Una de las cosas más divertidas de inicios de los años ochenta es que el cine de terror estaba de moda y todo aquel que quisiera ganarse unos dineros o, también, introducirse en el negocio, se apuntaba a la corriente reinante invirtiendo el mínimo capital y produciendo desde la más rutilante independencia. Total, hacer pelis de terror era barato, no exigía nombres famosos, ni tampoco mucha calidad. Bastaba con un título molón, un cartel aún más molón y, claro, sangre y tetas, aunque por lo general abundaba más lo segundo porque, tal vez, era más económico que contratar a un especialista del látex. Muchas de las obras esputadas tenían varios puntos en común: abusaban de las escenas de paseos o de diálogos, por aquello de alargar metraje, solían lucir una fotografía oscura, algo de torpeza en el manejo de la cámara (con sus estupendos zooms temblorosos) y un aire amateur, casi casero, que les otorgaba mucho encanto. Además, dado que por entonces el celuloide no estaba tan imposible, se rodaban en 35mm o, en el peor de los casos, 16mm (el súper 8 y el vídeo vendrían poco después). Y salvo contadas excepciones -bien conocidas- la mayoría eran jodidamente aburridas, criminalmente malas y, con el tiempo, han quedado relegadas a la penumbra. De sus directores no hace falta hablar, casi ninguno de ellos repitió. Pues bien, "La espada de Satán", o "Satan´s Blade" en v.o., es el prototipo de esta clase de mojones.
La historia arranca con el robo a un banco. De los asaltantes solo vemos sus extremidades... y su mala hostia, ya que a una de las recepcionistas le quitan la blusa para que enseñe el pechamen y, seguidamente, se la cargan... a ella y a su compañera. Huyen y se refugian en una cabaña. Sorprendentemente, cuando se quitan la ropa resulta que son dos mozas de buen ver y, digo yo, lesbianas... si no, no se entiende lo de quitarle la blusa a una de las víctimas. Todo parece ir bien hasta que lesbi-1 se carga a lesbi-2 y, luego, una mano misteriosa apuñala por la espalda a la primera. ¡¡Qué tragedia más tonta!!. Según dicen, el asesino es el fantasma de un viejo montañista chalao en busca de sangrienta venganza... pero, en fin, vaya usted a saber.
Al día siguiente, un grupo de domingueros se instalan en la misma cabaña y en otra que cae justo al ladito. Entre ellos encontramos dos parejas y un puñado de chicas con ganas de marcha. Después de las escenas de cháchara de rigor, del susto barato y de una secuencia de pesadilla en la que vemos actuar al supuesto asesino del cuchillo (que no la espada) luciendo un maquillaje algo cutrexpa, la peli se olvida por completo del terror y centra sus siguientes quince o veinte minutos en culebronear. Que sí, rollo amoroso. Una de las amigas se quiere follar a uno de los maridos, lo que eclosiona en crisis y... ¡¡buaaaah!! (bostezo). Cuando ya estamos a punto de suicidarnos, aparece el misterioso killer y se cepilla a todas las chavalas, menos a la golfa. Esta pide ayuda a las parejas de al lado y, en fin, que el resto de la peli se desarrolla entre gritos, oscuridad, apuñalamientos y poco más. La verdad es que no puse mucha atención, andaba ya tan hastiado que mi cerebro desconectó y comenzó a pensar en la cita del día siguiente y si podría mojar o no. Un poco más y me pierdo el final, regocijantemente chorra.
Evidentemente "La espada de Satán" es un rollete. No voy a negar que arranca bastante originalmente y que, por lo menos, sus autores no se conforman con tirar literalmente de la formula "slasher" de rigor entonces (1981 / 1984 según la fuente). Incluso puede que todos esos melodramas románticos sean un intento de dotar de humanidad a los personajes... pero, francamente, pal caso ni falta que hacía. Lástima que se quede en la intención y la peli, más pronto que tarde, se adentre en el sopor absoluto.
A nivel de sangre la cosa anda algo manca. De tetas ya está mejor... hay una rubia de esas de quitar el hipo, pero sale demasiado poco (en top-less, digo).
Con todo, y si eres un puto nostálgico como yo, podrás disfrutar muy comedidamente (y con precaución) de sus anti-atributos, que son los que decía al inicio de esta review, así como el formato cuadrado, al que tengo en alta estima. Pura serie Z... eso sí, con un cartel de lo más chanin y que, a buen seguro, reconocerán de sus video-clubes.
Visiten la ficha en Imdb y vayan a los comentarios, localizarán a algunos de los actores/técnicos narrando su experiencia en el cochambroso rodaje.
El director de simpático nombre, L. Scott Castillo Jr., no hizo nada más en su puta vida.