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sábado, 3 de diciembre de 2016

CONDESA DRÁCULA

El propietario de un museo de cera instalado en Los Ángeles organiza una expo sobre Drácula, y lo hace a lo grande, agenciándose objetos importados desde Transilvania y que, se supone, fueron genuina propiedad del rey de los vampiros. Ese día recibe una caja de más, una bastante grande. ¿Y que contiene?, fácil: a la viuda de Drácula. Vanessa. Una chupasangre con mucha mala hostia que se encoñará de él y recorrerá las calles en busca de alimento. La novia de aquel y un detective que parece salido de una novela negra unirán fuerzas para detener al monstruo y recuperar al muchacho.
Cuando vi esta peli en su día, editada en vídeo por "Dister", me pareció un rollo macabeo. Pero desde hace un tiempo me hacía tilín revisarla, únicamente por su director, Christopher Coppola, sobrino de Francis Ford y medio hermano de Nicolas. ¿El motivo?, pues que el muchacho fue alumno del legendario George Kuchar en el San Francisco Art Institute y mantuvieron la amistad hasta el fallecimiento de este. Podemos ver a Christopher en algunos de los video-diarios de Kuchar, en el recomendable documental "It came from Kuchar" y, más curioso si cabe, entrevistando a su ex-profe para las páginas de la revista "Fangoria". Fue ahí cuando Coppola explicó que durante el rodaje de "Condesa Drácula", que si en algo se destaca es en su estilizada utilización de iluminación a base de colores primarios, puso en práctica algunos de los trucos caseros aprendidos bajo tutela Kuchariana ante los horrorizados ojos del resto del equipo técnico. El mismo George Kuchar comenta en la entrevista que le gusta "Condesa Drácula" por su aspecto de comic y por su "extraño look". Entonces Coppola añade: "El problema fue que a la gente no le pareció terrorífica".
Tal declaración nos pone a huevo el que, justamente, es el problema de la peli reseñada. No es ya que no dé miedo, es que resulta altamente sosa. Sí, muy estilizada. Molan los colorines y tal. Pero a veces lo es tanto que te da la sensación de que estás viendo algo estéril, un anuncio de colonia. Lo compensan leves arrebatos de gore "old school", efectos visuales zopencos (ese terrible croma con el murciélago volador) e ideas puntuales que funcionan, destacando la secuencia de la misa negra (el obligado momento "tetil" de la función, a falta de que la prota se quite la ropa, y no será porque no tuviese experiencia previa tal y como luego veremos) con la masacre de satanistas, y ese Helsing senil y exaltado tan gracioso, especialmente cuando entra en la morgue y comienza a clavar estacas a los cadáveres. Son destellos que no arreglan la peli en su totalidad, pero que la hacen un poco más soportable. Logramos llegar al final sin volvernos locos de aburrimiento, pero también sin la sensación de haberlo pasado demasiado bien. "Condesa Drácula" se queda en un "pasable, por los pelos".
En el apartado de curiosidades, podemos citar ese plano en el que nos muestran descaradamente una placa a nombre de Francis Ford Coppola en el asfalto del famoso paseo de la fama o el pequeño papel como policía que se marca George Stover, el mítico astro de la serie Z, musa eventual de John Waters y mano derecha de Don Dohler.
La protagonista, Doña Drácula, no es otra que Sylvia Kristel, la famosa "Emmanuelle" que entonces vivía el peor momento de su carrera. Imagino que no se sentiría muy feliz caracterizada con una peluca cutre y todo ese maquillaje, tal vez ello explique su interpretación tirando a poco entusiasta. La acompañan otro del clan Coppola, Marc. Josef Sommer, un secundario de esos que salen en mil películas. Y Lenny Von Dohlen, al que hemos visto en algunos productos clásicos de los ochenta como "Sueños Eléctricos".
En cuanto al amigo Christopher Coppola, pues seguidamente rodó su título más respetado (y con protagonismo de Nicolas Cage), "El riesgo del vértigo", para volver un poco a cierta oscuridad pariendo mucho cine de género segundón y algunos productos televisivos. Entre sus últimas obras tenemos una "comedia de horror" que no he visto pero tiene pinta de ser curiosa, "The creature of the Sunny Side Up trailer park". Su más reciente aportación es del 2015 y se titula "Sacred Blood".

lunes, 30 de septiembre de 2019

TONIGHT FOR SURE

Uno de los primeros films de Francis Ford Coppola, un extraño y curioso nudie etapa pre-Roger Corman que le sirvió al afamado director para reciclar algunos de sus trabajos anteriores y, todo mezclado, estrenarlo en el circuito de cine para adultos.
Así, Coppola rueda unas pocas tetas y numeritos de burlesque, y luego se las apaña para encajar ese material filmado con un cortometraje suyo anterior titulado “The Peeper” que mezclará con parte de una película olvidada que tenía en propiedad titulada “The Wide Open Spaces”. El resultado es este “Tonight for sure”, un corta y pega que ríete tú de Jess Franco o de Tomas Tang, en el que un minero paleto llega a Sunset Strip montado en burro y  conoce a un señor de la alta sociedad. Ambos acuden a un club de alterne y al ver a las señoritas bailar y contonearse, darán rienda suelta a sus fantasías eróticas que suceden, entre otros escenarios, en el lejano Oeste. Y estas locas situaciones de las que el espectador es testigo, no son más que una excusa para colar unas cuantas escenas eróticas y el material reciclado.
Desde luego, se trata de una mierdecilla a duras penas soportable. Un producto muy de aquella época —los 60— destinado a autocines y salas de baja alcurnia cuya única razón de ser, es ganar unos cuantos dólares rápidos.
No hay mucho que destacar, la verdad…
El interés de esta película radica en quién es su director y en lo curioso que resulta ver como previamente a “El Padrino”, Coppola no era más que un artesanal director de géneros y categorías menores. Sin embargo, la película es infinitamente inferior a otras muestras del subgénero como puedan ser, por poner un par de ejemplos de corte popular, “The Adventures of LuckyPierre” de Herschell Gordon Lewis o “La vida sexual de Frankenstein” de Peter Perry Jr. mucho más originales y divertidas (dentro de lo poco divertido que es, por lo general, el nudie). “Tonight for sure” es, amén de una chorrada sin sentido, un rollete bastante exasperante.
También, esta película, supondría una atípica colaboración entre Coppola y algunos de sus compañeros de escuela, por ejemplo, Jack Hill (“Foxy Brown”) hizo las veces de director de fotografía, antes de convertirse en un productor y director de naturaleza eminentemente exploit y, Jerry Schafer, director de “Fist of steel”, se atribuye junto a Coppola un crédito como guionista de este engendro.
Por supuesto, de los tres amigos aspirantes a cineastas, al que mejor le ha ido, ha sido a Coppola como pueden suponer.
“Tonight for sure”, es lo que es, pero como solo dura una hora, se puede ver sin resoplar mucho siempre y cuando tengamos a mano nuestro teléfono móvil para revisar e mails o mirar facebook. Y es una peli de Coppola… que eso da morbo.

sábado, 7 de octubre de 2023

THE OFFER

No soy fan de "El Padrino". Ni me gusta, ni me disgusta. Me deja frío. Lo sé, lo sé, ¡sacrilegio! ¡a todo el mundo le mola el clásico de Francis Ford Coppola, considerada casi unánimemente una de las mejores películas de la historia! Pues a mi no. Tampoco la desprecio, simplemente no conecto con ella. Sin embargo, como devoto del séptimo arte, soy perfectamente consciente de su peso, su trascendencia y todo el respectivo mamoneo. Que representa la punta del iceberg del llamado "Nuevo Hollywood", periodo este que siempre me ha fascinado. ¿Y a quién no?.
Pero si hay algo que me gusta tanto o más que una película, es una que hable sobre cómo se hacen las películas. Da igual si la retratada es un clásico intocable como "Psicosis" o una basurilla del calibre de "Plan 9 from outer space". Gozo infinitamente viendo las trifulcas de un rodaje, los problemas, las alegrías y, sobre todo, la maravillosa hermandad que se forja entre los implicados. Una que, dramáticamente, se rompe de forma despiadada en cuanto el trajín llega a su final. Si, además, todo el viaje viene recreado con talento, saber hacer y de forma entretenida, ya ni te cuento. Pues justo eso es "The Offer", una serie de diez capítulos marca "Paramount Television" donde se narra al detalle los pormenores de la creación de "El Padrino", siempre según recuerdos y vivencias de su principal productor, Al Ruddy.
Además, "The Offer" tiene un punto extra. No se trata únicamente de los tejemanejes de Hollywood. También la mafia, por obvias razones, anda metida en el embolao. Ambas tramas se van intercalando a medida que los episodios se acumulan. Y, ocasionalmente, una imita a la otra. Veremos como, de entrada, el hampa italiana rechaza la existencia del libro de Mario Puzo y, seguidamente, se opone a la película para, finalmente, cambiar de opinión, hasta el punto de colaborar en su confección usando estrategias no demasiado legales. Y veremos al mentado productor, Al Ruddy, estrechar lazos con el Capo. Una amistad de la que terminas muy colgado, a pesar de los pesares. Y, por supuesto, veremos la implicación de Coppola, las locuras del legendario Bob Evans, el apetito voraz de Puzo y las apariciones de sosias de Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Talia Shire, Diane Keaton o Robert Duvall. También Frank Sinatra, enemigo jurado de "El Padrino", encarna a un villano de opereta. Y, aunque ajenos al film protagonista, añadan Robert Redford y Burt Reynolds al puré.
Es de esas series que enganchan. Terminas un capítulo y ya te pirras por ver el siguiente. Y cuando concluyes, incluso te queda un poso de tristeza. A ver, perfecta no es. Sobran algunas concesiones a la generación Woke. Sendas pinceladas de humor poco inspirado. Efectos especiales CGI cantosos (la explosión del coche es muy cutre), pero queda compensado por el entretenimiento y el disfrute. Incluso la emoción. Vives con estos personajes tan carismáticos. Sufres cuando sufren y te alegras cuando triunfan. Gracias en parte al talento del reparto, por supuesto, encabezado por Miles Teller como Ruddy (también co-productor del pifostio), dos estupendos Dan Fogler y Patrick Gallo como Coppola y Puzo (cuya gordura y devoción por el buen comer les hace inseparables), genial Matthew Goode en la piel de Bob Evans, grande Giovanni Ribisi como temible/entrañable Capo mafioso, incluso Juno Temple funciona, aunque sea una actriz que me chirría un poco, tal vez por ser la sonrisa más fea del firmamento peliculista moderno. Sin olvidarnos de Paul McCrane, quien diera vida a Emil en "Robocop", o un inesperado y entrañable Lou Ferrigno en la piel de -obvio- un matón de la mafia.
Sin embargo, la cosa que realmente me atrapó de "The Offer" es el modo en que se retrata el enfrentamiento entre los dos Hollywoods. Se diría que el antiguo y el que era moderno a inicios de los setenta. Pero yo lo veo de otra forma. Bob Evans compite encarnizadamente con un ejecutivo de "Gulf + Western" -entonces propietaria de "Paramount"- que quiere quitarle el puesto. En un momento dado lo consigue y cuando comienza a aplicar su criterio, antepone el dinero, el complacer a la audiencia sin tomar riesgos, apostando por cine de género "tonto", de puro consumo (se cita "Aeropuerto 80"). Más que representar al viejo Hollywood, en ese personaje veo aquel que acabaría sustituyendo a la generación de Bob Evans cuando esta, devorada por su propio ego (+ excesos drogadizos y etc), la cagó acumulando grandes fracasos y dando pie a la era del blockbuster en los años ochenta, a los Spielbergs y Lucas, al cine comercial destinado a comer el ojete del público, a los espectáculos audiovisuales, los efectos especiales, las tramas sencillas del bien contra el mal y la búsqueda del entretenimiento como reclamo principal. Una etapa de esplendor económico y taquillas tremendas dominada por ejecutivos trajeados sin idea de cine, anteponiendo el comercio al -ejem- arte y el "auteurismo" propios de la década previa. En "The Offer" ese personaje pierde y acepta su derrota... de momento. Todos sabemos que, no mucho después, volverá para tomarse la revancha y, esta vez sí, quedarse (y yo que lo celebro).
De entre los varios diálogos memorables, dejen que recupere la siguiente perla esputada por -el personaje de- Bob Evans: "La gente educada nunca dice la verdad". Me dio que pensar, tal vez sea hora de aplicármelo. Comenzaré ahora mismo con 
una como un templo: "The Offer" es COJONUDA.

domingo, 27 de junio de 2021

TRAILER DE "PEGGY SUE SE CASÓ"

Por lo visto, cuando Francis Ford Coppola rueda una peli que considera meramente alimenticia, se quita el Ford del nombre. Y ese es el caso de "Peggy Sue se casó", que en su día recibió la acusación de ser una mera imitación de la entonces recién estrenada (un año antes!) "Regreso al futuro". Por la trama, nadie diría lo contrario. Sin embargo, jamás vi "Peggy Sue se casó". En 1986 no era mi tipo de película. Y hoy, me daría pereza. Por mucho que nuestro querido vozarrón estridente nos asegure que es lo mejor que ha hecho Coppola desde "El Padrino", ¡¡ja ja ja!!. De hecho, a mi "El Padrino" me aburre, así que tampoco eso me sirve. Acompañan a la Turner unos jóvenes Nicolas Cage y -otra vez tú!- Jim Carrey pre-fama, de cuando trataba de triunfar como actor guapito. Resulta altamente curioso comparar a los tres y sus situaciones de entonces con lo que son hoy. Curioso y un poco deprimente.
En cualquier caso, ahí va el susodicho...


martes, 30 de octubre de 2012

DRÁCULA DE BRAM STOKER

Vi esta película el día de su estreno, y no la volví a ver más. Supongo que si no la he vuelto a ver hasta esta ultima vez, será porque no me gustó mucho. En cualquier caso, si que la recordaba espectacular. No lo es.
En cuanto a los años 90, siempre se dice que es la peor década del cine, la que peores películas se hicieron. Quizás sea verdad, a pesar de que al revisar alguno de estos títulos, estos mejoran sustancialmente, cuando no es que son y eran cojonudos. Pero amigo, las malas películas de aquella década, fueron muchas. “Drácula de Bram Stoker”, dirigida por un Francis Ford Coppola hasta el cuello de deudas, es una de ellas. Además de ser la peor película sobre Drácula de cuantas se hicieron. Una de esas películas que el paso del tiempo directamente destruye.
Y es que Coppola, se las apaña para hacer una película épica en la que dejar su impronta, en la que se nutre de elementos de todos los Dráculas anteriores; del de Murnau, del de Bela Lugosi, e incluso del de la “Hammer”.
¿Qué es lo que pasa? Que como la historia de Drácula está ya más que sobada, pasa un poquito de explicárnosla para centrarse en todos los efectitos y excentricidades de los que esta película hace gala. Con lo cual, cuesta horrores seguir el argumento (vale, que lo conocemos más o menos, pero no tenemos por qué) que con tanta variación y tanto gilipollerío, al final la película se queda en una colección de imágenes muy mal explicadas.
Por otro lado, los actores están todos para matarlos. No solo Gary Oldman dando vida a los mil y un formatos del vampiro de los Cárpatos, si no Winona Rider con su rictus perpetuo de preocupación (pero atentos a una escena en la que estando ella al trasluz, con un camisón trasparente, somos testigos de lo bonitas que son sus tetas, o al menos su silueta), Keanu Reeves, con corte de pelo a tazón noventero más inexpresivo que de costumbre, Tom Waits, que en vez de Renfield parece un sosias de Gollum, y sobretodo Anthony Hopkins, que cuenta chistes, se desgañita y se exalta de tal manera, que más que Van Helsing, parece Carlos Pumares.
Al desbarajuste actoral, súmenle un diseño de producción de cartón piedra que quizás en la época era hasta resultón, pero que en la actualidad se queda desfasado, recordando más a una producción ochentera de serie B, que a la gran súper producción que es.
Copola, dirige cual maniático, llenando el montaje de transiciones, filtros, encadenados y gilipolleces, que efectivamente, dejan su sello de gran autor en la película, pero que son excesivos.
En definitiva, una mierda pinchada en un palo, anticuada, aburrida, fea, estúpida y terriblemente ñoña. Vamos, para ver de nuevo, y no dar crédito. Me están entrando ganas de ver “Jack”.

viernes, 18 de abril de 2014

SEDUCIDOS Y ABANDONADOS

El actor Alec Baldwin y el director James Toback (que, a mi humilde parecer, no ha hecho nada realmente destacable a lo largo de su carrera) unen esfuerzos para parir un documental sobre lo mucho que cuesta -sobre todo, hoy día- reunir los dineros para tirar adelante una película medianamente digna (en cuanto a medios). Para ello, inventan un proyecto así como de drama erótico y se las piran al Festival de Cannes. Allí, entre charla y charla con productores y posibles inversores (entre ellos unos cuantos ricachos), también se reúnen con bastantes rostros reconocibles del mundillo (actores y directores) y les preguntan sobre sus experiencias y, ya de paso, sus orígenes. El resultado es de lo más entretenido y estimulante.
Desconozco cual es la verdadera finalidad de "Seducidos y abandonados", pero casi parece confeccionada para desanimar a todo aquel que pretenda apuntarse a la industria del séptimo arte. La de culos que has de lamer y la de rechazos que has de soportar dignamente superan en número e intensidad a cuando sales por ahí con calentón y ganas de follar... francamente, no sé si yo sería capaz de pasar por esta mierda (y por la otra!).
Haciendo gala de un ritmo endiablado (sobre todo para la vista, hay momentos en los que la pantalla se divide en tantas subpantallas que al final te pierdes, algo a lo que contribuye el seguimiento de los subtítulos) y un amplio sentido del humor (el colega Baldwin resulta ser todo un cachondo) -a pesar de que, esencialmente, lo que cuenta es muy trágico-, la tendencia general es de lógica nostalgia, a "cualquier tiempo pasado fue mejor". Todos se lamentan de algo que ya sabemos, que en los 70 Hollywood era mucho más valiente y arriesgaba poniendo guita en proyectos innovadores y diferentes. Lo que parecen olvidar es que, precisamente, un exceso de aquellos, y el desmedido ego de muchos de sus responsables, fueron los que se cargaron a la gallina de los huevos de oro.
Todo este lloriqueo sería algo más cargante (que principalmente viene de boca de, obvio, los más mayores) si no fuese por la cantidad de joyitas que algunos sueltan. Así de memoria son especialmente interesantes los parlamentos de Martin Scorsese, Roman Polanski y Ryan Gosling (tremenda la anécdota del avión). Luego están los que se sinceran sin tapujos y aparecen mucho más vulnerables y humanos de lo acostumbrado, como James Caan (quien reconoce que su carrera básicamente está ya muerta) y Francis Ford Coppola. Aunque lo más cachondo es oir hablar a los productores y posibles inversores, sus escaqueos, sus quejas y, sobre todo, sus absurdas demandas y su cruda sinceridad respecto al estatus de los actores que James Toback propone para su supuesto proyecto (el mismo Alec Baldwin es calificado despectivamente como "actor de televisión"). El más jefe de todos es Avi Lerner, co-capitoste de "Nu Image" y al que le importa una mierda soltar que solo quiere ganar pasta, que no lee los guiones de sus producciones (eso lo explica todo) y calificar al cine "de autor" propio de Cannes como "películas que solo van a ver las madres y hermanas de los que las han hecho". Brillante.
Sorprende ver que la mayoría de los productores se apuntan a la aventura -sin demasiadas dificultades- aunque su ofrecimiento nunca supera los cinco millones de dólares. Cifra esta que Toback considera insuficiente. No sé, a mi no me parece tan miserable para un drama intimista... pero ¿qué sabré yo?.
En el lado malo, pues la tendencia del documental a echar mano de referencias respetables (grandes clásicos, grandes poetas y pensadores, grandes nombres del séptimo arte), despreciando todo aquello que se sitúe a un nivel más comercial/popular, como las pelis basadas en comics o videojuegos, a las que por ahí alguien sitúa en un poco generoso renglón. Lo de siempre.
Pero vamos, que esa es mi única queja y viene condicionada por mis apetencias consumistas, porque en realidad "Seducidos y abandonados" está muy bien, es entretenido, es instructivo, es divertido, es patético (en el fondo no deja de ser un berrinche de aquellos que no logran alcanzar la cima o la han dejado atrás... o, peor, de los que lo tienen todo y, aún así, lloran) y ha conseguido lo imposible, que le pierda un poco de asco a Diablo Cody. Eso tiene mérito.
Muy recomendable.

sábado, 17 de abril de 2021

SUPERNOVA, EL FIN DEL UNIVERSO

Con semejante título, fue mi condición de aficionado a la astronomía, deglutidor de toda clase de cine catastrofista y, en general, devoto de lo fantástico (incluida ciencia-ficción. Mezclada con thriller, como es aquí el caso) lo que me empujó a los cines el año 2000 para ver esta película. Claro, ante expectativas tan elevadas me sentí defraudado y me aburrí hasta el tuétano. Porque, en realidad, no van por ahí los tiros. Estamos un poco delante de la enésima muestra de seudo-"Alien" (si, como suelo recalcar, no tenemos en cuenta que esta última era, a su vez, un seudo-"It, the terror from beyond space + Terror en el espacio"), con un grupo de rescate que sigue una señal de socorro, abren las puertas de su nave a un desconocido cuyas intenciones quedan lejos de ser amables y terminará cargándose a parte de la tripulación, hasta que los héroes de rigor pongan punto y final a su existencia. Lo de siempre, una excusa argumental de la que han echado mano propuestas tan apetitosas como en su día fueron "Sunshine" u "Horizonte Final" (aunque sin llegar a matarlas, cada una de ellas sigue siendo -a su respectiva manera- altamente disfrutable... al menos para mi). Lo irónico del caso es que el director de "Supernova, el fin del universo", el mismísimo Walter Hill, quería por todos los medios evitar ese parecido con el clásico de Ridley Scott que, no lo olvidemos, él mismo se encargó de co-producir. Pero al estudio le encantaba el guion original tal y como estaba, y no le moló nada que Hill lo retocara tanto. Es por eso que la constante intromisión de ejecutivos, y una presión insoportable, llevaron a este, finalmente, a firmar con un alias (Thomas Lee, en sustitución del ya sobadísimo Alan Smithee). Hoy día Walter Hill reniega de ella, asegurando que su versión era mucho más oscura y menos previsible. El caos del rodaje contribuyó a que el film concluso no dejara contento a nadie, incluido público, y el respectivo DVD terminara hasta las trancas de escenas eliminadas de lo más variadas. Es interesante saber que fue Francis Ford Coppola quien se encargó de "arreglar" el estropicio (podría seguir mangando la respectiva información de IMDB, pero no tendría sentido. Si quieren ampliar conocimientos, acudan a ella).
La idea que más me ha gustado de toda la peli es que el intruso trae consigo una bomba alienígena cuya finalidad consiste en crear un universo nuevo destruyendo el antiguo. Lo demás, pues bueno, como suele pasar con esta clase de pelis, el arranque es muy interesante, te tiene ahí en vilo. Pero a medida que se aproxima el clímax, y especialmente en el desarrollo de este, todo se torna altamente previsible y repetitivo (por previsible y repetitivo que sea usar ambas palabras), tanto como para que le diera al bostezo en sendas ocasiones. Una lástima, aunque reconozco que "Supernova, el fin del universo" me ha gustado algo más que cuando la vi en su época. Digamos que para una noche de Viernes funcionaría.
Uno de los aspectos que me sorprendieron en su pase por salas, fue el continuo tambaleo de la cámara. Una elección estética que, entonces, era de lo más atípica y novedosa tratándose de ciencia-ficción, siempre tan sobria y correcta visualmente. Resulta curioso que, vista hace un par de días, no lo noté tanto, seguramente porque mis ojos se han acostumbrado a ello con el paso de los años, pues lo que de entrada era raro, misterioso y desperado, rápidamente entró a formar parte del modo de rodar común y corriente, hasta el extremo de ser empleado en productos de ci-fi tan icónicos -y generosamente presupuestados- como el remake / reboot de "Star Trek".
El reparto es un rato llamativo. James Spader, Angela Bassett, Robert Forster (su fenecimiento es tan espectacular como angustioso), la ultra-morbosa Robin Tunney (que hace de cachonda mental y nos muestra los encantos... pero cuidao, que para algunas tomas usó una doble de cuerpo) y un Lou Diamond Phillips que ya comenzaba a navegar entre subproductos y telefilms y al que, supongo, sentaría de perlas su incursión en una cosa tan netamente mainstream.
Detrás de la cámara, Hill/Lee aparte, localizamos en la producción a Ralph S. Singleton, director de la fallidísima "La fosa común", y como co-responsable de la "story" al normalmente realizador de horrores William Malone (quien ya tocó materia seudo-"Alien" con "Creature").

viernes, 27 de noviembre de 2015

REENCUENTROS

Pensándolo, es muy cierto que Jonh Belushi es un icono, pero también es cierto que de las siete películas en las que apareció, fueron un fracaso seis, solo fue un exitazo “Desmadre a la americana”, todo lo demás pinchó, a veces de forma catastrófica, lo que le convierte en un verdadero cómico de culto. Porque la veneración por Belushi viene a posteriori y no por gran actor, sino por yonkie. Y el culto a películas como “1941” o “Granujas a todo ritmo”  se inicia años después, que en el momento, fueron fracasos gordos.
Si bien empezó con papeles episódicos en películas como “Camino del Sur” o la que nos ocupa “Reencuentros”, “Old Boyfriends” en su versión original. Nada, es una intervención que apenas sobrepasa los 25 minutos, pero que sirve para comprender por qué Belushi es tan amado; es que gozaba de un carisma y una personalidad tal que traspasaba incluso las películas en las que aparecía. Y no hay que olvidar que Belushi es quien es gracias a sus intervenciones en el “Saturday night Live” y que de ahí le viene el éxito y la fama; cuando murió, en el cine, no estaba más que empezando y, a juzgar por los fracasos, con bastante mal pie. Pero cuando salía en una peli, el espectador se queda bocas contemplando el alarde de energía que soltaba el actor.
“Reencuentros” es la progre historia de una loca del coño que tras divorciarse, decide pegarse el festival de pollas follándose a sus ex novios, así se va a una ciudad y fornica con uno, lo intenta con otro en otra ciudad, y mientras cala hondo en el primero de todos ellos, cuando este se va a buscarla, le da tiempo a echarse otro caliqueño con un tercero.
La película pasó inadvertida, porque pocas cosas se han visto más malas que esta. Un coñazo de corte medio feminista, con una música épica que le acompaña en toda suerte de escenas románticas y que no le va nada bien al asunto, que supuso el debut de su directora, Joan Tewkesbury, y que después quedó relegada a la dirección televisiva porque es obvio que la chica no era en exceso talentosa.
Belushi interpreta en la cinta a su novio del instituto, el cual la humilló diciendo a sus compañeros que se había acostado con ella siendo mentira. Cuando se reencuentran años después, ella está dispuesta a, ya que él alardeaba de ello, que se la tire de verdad.
Y ahí radica todo el interés del asunto, el poder ver en acción a Belushi en una de sus películas más ignotas. Una vez concluye su parte, el resto de la película carece de interes. De hecho, circula por la red una versión de la película montada por un fan, en la que solo vemos las escenas en las que aparece Belushi.
La película la protagoniza Talia Shire, hermana de Francis Ford Coppola y la Adrian de “Rocky”, papel por el que consiguió después este protagonista, y por el cual ya nunca haría ninguna película trascendente más allá de la saga de “Rocky”. “Reencuentros” estaba concebida para su lucimiento, pero se lució más bien poco. Y es que ¡que bazofia tan grande por dios!
Junto a Belushi y Shire, Keith Carradine (hermano de David y de Robert e hijo de John) interpreta a otro novio más y Richard Jordan (“Dune”, “A la caza del Octubre rojo”) interpreta al que al final se lleva el gato al agua.  De hecho, en la época del vídeo, era el actor que lo partía de todo el reparto, puesto que al estrenarse directamente en vídeo en nuestro país –y he aquí la prueba de que Belushi no era nadie, al menos en España,  hasta que le reivindicaron los esnobs- en la carátula (que no tiene desperdicio) es él el que figura como estrella, más allá de sus compañeros. También es cierto que la carátula de vídeo es un poco engañosa, ya que se nos muestra la película como una especie de thriller, o algo así, prometiendo acción cuando en realidad se trata de un culebrón rosa y dramático que sonrojaría al más acostumbrado a las ñoñerías.
No obstante en su estreno americano, al largarse el público a mitad de película durante sus proyecciones, de puro coñazo que era, a los señores distribuidores de Embassy, no se les ocurrió otra cosa que cambiar el póster; si en la primera versión aparecía Talia Shire abrazando a un señor anónimo, en la versión nueva, con las que inundaron paneles de autopistas y marquesinas, aparecía ella en primer plano, custodiada por un Belushi que presidía el póster, micrófono en mano, y cuya frase promocional venía a decir algo así: “Talia Shire buscaba el amor de su vida, pero esta vez será Belushi el que la mande a la mierda”. No he podido encontrar casi info de la peli en toda la red, menos aún este póster que tan bien hubiera ilustrado lo que digo.
Jonh Belushi, su representante, y la madre que parió a todos ellos, por supuesto, se llevaron un monumental cabreo al ver el uso que se hacía de la figura de Belushi en la promoción, pero al ser tal el fracaso, pasaron de todo lo referente a denuncias y malos rollos.
Y es que Belushi, cuando se estrenó esto, era ya súper famoso, tanto que le colaron ahí como protagonista para ver si se salvaba la película. Lo único que se consiguió es que la gente pidiera que se le devolviera su dinero a la entrada del cine, porque habían pagado para ver una película protagonizada por John Belushi, y en esta él aparecía un momento. Así que no remontaron y la película se fue al garete; eso si, las críticas fueron más que favorables para el señor Belushi.
Por lo demás, mierda. Lo más interesante, lo que acaban de leer aquí.

domingo, 13 de enero de 2013

KILLER JOE

Los aficionados al cine, especialmente si hablamos de puristas, deberían estarle muy agradecido al bueno y viejo vídeo. Y no me refiero a las cintas de alquiler, sino a las cámaras. Cuando apareció en el mercado, lo hizo arrastrando una etiqueta, la del malo de la película. Era la muerte del cine y cualquier cineasta, fuese de nivel que fuese, estaba "obligado" a detestarlo. Con los años y la implacable evolución de la tecnología, el vídeo se convirtió en "digital"... aunque en el fondo siga siendo vídeo. Y gracias a la implantación del llamado cine digital, los gastos a la hora de hacer un largometraje bajaron bastantes peldaños. Muchos cineastas que andaban retirados por falta de oportunidades, pudieron reactivarse de nuevo. Y lo que comenzó como una herramienta ingrata destinada únicamente a las "clases bajas" del séptimo arte, terminó perfectamente integrada entre los que habitaban la parte superior de la estratosfera cinematográfica.
Los viejos dinosaurios como Francis Ford Coppola, Brian de Palma o, ya que estamos, William Friedkin, no necesitan el cine digital para volver a trabajar. Son gente que se ha ganado el prestigio que acompaña a sus nombres y, en mayor o menor medida, seguro que podrían encontrar curros, aunque fuesen encargos. Sin embargo, a ellos el cine digital lo que les otorga es libertad. Libertad creativa. Y a día de hoy me atrevería a decir que no hay NADA en este mundo, planeta y universo, como ser libre.
Todas esas leyendas que hablan de productores inquisitivos e imposiciones de los grandes estudios deben ser ciertas. Eso podría explicar que cineastas que han demostrado disponer de tantísimo talento, llegado el ocaso de sus carreras, parecen perder completamente el norte comenzando a producir cine mediocre y sin vida. ¿Será que se hacen mayores y pierden la inspiración o que la gente del dinero que tienen detrás presiona demasiado y estropea el trabajo resultante?. Apostaría por la segunda opción, porque cuando muchos de estos creadores disponen de la amada y ansiada libertad, demuestran estar en muy buena forma. Y, como decía, solo se obtiene esa libertad cuando no hay mucha guita de por medio, pero sí ganas de hacer algo bueno. Gracias al cine digital, esto último, que parece una utopía, es bien factible. Y si no, que se lo digan a William Friedkin y su última peli, "Killer Joe".
Un pobre perdedor, atosigado por deudas con cierta mafia, convence a su padre para contratar a un asesino profesional que mate a su malvada ex-mujer y, así, cobrar un suculento seguro. El responsable de hacer el trabajo sucio se llama Joe, detective a media jornada, con tanto encanto y carisma como crueldad y mala leche. A falta de poder recibir el dinero de antemano, el asesino pide como "señal" follarse a la ingenua hermana del perdedor. Este accede muy a regañadientes. Una vez cometido el crimen, las cosas no irán como estaban planeadas. No hay dinero que cobrar y Joe no está nada contento. La familia al completo pagará por ello, a lo que hay que añadir una pequeña sorpresa muy agradecida y una secuencia de violencia semi-sexual algo cruda y que generó la inevitable "polémica", otorgando cierta popularidad extra a la película. Algo que va muy bien por el tema publicitario, pero que "Killer Joe" no necesitaba. Ni necesita, ya que se aguanta ella sola perfectamente (y, después de todo, no hay para tanto... me esperaba algo mucho peor).
William Friedkin tiene un montón de buenas películas, sobre todo en su primera etapa, "Contra el imperio de la droga", "El Exorcista", "A la caza". Luego vino la decadencia y, aún así, todavía disponía de algunos ases guardados en la manga, como "Vivir y morir en Los Ángeles", "Desbocado" y, ¿por qué no?, "Ganar de cualquier manera" o la pasable "Jade". Siguió rodando cosas bastante olvidables y alimenticias, hasta la llegada de la peli que comentamos ahora. Una auténtica pieza de "cine negro" moderno, situada en una Texas sucia, cutre y totalmente "white trash", repleta de personajes patéticos, en todos los bandos. Seca, cruda, contundente, como el mejor cine de su director, pero también muy entretenida, muy bien construida, con unos actores cojonudos (especialmente Matthew McConaughey que está brutal, y cuando habla, parece Clint Eastwood en sus mejores tiempos) y una historia que, aunque parte de elementos clásicos, no es nada previsible... especialmente en el último acto, y, todavía más, el brillante desenlace. Hay quien habla de "comedia negra", pero a mi me ha parecido perfectamente seria.
Película con P mayúscula, altamente recomendable (es aquello de "cada vez se hacen menos como estas").
Ah! y la banda sonora nos reserva un regalo a aquellos que nos consideramos fans de cierto rock and roll garajero de raíces punkeras: los "Reverend Horton Heat" sonando como adecuado fondo musical en un bareto cutre de carretera.

jueves, 1 de enero de 2009

DRACULA, UN MUERTO MUY CONTENTO Y FELIZ

En 1995 el amigo Mel no andaba en su mejor momento. Su estilo de humor, y su acartonado sentido de la estética, estaban ya bastante anticuados. Venía de hacer la mediocrísima parodia de "Robin Hood" y, en pleno renacer del "spoof" gracias al éxito de "Agárralo como puedas", se animó a rodar una coña con el en ese momento recuperado Leslie Nielsen a costa de Drácula y la entonces aún caliente versión de la novela de Bram Stoker según Francis Ford Coppola.
Claro, la idea de unir a dos monstruos del humor como Nielsen y Brooks tendría que haber esputado la mejor comedia de la década. Pero no fue ese el caso. Un colega y yo fuimos a verla al cine, y salimos bastante decepcionados. Hoy, pasados más de diez años, la vuelvo a mirar con ojos compasivos y... bueno, haciendo un esfuerzo podría salvarse, pero por los pelos.
En esencia "Drácula, un muerto muy contento y feliz" se mantiene fiel a la novela que parió al rey de los chupasangre, en cuanto a cierta estructura básica, pero luego, lógicamente, la salpica de cuestionables chistes... algunos terriblemente tontos y otros bastante más ingeniosos (destacando, a mi gusto, cuando el vampiro intenta dirigir telepáticamente a Mina y su sirvienta, provocando el caos entre ellas... o la rapidez con la que, por mero interés, un carcelero cambia de opinión respecto al destino de Renfield). Mel Brooks se reserva el papel que mejor le va, el de Van Helsing, y se rodea de unos pocos de sus clásicos, como Harvey Korman, Anne Bancroft (la que fue su mujer hasta el día de su muerte) o Rudy De Luca en el guión. Luego pica un poco de los nombres del momento, destacando mucho bellezón y al por entonces popular Peter MacNicol (también en "Los Cazafantasmas 2"), ideal para el rol de Renfield... aunque también algo cargante.
Lo que más choca de este "Dracula" es su tempo humorístico. Como peli entretiene lo suyo... pero, como comedia, los gags no abundan y hay momentos más extensos de lo normal en los que, esencialmente, no hay materia para la risa, la historia se limita a seguir. Es raro. Luego, habría que ver cuanta fue la aportación de los dobladores españoles, por esos continuos tacos que resultan cómicos al situarse en medio de diálogos de tono típicamente victorianos (como cuando Mel Helsing suelta lo de: "¡La medicina moderna es una puta mierda!") y por esa directa alusión a Chiquito de la Calzada (muy celebrada por el público en pase al que fui). Por otro lado, Nielsen está simpático, en su línea.
En fin, que la peli acaba resultando un divertimento tontorrón, aunque lejos, muy lejos, de los momentos más inspirados de la carrera de su realizador. No conozco al dedillo los resultados de taquilla, pero no me sorprendería saber que fueron estrepitosamente flojos. Después de aquello, Brooks dejó la dirección y se dedicó a reciclar su propia obra con resultados bastante satisfactorios -para él-, destacando los musicales basados en "Los productores" y "El jovencito Frankenstein".

sábado, 11 de enero de 2025

EL RIESGO DEL VÉRTIGO

Comencé a escribir esta reseña asumiendo que "El riesgo del vértigo" (extraño y retorcido título español para "Deadfall", algo así como "Caída Mortal") era pura consecuencia del éxito de Quentin Tarantino con "Reservoir Dogs", recién iniciados los noventa. De cuando se puso de moda el cine negro protagonizado por villanos "cool" y enrollados. Pero, tras reflexionarlo, me di cuenta que, aunque dicha apreciación podía ser en parte acertada, no se trataba de un pleno. Al fin y al cabo, "El riesgo del vértigo" se hizo en 1993, y el Tarantinismo realmente petó con "Pulp Fiction" en 1994. Hasta cierto punto, y aún manteniendo su deuda con "Reservoir Dogs" -y la idea ya palpitante de que el cine """independiente""" podía ser comercial y violento sin renunciar a cierto prestigio autoral-, la verdadera conexión estaba con otra de las tendencias muy de aquella época en cuanto a ficción cinematográfica: David Lynch, quien revitalizó el cine negro, el thriller, añadiéndole unas gotas de delirio. En ocasiones lo suficientemente controladas como para no enturbiar la trama de base, contándote una historia de gangsters más o menos común en la que, súbitamente, colaba una locura visual o personaje extravagante ("Frank Booth", "Bobby Peru"...), que te descolocaba un poco, pero no lo suficiente como para sacarte de la película, dotándola incluso de cierta gracia extra. Una tendencia a la que muchos se apuntaron, entre ellos Christopher Coppola, sobrino de Francis Ford.
No es la primera vez que asoma por acá. Hablé de él cuando comentamos su largometraje de debut, "Condesa Drácula", y mencioné, regocijantemente, su condición de alumno/amigo del gran George Kuchar. Aquella curiosa pero mediocre película no hizo mucho por su carrera, así pues Christopher acabó recurriendo a lo fácil y, dada su posición, lógico: the family +, supongo, algún contacto por ahí que le ayudara a levantar el nuevo proyecto con el que soñaba. Consecuentemente, y hurgando entre el personal implicado en "El riesgo del vértigo", damos también con Talia Shire, su tía, y, muy especialmente, Nicolas Cage, su hermano.
Retomando aquello de los personajes extravagantes propios del Lynchismo noventero, pal caso tenemos tres ejemplos claros, un villano con una aparatosa y poco creíble mano falsa en forma de amenazadora tijera (al que, graciosamente, da vida el mismísimo Angus Scrimm, "Hombre Alto" en la saga "Phantasma"), un experto jugador de billar de modales exquisitos encarnado por otro coleguita del director, Charlie Sheen (seguido muy de cerca por su hermana Renée Estevez... ambos hijos del protagonista de "Apocalipsis Now"), o aquel al que insufla vida -o debería decir, sobredosis de vida- el hermano de Christopher. No es baladí pues la mención a David Lynch considerando que, parte del prestigio que entonces acarreaba Nicolas se fundamentaba en su papel protagonista para, justo, uno de esos thrillers raros del padre de "Cabeza Borradora", "Corazón Salvaje". Así, contar con él como reclamo sería de cierta ayuda (aunque se tratara de un rol secundario). Claro, ¿cuál es el problema? que Christopher dio carta blanca al actor para que hiciera lo que le diera la santa gana... y ya sabemos lo arriesgado que es eso, comentario muy oportuno considerando el título patrio del film. En "El riesgo del vértigo" Nicolas Cage pierde los papeles que da gusto. Desde la elección de su look, ahí con nariz y moreno de pega, peluquín, bigotillo, gafas de sol y vestuario colorista (no son pocas las ediciones que recurren a una estampa suya sin todos los abalorios, o únicamente un mostacho pintarrajeado, para evitar espantar al posible cliente -ver imagen adjunta-), a, sobre todo, las maneras. Decir histriónico es quedarse corto. Usar la palabra sobreactuado sería un insulto para los sobreactuadores del mundo libre. Nic no se pasa tres pueblos, se pasa tres estados, tres planetas y tres universos. Provocando el ridículo y la vergüenza ajena. Es agotador. Celebré con bailes y cánticos cuando su presencia deja de ser continua. Verlo para creerlo. Lo gracioso del caso es que, tanto gozó desfasando, que en 2017 decidió retomar al personaje para una película ajena titulada "Arsenal". Manda cojones.
Suerte que ahí están un Michael Biehn todavía "biehn" posicionado, el gran James Coburn, Peter Fonda y
 Mickey Dolenz de los "Monkees" -+ los mentados Angus Scrimm / Charlie Sheen- para contrarrestar las psicóticas cucamonas de Nicolas. Por aquello de cerrar el círculo, mentar a Nick Vallelonga, co-guionista, quien se marca un papelillo. Con los años lograría alcanzar el cielo ganando el Oscar por el libreto de la decente -y políticamente correcta- "Green Book".
"El riesgo del vértigo" narra la epopeya de un estafador profesional que, accidentalmente, mata a su padre durante un (que no "de un") golpe. Supuestamente las balas eran de fogueo, pero no. Agonizante, papá le pide que busque a su hermano (tío del prota) y reclame "la tarta". Así pues, el chaval decide hacer realidad el último deseo de su progenitor. Cuando localice al personaje en cuestión, se las verá con su matón de confianza, celoso ante las atenciones que se lleva el recién llegado, y se colará por la seudonovia de aquel. Como resultado, muchos conflictos, algunas muertes y varias sorpresas.
Aunque me sonaba haber leído críticas positivas de "El riesgo del vértigo" -al menos en su día- lo cierto es que, revisando, descubro más bien lo contrario. La tendencia general consiste en ponerla a bajar de un burro. Michael Biehn dice que es lo peor que ha hecho en su vida (¿¿en serio?? permíteme dudarlo). Incluso Christopher Coppola la desprecia y asegura que únicamente se la pone de vez en cuando para descojonarse con el trabajo de su hermano (!!!). Fue tal el desastre financiero, que recomendaron al joven director desaparecer un par de años, por aquello de limpiar su imagen y que Hollywood le retirara de la lista negra. No hizo ni caso, obvio. Y lo celebro. Así, su carrera consiguiente se mantuvo en un razonable tránsito de pura mediocridad, a base de westerns tardíos, alguna película infantil y la que, a día de hoy, sigue siendo la que más curiosidad me despierta, "The Creature of the Sunny Side Up Trailer Park" (algún día caerá) En fin, no sé, a mi "El riesgo del vértigo", consumida sin conocimiento de toda esta mandanga, me gustó y entretuvo. Tampoco veo que sea TAN terrible... salvo por ya saben quien. Pero incluso eso es perdonable... o divertido, según lo vean. Claro que podría estar siendo traicionado por las simpatías que siento hacia Christopher Coppola. No lo niego. Arrastrando el apellido que arrastra, que se haya convertido un poco en la "oveja negra" del clan, algo así como el reverso tenebroso de Sophia Coppola, mola mucho.

sábado, 13 de septiembre de 2025

IL GATTO NERO

Siempre pensé que "La madre del mal", última aportación de Dario Argento a su particular saga de las progenitoras cabronas (ya saben, precedida por "Suspiria" e "Inferno"), era lo que normalmente llamamos un "final deslucido". El fandom -y nuestro Víctor- flipó con ella, pero por la cantidad insalubre de gore bruto y desaforado. Sin embargo, tras la hemoglobina, no había nada. Y lo que había, tampoco valía mucho. De hecho, en mi más reciente revisión, no pude ni terminarla y me fui a dormir pensando aquello de "¿Podría haber un cierre peor que este?". Pues sí, podría. Tal y como descubrí con horror hace unas cuantas lunas.
Dicha joya comporta, además, una serie de problemas extra. De entrada, la ensalada de títulos. Me decantaré por el más "oficioso", "Il gatto nero" (tengan en cuenta que en algunos países llegó a estrenarse como ¡¡la sexta entrega de "Demons"!!). El otro problema es su director, el entrañable Luigi Cozzi / Lewis Coates. Me cae bien, la verdad, y duele admitir que su película es un truño inconmensurable.
Al mentado empacho de títulos debemos añadir un origen "caotizante". De primeras el proyecto nació como esa tercera parte oficial -mucho antes de "La madre del mal"- con guion de Daria Nicolodi y supuesta dirección de Dario Argento. Sin embargo, el asunto se fue al agua y, años después, la Nicolodi cedió su libreto a Cozzi quien, al no querer asumir la responsabilidad de poner fin a una franquicia tan respetada, se sacó de la manga un seudo homenaje, incluyendo en la trama referencias directas a "Suspiria", a Argento y reciclando la famosa banda sonora de "Goblin" para sendos pasajes (también hay guiño a "Seis mujeres para el asesino", recreando a su famoso psycho-killer, cosa que repetirá en el futuro). A Daria Nicolodi no le gustó el desaguisado y se apartó. Entonces, entra en escena Menahem Golan con su nueva y flamante "21st Century" dispuesto a adquirir la cinta. El hombre se había comprometido a rodar una adaptación de "El gato negro" según Edgar Allan Poe (muy de moda entre gerifaltes del subproducto por ahí finales de los ochenta) y, a falta de nada concluso, decide que la peli de Cozzi, con oportunos cambios y añadidos, daría el pego. Así, le pide al director que meta alguna referencia al relato de Poe y filme sendas escenas de un felino negro andando por ahí. El italiano accede (¡faltaría!), dando como resultado el esputo del que ahora les hablo. La presencia de la obra literaria es nula. Se justifica como la película dentro de la película que anda protagonizado la protagonista, ¿suena a galimatías?... pues eso no es nada. Como resultado obtenemos el gag más simpático de "It gatto nero", el director de dicha película dentro de la película no es otro que Michele Soavi, quien por la misma época rodaría "El engendro del diablo" -nacida de primeras como el "Demons 3" oficial. Sin embargo, trifulcas legales desestimarían su pertenencia a la saga... aunque en algunos mercados así es como se vendió, esta vez de manera no oficial. ¡¡Menudas paradojas pajeras!!-.
El caso es que la mentada actriz es pareja de un director de éxito especializado en horrores, quien anda preparando su nuevo gran proyecto, nada menos que un film basado en la existencia de otra de las terribles brujas de Thomas De Quincey (al que ya estrujaron Argento y la Nicolodi en su día), "Levana". Al ser mentada la invocan y despierta muy cabreada, con ganas de reencarnarse en el bebé de la protagonista... o eso creo. Por ello, se pasa el rato atormentándola a base de visiones propias de un mal refrito de "Pesadilla en Elm Street", mientras va despachando al resto del reparto en secuencias de licuosa y divertida truculencia, destacando ese estómago estallando al que tanto partido había sacado ya Cozzi en su "Contaminación: Alien invade la tierra".
Sentadas las bases, lo que queda es jolgorio narrativo y aburrimiento al peso.  Efectivamente, NO estamos ante la tercera de la saga, pero PODRÍA haberlo sido y eso provoca cagarrinas. Como parte del asunto "tributoso", Cozzi procura imitar las maneras de Argento recurriendo a luces de colorines y un inadecuadísimo rock duro -cortesía del grupo de tercera "Bang Tango"- ambientando sonoramente los momentos intensos, aunque luego se expanda a casi toda clase de situaciones. Por supuesto, el afán mimetizador no garantiza nada, porque lo que queda va trufado de muchas incongruencias + momentos absurdos y ridiculizables (con especial fijación en el careto de patata rancia que gasta la temible "Levana", así como esa desconcertante escena en la que todo se revela un disfraz, pero no, pero sí, pero tampoco...)
El reparto viene compuesto por una galería de nombres condenados a participar en esta clase de simpáticos furruños. Florence Guérin (con cierta retirada a Rose Byrne), Urbano Barberini (prota masculino del "Demons" original), Brett Halsey (de impresionante filmografía en la que no falta nadie: Antonio Margheriti, Lucio Fulci, Bruno Mattei, Jesús Franco o ¡Francis Ford Coppola!), Luisa Maneri ("Vicios Pequeños", "Body Count") y, por supuesto, una madurita Caroline Munro haciendo lo que puede.
Me da penica, de verdad, pero esto no hay dios que lo soporte.