domingo, 22 de noviembre de 2015

LOS FOTOCROMOS DE "SANTA SANGRE"

Aprovechando que el pasado Miércoles el compañero Víctor nos alegró la vista a todos con los fabulosos y vivarachos fotocromos de “Suspiria”, acabo de sacarme de la manga que esta es la “Semana Argento”. Y no me refiero solo a Dario, en este caso hablamos de su hermano, Claudio, quien produjo/produce muchos de sus desvaríos. En el año 1989 el pequeño de los Argentos tuvo la idea del siglo, rescatar del ostracismo al “auteur” extremo e inconfundiblemente “finalesdelos60iniciosdelos70” –y Chileno- Alejandro Jodorowsky. Ese que tanto os pone ahora con sus rollos psicomágicos y al que se respeta en los estamentos oficiales y en los pisos compartidos por estudiantes jipiosas y porreras. La diferencia es que, antes, con el despuntar de la contracultura, Jodorowsky era un auténtico terrorista del arte. Polémico, transgresor, provocador y algo ridículo. Pelis como la legendaria “El Topo” o la curiosa “La montaña sagrada”  son pilares de la locura drogadiza de su época y que, sin embargo, el paso de los años ha tratado muy mal. La última vez que las revisé daban bastante vergüenza ajena, la verdad. Es curioso que el arte que en su momento representaba la vanguardia y el futuro, se vea hoy tan desfasado.
En la década de los 80 Jodorowsky ya estaba algo más “calmado” y su última película, "Tusk", fue un mero encargo carente del “touch” que solía caracterizarle. Cuando se puso manos a la obra con su return, “Santa Sangre”, lo hizo algo más libre… pero también arrastrando aquella inevitable “domesticación”. A eso súmenle que Claudio Argento (así mismo guionista) le pidió que hiciera una peli con elementos terroríficos. El director aceptó, solo que al pitote añadió delirios robados de Fellini y Buñuel.
El resultado, pues la mejor obra del cineasta Chileno. Pero de largo. Él mismo así lo reconoce. Afirma sin titubear que “Santa Sangre” es perfecta. A mí de chaval me flipó bastante. Me moló por sus escenas truculentas de acuchillamientos tan Argentianas,  pero también por su poesía visual, acrecentada gracias a la estupenda partitura de Simon Boswell. Durante años estuvo entre mis favoritas y otorgó a Alejandro Jodorowsky la etiqueta de ídolo. Eran los tiempos en los que vivía muy confundido porque mientras por un lado seguía adorando el terror más comercial, por otro sentía un inesperado interés por el cine experimental y de vanguardia. “Santa Sangre” era la -para mis inocentes ojos- perfecta combinación de ambos.
O al menos me lo parecía entonces. Hace no mucho la revisé y, como con “El Topo” o “La montaña sagrada” (o la horripilante “Fando y Lis”), saqué la conclusión de que se había quedado algo vieja. No negaré que tiene sus aciertos, que son muchísimos, narrativos y visuales, pero hoy no la tengo en tan buena consideración como solía. Eso no ha impedido que reúna acá sus fotocromos, cortesía del psicomágico Alex Gardés.
En cuanto a Jodorowsky, pues hace mucho que dejó de interesarme. Contribuyó a ello su “estandarización”. Que el media y el público convencional le aceptaran y deglutieran con tanta pasión, y que vieran en él un gurú dispuesto a dar sentido a sus grises existencias. Todo eso me desconcertó. Le restó misterio y magia. Súmenle su decepcionante autobiografía (la compré esencialmente para leer sobre las películas que había dirigido, y el mamón las limitó a un desinteresado párrafo) y que, en fin, el rollo este místico y trasnochado que gasta me agota… además de sus ataques al cine Hollywoodiense claro, tan previsibles y arcaicos como el resto de su discurso.