de hoy, sigue siendo la que más curiosidad me despierta, "The Creature of the Sunny Side Up Trailer Park" (algún día caerá) En fin, no sé, a mi "El riesgo del vértigo", consumida sin conocimiento de toda esta mandanga, me gustó y entretuvo. Tampoco veo que sea TAN terrible... salvo por ya saben quien. Pero incluso eso es perdonable... o divertido, según lo vean. Claro que podría estar siendo traicionado por las simpatías que siento hacia Christopher Coppola. No lo niego. Arrastrando el apellido que arrastra, que se haya convertido un poco en la "oveja negra" del clan, algo así como el reverso tenebroso de Sophia Coppola, mola mucho.

sábado, 7 de octubre de 2023

THE OFFER

No soy fan de "El Padrino". Ni me gusta, ni me disgusta. Me deja frío. Lo sé, lo sé, ¡sacrilegio! ¡a todo el mundo le mola el clásico de Francis Ford Coppola, considerada casi unánimemente una de las mejores películas de la historia! Pues a mi no. Tampoco la desprecio, simplemente no conecto con ella. Sin embargo, como devoto del séptimo arte, soy perfectamente consciente de su peso, su trascendencia y todo el respectivo mamoneo. Que representa la punta del iceberg del llamado "Nuevo Hollywood", periodo este que siempre me ha fascinado. ¿Y a quién no?.
Pero si hay algo que me gusta tanto o más que una película, es una que hable sobre cómo se hacen las películas. Da igual si la retratada es un clásico intocable como "Psicosis" o una basurilla del calibre de "Plan 9 from outer space". Gozo infinitamente viendo las trifulcas de un rodaje, los problemas, las alegrías y, sobre todo, la maravillosa hermandad que se forja entre los implicados. Una que, dramáticamente, se rompe de forma despiadada en cuanto el trajín llega a su final. Si, además, todo el viaje viene recreado con talento, saber hacer y de forma entretenida, ya ni te cuento. Pues justo eso es "The Offer", una serie de diez capítulos marca "Paramount Television" donde se narra al detalle los pormenores de la creación de "El Padrino", siempre según recuerdos y vivencias de su principal productor, Al Ruddy.
Además, "The Offer" tiene un punto extra. No se trata únicamente de los tejemanejes de Hollywood. También la mafia, por obvias razones, anda metida en el embolao. Ambas tramas se van intercalando a medida que los episodios se acumulan. Y, ocasionalmente, una imita a la otra. Veremos como, de entrada, el hampa italiana rechaza la existencia del libro de Mario Puzo y, seguidamente, se opone a la película para, finalmente, cambiar de opinión, hasta el punto de colaborar en su confección usando estrategias no demasiado legales. Y veremos al mentado productor, Al Ruddy, estrechar lazos con el Capo. Una amistad de la que terminas muy colgado, a pesar de los pesares. Y, por supuesto, veremos la implicación de Coppola, las locuras del legendario Bob Evans, el apetito voraz de Puzo y las apariciones de sosias de Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Talia Shire, Diane Keaton o Robert Duvall. También Frank Sinatra, enemigo jurado de "El Padrino", encarna a un villano de opereta. Y, aunque ajenos al film protagonista, añadan Robert Redford y Burt Reynolds al puré.
Es de esas series que enganchan. Terminas un capítulo y ya te pirras por ver el siguiente. Y cuando concluyes, incluso te queda un poso de tristeza. A ver, perfecta no es. Sobran algunas concesiones a la generación Woke. Sendas pinceladas de humor poco inspirado. Efectos especiales CGI cantosos (la explosión del coche es muy cutre), pero queda compensado por el entretenimiento y el disfrute. Incluso la emoción. Vives con estos personajes tan carismáticos. Sufres cuando sufren y te alegras cuando triunfan. Gracias en parte al talento del reparto, por supuesto, encabezado por Miles Teller como Ruddy (también co-productor del pifostio), dos estupendos Dan Fogler y Patrick Gallo como Coppola y Puzo (cuya gordura y devoción por el buen comer les hace inseparables), genial Matthew Goode en la piel de Bob Evans, grande Giovanni Ribisi como temible/entrañable Capo mafioso, incluso Juno Temple funciona, aunque sea una actriz que me chirría un poco, tal vez por ser la sonrisa más fea del firmamento peliculista moderno. Sin olvidarnos de Paul McCrane, quien diera vida a Emil en "Robocop", o un inesperado y entrañable Lou Ferrigno en la piel de -obvio- un matón de la mafia.
Sin embargo, la cosa que realmente me atrapó de "The Offer" es el modo en que se retrata el enfrentamiento entre los dos Hollywoods. Se diría que el antiguo y el que era moderno a inicios de los setenta. Pero yo lo veo de otra forma. Bob Evans compite encarnizadamente con un ejecutivo de "Gulf + Western" -entonces propietaria de "Paramount"- que quiere quitarle el puesto. En un momento dado lo consigue y cuando comienza a aplicar su criterio, antepone el dinero, el complacer a la audiencia sin tomar riesgos, apostando por cine de género "tonto", de puro consumo (se cita "Aeropuerto 80"). Más que representar al viejo Hollywood, en ese personaje veo aquel que acabaría sustituyendo a la generación de Bob Evans cuando esta, devorada por su propio ego (+ excesos drogadizos y etc), la cagó acumulando grandes fracasos y dando pie a la era del blockbuster en los años ochenta, a los Spielbergs y Lucas, al cine comercial destinado a comer el ojete del público, a los espectáculos audiovisuales, los efectos especiales, las tramas sencillas del bien contra el mal y la búsqueda del entretenimiento como reclamo principal. Una etapa de esplendor económico y taquillas tremendas dominada por ejecutivos trajeados sin idea de cine, anteponiendo el comercio al -ejem- arte y el "auteurismo" propios de la década previa. En "The Offer" ese personaje pierde y acepta su derrota... de momento. Todos sabemos que, no mucho después, volverá para tomarse la revancha y, esta vez sí, quedarse (y yo que lo celebro).
De entre los varios diálogos memorables, dejen que recupere la siguiente perla esputada por -el personaje de- Bob Evans: "La gente educada nunca dice la verdad". Me dio que pensar, tal vez sea hora de aplicármelo. Comenzaré ahora mismo con 
una como un templo: "The Offer" es COJONUDA.

viernes, 27 de noviembre de 2015

REENCUENTROS

Pensándolo, es muy cierto que Jonh Belushi es un icono, pero también es cierto que de las siete películas en las que apareció, fueron un fracaso seis, solo fue un exitazo “Desmadre a la americana”, todo lo demás pinchó, a veces de forma catastrófica, lo que le convierte en un verdadero cómico de culto. Porque la veneración por Belushi viene a posteriori y no por gran actor, sino por yonkie. Y el culto a películas como “1941” o “Granujas a todo ritmo”  se inicia años después, que en el momento, fueron fracasos gordos.
Si bien empezó con papeles episódicos en películas como “Camino del Sur” o la que nos ocupa “Reencuentros”, “Old Boyfriends” en su versión original. Nada, es una intervención que apenas sobrepasa los 25 minutos, pero que sirve para comprender por qué Belushi es tan amado; es que gozaba de un carisma y una personalidad tal que traspasaba incluso las películas en las que aparecía. Y no hay que olvidar que Belushi es quien es gracias a sus intervenciones en el “Saturday night Live” y que de ahí le viene el éxito y la fama; cuando murió, en el cine, no estaba más que empezando y, a juzgar por los fracasos, con bastante mal pie. Pero cuando salía en una peli, el espectador se queda bocas contemplando el alarde de energía que soltaba el actor.
“Reencuentros” es la progre historia de una loca del coño que tras divorciarse, decide pegarse el festival de pollas follándose a sus ex novios, así se va a una ciudad y fornica con uno, lo intenta con otro en otra ciudad, y mientras cala hondo en el primero de todos ellos, cuando este se va a buscarla, le da tiempo a echarse otro caliqueño con un tercero.
La película pasó inadvertida, porque pocas cosas se han visto más malas que esta. Un coñazo de corte medio feminista, con una música épica que le acompaña en toda suerte de escenas románticas y que no le va nada bien al asunto, que supuso el debut de su directora, Joan Tewkesbury, y que después quedó relegada a la dirección televisiva porque es obvio que la chica no era en exceso talentosa.
Belushi interpreta en la cinta a su novio del instituto, el cual la humilló diciendo a sus compañeros que se había acostado con ella siendo mentira. Cuando se reencuentran años después, ella está dispuesta a, ya que él alardeaba de ello, que se la tire de verdad.
Y ahí radica todo el interés del asunto, el poder ver en acción a Belushi en una de sus películas más ignotas. Una vez concluye su parte, el resto de la película carece de interes. De hecho, circula por la red una versión de la película montada por un fan, en la que solo vemos las escenas en las que aparece Belushi.
La película la protagoniza Talia Shire, hermana de Francis Ford Coppola y la Adrian de “Rocky”, papel por el que consiguió después este protagonista, y por el cual ya nunca haría ninguna película trascendente más allá de la saga de “Rocky”. “Reencuentros” estaba concebida para su lucimiento, pero se lució más bien poco. Y es que ¡que bazofia tan grande por dios!
Junto a Belushi y Shire, Keith Carradine (hermano de David y de Robert e hijo de John) interpreta a otro novio más y Richard Jordan (“Dune”, “A la caza del Octubre rojo”) interpreta al que al final se lleva el gato al agua.  De hecho, en la época del vídeo, era el actor que lo partía de todo el reparto, puesto que al estrenarse directamente en vídeo en nuestro país –y he aquí la prueba de que Belushi no era nadie, al menos en España,  hasta que le reivindicaron los esnobs- en la carátula (que no tiene desperdicio) es él el que figura como estrella, más allá de sus compañeros. También es cierto que la carátula de vídeo es un poco engañosa, ya que se nos muestra la película como una especie de thriller, o algo así, prometiendo acción cuando en realidad se trata de un culebrón rosa y dramático que sonrojaría al más acostumbrado a las ñoñerías.
No obstante en su estreno americano, al largarse el público a mitad de película durante sus proyecciones, de puro coñazo que era, a los señores distribuidores de Embassy, no se les ocurrió otra cosa que cambiar el póster; si en la primera versión aparecía Talia Shire abrazando a un señor anónimo, en la versión nueva, con las que inundaron paneles de autopistas y marquesinas, aparecía ella en primer plano, custodiada por un Belushi que presidía el póster, micrófono en mano, y cuya frase promocional venía a decir algo así: “Talia Shire buscaba el amor de su vida, pero esta vez será Belushi el que la mande a la mierda”. No he podido encontrar casi info de la peli en toda la red, menos aún este póster que tan bien hubiera ilustrado lo que digo.
Jonh Belushi, su representante, y la madre que parió a todos ellos, por supuesto, se llevaron un monumental cabreo al ver el uso que se hacía de la figura de Belushi en la promoción, pero al ser tal el fracaso, pasaron de todo lo referente a denuncias y malos rollos.
Y es que Belushi, cuando se estrenó esto, era ya súper famoso, tanto que le colaron ahí como protagonista para ver si se salvaba la película. Lo único que se consiguió es que la gente pidiera que se le devolviera su dinero a la entrada del cine, porque habían pagado para ver una película protagonizada por John Belushi, y en esta él aparecía un momento. Así que no remontaron y la película se fue al garete; eso si, las críticas fueron más que favorables para el señor Belushi.
Por lo demás, mierda. Lo más interesante, lo que acaban de leer aquí.