viernes, 26 de abril de 2019

BLANCA NIEVES Y SUS 7 AMANTES

No se trata de la enésima picantona adaptación del cuento de “Blancanieves y los siete enanitos”. Más bien estaríamos ante una deconstrucción del cuento  en clave de comedia de enredo, en lo que sería una buena muestra de ese subgénero mexicano que es el “Cine de ficheras”. Y su protagonista, asimismo, sería conocida como “La reina de las ficheras” en tanto que protagonizó un buen número de películas de este subgénero.
Se trata de Shasha Montenegro, actriz yugoslavo-mexicana cuya familia fue aniquilada, cuando ella era tan solo un bebé, en un campo de exterminio nazi. Con pocos años, la actriz, bautizada Alexandra Aćimović Popović huyó hacia Argentina, donde dio sus primeros pasos como artista, hasta que en los años 70 se muda definitivamente a México donde  tendría una exitosa carrera como vedette y actriz de este tipo de productos.
“Blanca Nieves y sus 7 amantes”, también tiene la gracia de estar dirigida por Ismael Rodríguez,  uno de los directores más prestigiosos de México, que llegó a hacer cine internacional y que llegó  a tener a sus órdenes a actores de la talla de Toshiro Mifune. “Blanca Nieves y sus 7 amantes, supondría en la carrera de Rodríguez lo que “Lío en Río” en la de Stanley Donnen, un cambio de registro hacia el cine popular del que saldrían ambos airosos, a pesar de las malas críticas que estas películas puedan tener tan solo por tratarse de cine de tetas y culos.
Además, el resto del reparto, lo completarían  rostros conocidos del cine de entretenimiento méxicano, destacando las intervenciones de los míticos Noé Muyarama (“El violador infernal”), “El Güero” Castro o Carlos Riquelme, lo que convierte a esta cinta en una rara avis dentro de las ficheras, porque además es ligeramente superior al resto de cintas pertenecientes a esta corriente.
Siete peligrosos asesinos se escapan de prisión yendo a parar a una isla desierta. En esta tesitura, los reos, apenas disponen de recursos para poder salir de allí. Enterado el gobierno de esto, les enviará una exuberante agente especial, la cual, en lo que llamarán “Operación Blanca Nieves” tendrá que ir allí con el fin de asesinarles. Claro, cuando esta llega a la isla, se encuentra con siete asesinos en potencia salidos, cuyo único afán es follarse a esta fémina por todos los orificios disponibles en su imponente cuerpo, así que, muy pizpireta,  se las ingeniará para ralentizar la libido depredadora de los siete individuos y propiciar que se maten los unos a los otros a cambio de falsas promesas de sexo, y así completar su misión.
Un verdadero divertimento que, transcurriendo en una única localización, la isla desierta, guarda una deuda importante con el vodevil clásico, amen de llevar consigo una trama de enredo solvente que, en cuanto se lía la madeja, de manera natural y sin ningún esfuerzo, se irá resolviendo conforme avanza la trama dejando por el camino unas más que agradables risas. La incorrección política de toda la película, así como los graciosísimos chistes que se van sucediendo en los diálogos, más su dosis —muy comedidas, eso sí— de tetas y culos, hacen que “Blanca Nieves y sus 7 amantes” bien merezca un visionado. Hay momentos de carcajada limpia.
La película, se llegó a estrenar en salas españolas, en tiempos en que las películas de chotas y pompas tenían su espacio en salas habilitadas para las cintas que llevaran la clasificación “S” (caso de esta) y la vieron, en cines de nuestro país, unos 14.000 espectadores, que ya está bien para una película de estreno marginal. Eso sí, por mucha “S” que le plantaran, “Blanca Nieves y sus 7 amantes” se sustenta mucho más en el humor y la comedia que en el erotismo de sala de cine, por lo que para esos amantes de las pajas, esta película puede resultar harto decepcionante.
Lo mejor es, como en mi caso, enfrentarse al visionado sin tener muy claro que es lo que vamos a ver previamente.
Muy divertida y dinámica.