Una muestra más de cine post- franquista, de la mano, como no, de Rafael Gil (Y AL TERCER AÑO, RESUCITÓ) adaptando nuevamente una obra del también fachoso Vizcaíno Casas, que hasta se reserva un cameo en la película.
La acción se traslada hasta 1946, en una época en la que los adolescentes, ávidos de sensaciones fuertes (como los de los ochenta y como los de ahora) se conformaban con una copita de licor en el bar, y ya como cosa muy extrema, con ligarse a alguna vedette de la revista de turno. La mano dura de sus padres, buenos españoles devotos de Dios, les hacía actuar según su mandato. Con un emotivo discurso en la plaza de Oriente, con Franco ensalzando los valores de una España que se las promete feliz, hacemos un salto en el tiempo hasta los años 80, época en la que se rodó la cinta, para ver lo hippies y lo mal educados que son ahora los jóvenes, que no respetan ni la patria, ni las costumbres, ni la religión.
Obviamente, el mensaje de esta película es totalmente fascista. Pero además de forma abierta y hasta orgullosa (como pasa en todas las pelis perpetradas por el tarden Casas/Gil), pero claro, aquí salgo de manera ultra tolerante a favor de esto. No hay nada más fascista que el no disfrutar de una película solo porque la han hecho los fachas, y claro, estos cuentan las cosas desde su punto de vista. Respetable o no, eso es otra cosa.
Así que en definitiva, y dejando a un lado las ideologías, al final HIJOS DE PAPÁ, resulta un melodrama costumbrista rodado a la antigua (el cine español de hoy, subvencionado y hecho por, y para la gente de izquierdas, es mas fascista que este abiertamente franquista) altamente divertido, en ocasiones por lo exagerado de lo que nos muestra (una manifestación de falange en la parte ambientada en los cuarenta, en la que el protagonista, veinteañero, ondea la bandera de España mientras le dice a su compañero: “Esta es la España que queremos para nuestros hijos”, a lo que este le responde: “Y si nuestros hijos no son capaces de comprenderlo, ya se lo explicaremos”) y en ocasiones, simplemente porque la película está entretenida y bien.
En el reparto, como no, grandes de la talla de José Bódalo, Agustín González, Ricardo Palacios o Fernando Sancho y una jovencita, bellísima y pizpireta Ana Obregón, que se lleva la palma del delirio: Da vida a una jovencita actual inmersa en la movida Madrileña, pero que el día 20 de noviembre se viste con su uniforme de falange española, va a las manifestaciones franquistas y le dice a su padre, el cual se emociona al ver la ideología de de su hija: “una puede ser muy “In” y tener sus propias ideas”. Telita. Parece una parodia.