Sin embargo en este ultimo visionado, ya en una edad en la
que el entusiasmo por los efectos gore (solo por el hecho de que sean gore) y
demás parafernalias desaparece, me hace ser más subjetivo, e incluso, más justo
a la hora de valorar la –sobrevalorada- película.
Y es que la película más famosa del hijo de Mario Bava,
Lamberto Bava (cuya incapacidad profesional queda más que patente en esa pedazo
de mierda que es “Disturbios en el cementerio”) y producida por Dario Argento,
es un producto de total entretenimiento, pero está muy lejos de ser una buena
película. Está fatalmente dirigida, discretamente montada y la fotografía es
espantosa. Motivos estos, por otro lado, que son un punto a su favor.
Ya saben la historia. Un individuo con media cara de
aluminio, va repartiendo localidades para un nuevo cine, el “Metropol”, donde se proyectará una película
de terror. Los acontecimientos que ocurren en pantalla se irán trasladando a la realidad de los espectadores, llenándose
el cine de poseídos que Irán dando cuenta de los vivos que tratan de escapar
del cine.
Así, a bote pronto, se me ocurren dos títulos de los que
“Demons” mama, si no plagia descaradamente en según que momentos: “Zombi” y
“Posesión Infernal”.
Similitudes a un lado, he de decir que la gracia de la
película, lo que la convierte en un clásico incuestionable, serían, únicamente,
su gore y su artesanía. El recital de sangre, desmembramientos y sustancias
verdes, es descomunal y súper divertido.
Por lo demás, se trata de una película a la que el tiempo ha
jugado una mala pasada; se la ve más cutre que hace unos años, sin embargo, la
velocidad a la que ocurre todo, impide que nos aburramos. Así que sí, es
disfrutable. O al menos, aún con todas sus carencias y chapuzas, no seré yo el
que diga que “Demons” es una mierda de película. ¿Sobrevalorada? Muchísimo,
pero hay películas de la época mil veces peores.
La siguieron una secuela oficial, esta sí, mala de
solemnidad, y un montón de imitaciones y secuelas bastardas, que le confieren
un lugar de honor en el género.