Sin embargo, y es por ello que a día de hoy es una serie de
culto, cuenta en su haber con pequeñas joyas de producción propia. Una de
ellas, la ya mítica “El televisor”.
Cuenta la historia de un recto trabajador, un administrador
de fincas, cuya vida se limita a trabajar y trabajar para que su familia tenga
lo mejor. Y además tiene el sueño de comprarse un televisor (estamos en la
época en que este electrodoméstico era una novedad absoluta, casi un artículo
de lujo). Cuando consigue el dinero, se lo compra, y el individuo comienza a
obsesionarse con la programación hasta tal punto que descuida sus obligaciones
diarias. Su familia ya no sabe que hacer con él y solicita ayuda medica en el
momento en el que comienza a delirar y a creer que los personajes salen de la
pantalla y le atacan. Como es lógico, porque es una “historia para no dormir”,
el desenlace será inesperado, trágico y con cierto componente fantástico.
Parto de la base de que “El Televisor”, al igual que las
otras producciones de la serie u otros productos de similar estilo como “LaCabina” de Mercero (que me sorprende inquietantemente la semejanza de estilos
entre Mercero e Ibáñez Serrador en los productos televisivos se suspense de
aquella época. “El Televisor” y “La Cabina”, casi parecen dirigidos por la
misma persona), a día de hoy se han quedado anticuados, muy anticuados, pero
ahí reside la grandeza de estas producciones. “El Televisor” es un producto muy
ingenuo, de trazas incluso conservadoras y, en verdad, muy inferior a las
producciones cinematográficas de Ibáñez Serrador, pero logra que el espectador
plante su atención desde el minuto uno y ya no desconecte hasta el final, un
final que si en la época podía resultar impactante y rompedor, a día de hoy
resulta una tontería infantiloide; lo que pasa es que Chicho le pone muy mala
baba a ese final, por lo que, como sea, sigue funcionando. Por lo demás, es ese
encanto de lo rancio, lo conservador y lo ingenuo del asunto, lo que sigue
dotando a este producto en particular y a la serie “Historias para no dormir”
en general, de interés y vigencia en pleno 2019, a un año escaso de la edición
en DVD de la serie completa.
La gracia de este “El Televisor” es que se trataba de un
producto que criticaba altamente el sistema televisivo, y lo hacía desde la
propia televisión española. A Chicho, los directivos, no le tosían, no obstante,
por lo que este capítulo cerró la serie en 1974, pero de tapadillo, emitiéndose
a altas horas de la madrugada y sin que se anunciase, por lo que en su momento
no lo vio casi nadie. Sin embargo, Chicho tenía mucha mano en Televisión, por
lo que no dudó en hacerse eco de estos hechos en posteriores reposiciones de la
serie, haciendo la celebrada y pertinente presentación del capítulo, variándola
según la ocasión y reposición.
Por otro lado, se trata del capítulo favorito del ya
desaparecido Ibáñez Serrador.
En el reparto, el padre del director, Narciso Ibáñez Menta,
María Fernánda D´Ocón y una jovencísima Kivi Manver.
Está bien. Además de ser historia de nuestra televisión y
nuestra cultura.