Fui a ver "Nadja" al Festival de Sitges de su año, 1994. Entonces andaba interesado tanto en un cine fantástico algo más "arty", como en David Lynch, así que pal caso (con este último ejerciendo de apadrinador y una trama fantástica de base) aquel era un título muy atractivo. No obstante, me quedé frito durante el visionado. ¿Cansancio o aburrimiento? Pues un poco de cada. Es cierto que cuando te pasas el día en el Festival tragando peli tras peli (a cada cual más tocho), llega un momento que el cuerpo se rinde. Me ha pasado antes. Pero es que "Nadja", sin ser tampoco una tortura, sí se presta a inducir a cierto bostezo. Veamos.
Van Helsing ha matado a Drácula. La hija de este, Nadja, viaja hasta Nueva York a recoger las cenizas. Se hace amiga-amante de la novia del sobrino del asesino de su padre y la vampiriza. Dadas las circunstancias, el famoso cazador de no-muertos se verá obligado a buscar y destruir a la temible chupadora de sangre antes de que la líe más parda.
Contado así, "Nadja" tiene toda la pinta de ser una peli convencional de vampiros. Pero no se lleven a engaño. Está narrada y, sobre todo, filmada a lo "arty". Es puro arte y ensayo. Muy del rollo "indie" de los 90, en su vertiente más radical. Lo que se traduce en un montón de diálogos pomposos, semi-poéticos y algo pedantes y un ritmo tranquilo, aunque no tan plasta como cabría esperar. El contraste entre eso y su espíritu con regusto "pulp" hacen que el resultado final no sea para echar cohetes... pero tampoco del todo desdeñable. Como suele pasar con esta clase de pelis, en realidad lo mejor está en el apartado estético. Y lo de "Nadja" no es moco de pavo.
Para empezar, tenemos esa fotografía en blanco y negro tan bonita. Luego, un elemento que en su día me llamó mucho, la utilización (a boleo, según les viene) de la famosa cámara Pixel Vision. Un invento de los setenta que se lanzó como juguete para la chavalada pero, al no funcionar comercialmente, acabó en las zarpas de "artissssstassss", convirtiéndose en una de sus herramientas predilectas para hacer chuminadas. La Pixel Vision grababa con cintas de casete, y la imagen resultante era en un blanco y negro muy contrastado y a baja calidad, con esos mismos mentados pixels dando el cante. A mi estas cosas me pirran (de hecho, intenté hacerme con una, sin lograrlo), así que nada que objetar al respecto (sobre todo hoy, con tanto 4K y tanta estúpida obsesión con esa ultra-calidad de imagen fría y aséptica). Y luego, pues diría que también hay algo de material filmado en Super 8. Lo complementan retro-proyecciones muy efectivas y el que cuando necesitan algo más complicado -y caro- de obtener, como una explosión o un castillo lúgubre, lo filman directamente de una pantalla de televisor. Es decir, de otra película. Sensacional.
Ese sería el punto fuerte de "Nadja", luego estaría cierto sutil humor. Parte de la naturaleza del hipster (y aunque sea del 94, esta es una peli MUY hipster) consiste en fingir que no se toma demasiado en serio a sí mismo. Supongo que por aquello de mirar con arrogancia y por encima del hombro a los elementos de género con los que juega, y así animar al rancio crítico de turno a no sentirse uno más. De ahí que "Nadja" tenga ciertas pinceladas de humor, de autoparodia, pero una tan absurda y sutil que no queda del todo claro si está así aposta o es que a los autores se les ha ido la pinza. En este caso destaca el excéntrico personaje de Van Helsing, algunos diálogos muy chorras que resultan hilarantes al ser recitados con gélida seriedad o detalles como ese niño Transilvano con orejas de Mickey Mouse.
El personal implicado no tiene desperdicio. Elina Löwensohn venía de actuar en una peli tan "indie de los 90" como "Amateur" de Hal Hartley, así que había nacido para ser "Nadja". Peter Fonda se come la función con patatas dando vida a ese Van Helsing tan gracioso, vestido en plan retro y luciendo grasientas greñas. Martin Donovan también venía de "Amateur" y el clan Hartley, lo que sigue siendo perfectamente coherente. Sorprende un joven y, como siempre, estupendo Jared Harris haciendo de vampiro de buen corazón. Y, finalmente, tenemos al mismo David Lynch marcándose un cameo muy simpático como segurata. Mención especial para Galaxy Craze, raro nombre de una rara actriz de hipnótica belleza -rara- que ha currado muy poco y ha escrito algunos libros.
Escribe y dirige Michael Almereyda, que a día de hoy sigue currando y sigue tirando de los mismos derroteros. En 1998 intentó repetir un poco la broma con "La momia (Trance)", cogiendo nuevamente elementos del terror de "serie B" para llevarlos a terreno "arty" (y con Jared Harris), pero esta vez sin repercusión alguna (tal vez al no estar Lynch implicado).
En los créditos finales se alaba la existencia de nombres como los de Picasso o Bretón. Tómenlo como advertencia.
Curiosa y para una vez.