domingo, 24 de julio de 2011

ALICE IN MURDERLAND

Si hay algo que a estas alturas de la vida tengo claro, es que tras un cartel y un título atractivos no tiene por que ocultarse una buena película. Es más, casi por lo general que un poster mole mazo termina resultando mala señal. Aún así, y a pesar de ello, de un modo u otro sigo picando. No es que tras ver el cartel de "Alice in Murderland" creyera sinceramente que estaba ante una prometedora joya, ni mucho menos, pero por unos instantes dejé mi desconfianza a un lado y me dije aquello de "Tal vez...".
Tal vez sea lo que parece, una versión oscura y macabra del famoso relato de "Alicia en el país de las maravillas", situada en neblinosos bosques tétricos y en la que las criaturas originales tengan un look así como monstruoso. Incluso estaba decidido a conformarme con los más mediocres cromas. Pero no, ni por esas. Al final, y tras mucho dudarlo, ayer noche la visioné llevándome la soberana decepción de rigor... desde el segundo número 5 (entre otras cosas porque la peli arranca con un "Basada en hechos reales" que me descolocó).
Así que ni bosques lúgubres, ni monstruos... ni un mínimo de algo. "Alice in Murderland" es un especie de infra-slasher en el que, básicamente, nada ocurre. Además, técnicamente es bastante costrosa, rodada en vídeo maquillado, con un sonido cutre y en general todo como muy rácano. La cosa gira en torno a una chavala, llamada Alice, claro, a la que mataron a su madre cuando aún era una cría. Varios años después, y coincidiendo con su cumple, celebra una fiesta justamente en la misma casa donde ocurrió todo (¡lo normal!). La "coña" es que la fiesta en cuestión es temática, y todos van disfrazados de personajes de "Alicia en el país de las maravillas"... pero ahí acaba el parentesco. Vamos, que es una excusa zafia para meternos hora y media de muuuuuuchos diálogos, pocos asesinatos, efectos especiales muy chusqueros (además muy absurdos, en algunos crímenes la sangre sale a borbotones exageradamente y en otros -como una decapitación- no hay ni gota), un clímax final patatero y, en fin, que la peli termina resultando... ¿cómo decirlo para no ofender a nadie?, ¡horrible!.
Muy evitable.