Otra consecuencia “made in Cannon” del éxito de “Breakdance”
y anterior a la guerra de Lambadas de los primeros años de la década de los 90.
Golan y Globus, en sus años de decadencia, seguían emperrados en hacer
películas de bajo presupuesto cuyo gancho comercial fueran los ritmos urbanos
de los barrios. Por eso era inevitable que se sacaran de la manga una película
protagonizada íntegramente por latinos y para un público latino instalado en
los USA. Y se cascan un film como este, “Salsa”, que se encarga de seguir los
patrones establecidos cuatro años antes por “Breakdance” solo que multiplicando
por diez las dosis de romanticismo y mostrándonos una música atemporal pero de
corte clásico como es la Salsa, como si esta fuera una nueva tendencia
callejera. Y sí, pero en realidad, no.
Entonces, se nos presenta a lo que los Go-Go Boys
consideraban una futura estrella emergente, al puertorriqueño Bobby Rosa, que
con esas pintas de latin lover ochentero a lo Gerardo Mejía y esa manera de sobre actuar (que le valió un
razzie como peor nueva estrella), se prodiga como uno de los actores más
repugnantes vistos jamás en una película. Verle susurrar en español a un coche
al que acaba de reparar, mientras se pega unos bailes de lo más estúpidos,
además de esa melena rizada, da verdadera grima. Y por supuesto, el personaje
se llama Rico.
Rico, mecánico de profesión, por las noches baila Salsa en
la discoteca, género musical este en el que está hecho un verdadero as, cuando
para presentarse a un concurso que le puede llevar a su Puerto rico natal dónde
triunfará bailando, decide dejar a su novia para emparejarse artísticamente con
“La Reina de la Salsa”, una vieja gloria del baile que pretende revivir sus
tiempos de éxito bailando junto a Rico. Mientras tanto, los conflictos amorosos
se suceden, a Rico le da tiempo a tontear con alguna chica menor de edad y a
partirle la cara a su mejor amigo por echarle en cara que se enamore de esta,
que es su hermana pequeña.
Como la trama es tan endeble y para justificar el contenido
musical de la cinta, engordan el metraje con las actuaciones de Celia Cruz,
Tito Puente y otros tantos artistas populares latinos, amén de que los
numeritos de baile se antojan eternos. Insulsa a más no poder, quizás, la peor
de las películas de ritmos urbanos de la Cannon. Por supuesto, el humor
involuntario está a la orden del día igual que la vergüenza ajena que nos
proporciona en cada plano en el que hace acto de presencia el tal Bobby Rosa.
Rosa, era uno de los miembros del grupo infantil Menudo, una especie de Parchís
latino que se hicieron mega-famosos en todo el mundo. La Cannon se aprovechó su
facha y su baile para dar vida al protagonista de esta película. Rosa, que
venía de hacer una serie de televisión, debutaría en esta cinta con muy mala
fortuna, después haría un film de procedencia alemana para nunca más volver a
ponerse delante de una cámara. Eso sí, se gana la vida en el mundo de la música,
trabajando en el estudio en calidad de compositor.
Es malísima, por lo que queda claro que el tándem clásico de
Cannon que se ocupó de la película, Boaz Davidson a la dirección y co-escribiendo
el guión junto a Eli Tavor, lo hicieron con el piloto automático puesto. Chas,
chas, numerito musical, chas, chas, actuación de grupo musical y chas, chas,
confuso y extraño final que a nadie convence ni interesa.
En nuestro país la vieron unos escasos 126.000 espectadores,
que para el tipo de película que es y el tipo de público a la que va destinado,
no creo que sea un mal número.