lunes, 14 de octubre de 2019

EL CRACK CERO

De un tiempo a esta parte, el cine de José Luis Garci —un cine bien rodado, con personalidad, absolutamente respetable— ha sido tomado a chufla muchas veces simplemente por el contenido de los trailers (a los que sí que les falta algo de habilidad)  o, sencillamente, por que se imposta una actitud festiva ante una serie de películas que no se presta a la fiesta… Vamos, por el gilipolleo. El fandom posmoderno, quería reírse de “Holmes & Watson, Madrid days” cuando no hay nada de que reírse en esa película estupenda. Aunque entiendo que se quisiera convertir a uno de nuestros mejores directores en una mofa, tras un par de películas fallidas y una mala elección de los actores y ciertas chapucillas con respecto al doblaje y esa manía que tiene Garci de doblar a sus actores y ponerles voces de profesionales del medio. Pero en verdad no hay nada de que reírse; Garci es un director clásico con unos encuadres reconocibles a poco que los miremos y una manera de narrar lenta, que se toma su tiempo, que se recrea en los silencios, deliciosa.
Al margen de esta pataleta, por suerte, llega Garci con esta precuela de “El Crack” y tapa bocas. “El Crack cero” en su primera semana de exhibición, ha sido un éxito de taquilla y de crítica, compitiendo con un mastodonte como es el “Joker” de Tod Phillips que se estrenó el mismo día. Y yo me alegro mucho de que al “El Crack cero” le vaya bien, y que los medios se hayan rendido ante el trabajo de un director que, ninguneado como está en la industria de nuestro cine sencillamente por sus preferencias a la hora de ir a la urnas, ha demostrado que una buena película de corte clásico, sin artificios y con material reciclado (todos los exteriores, ese Madrid de los años setenta,  pertenecen a descartes de otras películas de Garci), puede interesar al público de 2019. También es cierto que en la sala de cine en la que la vi, llena de parejas casi octogenarias y cincuentones medio conservadores, yo era el espectador más joven. Y es tan buena, que todos esos subnormales posmodernos que estaban afilando el cuchillo cuando supieron que Garci volvía al ruedo, tuvieron que guardárselo. Estaba oxidado. Su chiste ya no les hacia gracia ni a sí mismos.
Pero es que “El Crack cero” es una estupenda película. Muy Garci, con sus encadenados, sus fundidos a negro y su lentitud maravillosa.
Recrear los tiempos más o menos mozos de esos grandes personajes que son Germán “El Piojo” Areta y  “El Moro”, era una  tarea difícil porque había que suplantar a Alfredo Landa y a Miguel Rellán. En un principio se contó con Víctor Clavijo para el papel de Areta, pero pronto fue sustituido por un actor que tampoco me decía mucho como es Carlos Santos. Y “El Moro” está interpretado por Miguel Ángel Muñoz. Menudo peso sobre los hombros de estos dos actores. Sin embargo, dan los dos el tipo de sobra. Carlos Santos está correcto, es un Areta más que digno, mientras que la gran sorpresa me la he llevado con Muñoz que está esplendido. Y es que hay mucho prejuicio porque este chaval, no creo que sea un mal actor, simplemente que está estigmatizado por haber trabajado durante años en aquella serie vil que fue “Un paso adelante”. Y aquí lo demuestra porque, no imita a Miguel Rellán, pero claramente se ha empapado del personaje, y lo hace muy bien.
Así, la acción nos traslada a unos años antes del primer “Crack” y tenemos la toma de contacto entre Areta y el Moro, que se sumergirán juntos en el primer caso conjunto, el supuesto suicidio de un afamado sastre. La amante de este contrata los servicios de Areta Investigaciones, ya que esta considera que el suicidio no fue tal, sino que fue un asesinato. Así de simple y sencillo, la película se compone de la investigación y los interrogatorios a los que nuestros detectives someterán a los distintos personajes. Estupenda.
En blanco y negro, “El Crack cero” es una película nostálgica para los setentones que añoran los tiempos de la transición y, por ende, las películas de “El Crack”. Y así como el primer “Crack” era más deudor del cine de justicieros de los 70 (con toquecitos noir) esta lo es más del cine negro americano de los años 50 al cual Garci dedica un bonito homenaje. Como fuere, y con tantos años de diferencia y tratándose de una precuela, “El Crack cero” es un agradable colofón, autoral, cinéfilo, garciano, para una de las sagas de cine de género español más cojonudas que ha dado nuestra cinematografía. A ver si la racha en taquilla sigue en sucesivas semanas.
Como curiosidad les dejo aquí con lo que llaman un “deepfake” que rula por Youtube y en el que han sustituido infograficamente a Carlos Santos por un Alfredo Landa notablemente rejuvenecido para la ocasión. Como curiosidad está bien, pero los avances de la tecnología, me producen escalofríos. No quiero ver películas protagonizadas por actores muertos.