miércoles, 7 de diciembre de 2011

CRESPIÀ

Si dijera que no trago a Albert Serra, estaría haciéndole el juego. Este director catalán que, en cierto modo, representa el paradigma del cineasta "arty" en el más puro y expresivo sentido del término desde que llamara la atención con su -insufrible- película "Honor de cavallería", es para mi un auténtico "poseur". Estoy convencido de que en el bolsillo de su chaqueta lleva un manual, el del perfecto esnob. Un manual que se sabe de memoria y recita al dedillo. Lo hace tan bien, y se lo tiene tan aprendido, que termina resultando casi una caricatura humana de lo que es un cineasta de arte y ensayo, con las filias, fobias, referencias, aficiones e influencias más típicas, predecibles, supuestamente lógicas y normales en un individuo de su calaña... pero que de tan exagerado, resulta cómico. Convencido ando de que el Serra mediático es un disfraz, uno creado por el Serra anónimo porque sabe que, para destacar entre la muchedumbre en estos tiempos que corren, esa es la estrategia correcta a seguir.
Todo esto siempre lo he tenido muy claro, pero ahora, tras visionar ayer noche "Crespià", digamos que lo afirmo sin temor alguno a equivocarme. "Crespià" fue el primer largometraje -conocido- de Albert Serra antes del famoso "Honor de cavallería". Tal vez a causa de la incomprensible buena prensa que arrastra este segundo, a su realizador no le interese demasiado que el primero sea vea mucho... y para mi que lo tiene un poco escondido en la sombra, esperando que nadie lo recuerde o a ningun ser humano le entren apetencias de visionarlo. Y es una lástima, porque con todo lo que me carga Serra y me aburre "Honor de cavallería", "Crespià" me parece COJONUDA.
"Crespià" es el nombre de un pueblo de la Cataluña profunda al que Serra retrata en su día a día durante una semana, con sus habitantes, sus rutinas, sus charlas, sus movidas y que culmina primero con unas fiestas regionales y después con el fallecimiento de uno de ellos. Leído así podría pensarse que se trata de un documental o de un drama realista de corte intragable. Pero no, "Crespià" apuesta por el humor, por el absurdo, por cierto surrealismo, por la cotidianedad vista a través de un prisma algo deformado y por unos personajes muy peculiares, interpretados ¿todos? por actores no profesionales pero que, en su espontaneidad, resultan carismáticos. Sin duda lo más llamativo de toda la peli son los bailoteos que se marcan los protagonistas en los momentos más inadecuados e inesperados. También mola mil el personaje del punk rocker mostachudo (Flannagan), lo que le otorga a toda la peli un rollito punkero muy curioso y agradecido. En la banda sonora suenan "Ramones", "Buzzcocks" y "The Jam" (estos últimos versioneados)... pero Sr.Serra ¿¿no estaba usted en contra de la apropiación indebida de música??. Todo ello grabado en vídeo, con sonido directo (a veces cuesta un huevo entender lo que se dice), iluminación bajo mínimos y estética de documental. La mezcla es infalible. A mi me tuvo fascinado durante los menos de 90 minutos que dura, porque ahí donde la ven, la peli no resulta nada aburrida, tiene buen ritmo y entretiene a pesar de, básicamente, no contar nada, únicamente entrelazar pequeñas historias o sketchs. Un auténtico ejercicio de "cine" libre y fresco que no resulta ni aburrido, ni pedante, ni pretencioso. Mi tipo de peli, joder. Un pequeño tesoro.
Desafortunadamente, con "Crespià" Serra no se comió nada, así que para su segundo largo se lo pensó mejor. Pillar un icono intocable de la cultura Española (Don QUijote) y darle un enfoque distinto, algo provocativo, a base de la NADA más absoluta. Tirando con descaro y sin vergüenza del mayor de los aburrimientos. Eso es "Honor de cavallería", donde de los elementos que hacían de "Crespià" algo único y fresco a penas quedan unas migajas. Claro, esta vez la cosa salió bien y los franceses, tan esnobs ellos y tan sedientos de "descubrir y llevarse el respectivo mérito", comenzaron a dar la chapa con "Honor de cavallería" y Serra, hasta el extremo que los de aquí pensaron aquello de: "si los gabachos han flipado tanto, tal vez este tio hasta sea un genio y todo.. coño, y encima es catalán. ¡Trae pacá!".
Así que Serra planea su siguiente atentado concienzudamente. "Crespià" y "Honor..." son bien distintas-distantes porque la primera no tuvo éxito. En cambio, "Honor..." y su tercer largo, "El cant dels ocells" son casi idénticos. Consciente de eso, Serra se aferra a la fórmula mágica y cambia a Quijote por los Reyes Magos, pero lo demás es lo mismo: verles pasear durante todo el metraje. Encima, apelando al descaro más absoluto, bautiza a la peli con el título de un tema musical extremadamente icónico e intocable en la cultura catalana, a la espera recibir los laureles de la Generalidad de Cataluña y tantos otros estamentos oficiales de esta, mi amada tierra. Pero, ¡ay!, Serra se pasa de listo. Su peli es taaaan chapa que hasta el cine Verdi, paradigma del arte y ensayo, el esnobismo, el moderneo y las pelis Iranís con señoras gordas pelando cebollas durante 90 minutos, rechaza "El cant del ocells" por considerarla "demasiado lenta". ¡¡Tooooma geroma!!.
Albert Serra, ante la indiferencia general (porque sí, los franchutes vuelven a picar como tontos, pero ya no cuela), se escuda en la cantinela barata y un tanto explotada del papel del cineasta incomprendido, marginado y odiado por su cine anti-comercial... a pesar de que tras el haya una planeada estrategia mercantil bien oculta. Nada... ni por esas. Así pues, el muchacho - recibiendo el ciego apoyo de aquellos patanes que aún se creen su rol- se mete en el teatro, cediendo en su pose arrogante (en una entrevista aseguraba valorar la aceptación del público en ese campo, al revés de lo que solía proclamar como hombre de vídeo... er, digo, de cine) sin tampoco comerse nada. Lo último que leí de él es que iba a hacer una adaptación de "Drácula" a pesar de no gustarle nada el cine fantástico.
Serra tio, ¡¡¡déjate de poses y disfraces!!!, fuiste flor de un día y ya no interesas/sorprendes a nadie. Renovarse o morir. Vuelve a tus orígenes y alégranos con otro "Crespià", aquellos que te odiamos, te lo agradeceremos.