Película seminal del new Hollywood realizada por uno de los directores más representativos de la época, Hal Ashby. Se trata de uno de esos solventes directores que mueren con la década, pero que deja, con el puñado de películas que realizó, una impronta y un estilo muy reconocibles. “Harold y Maude” es, además, un perfecto ejemplo de película de culto, un film cuyo destino era fracasar —su guion no gustaba ni al estudio que le dio luz verde— y a la que el tiempo ha dejado indudablemente en su lugar, siendo hoy en día una de las películas más respetadas de la época, una de esas de las que tanto les gusta hablar a plumillas y culturetas varios, y adoradores de libros de esos de “1001 películas que tienes que ver antes de morir”.
Al margen de su estatus dentro de la cinefilia, “Harold y Maude” es una película divertida, negrísima y valiente, una suerte de comedia romántica que se atreve con una relación sentimental imposible y que se posiciona al lado de los marginados, aquellos que no encajan en la sociedad simplemente porque lo establecido les amarga la existencia y tan solo pretenden vivir tranquilos, que es lo que desean en esencia los protagonistas de la peli.
Cuenta la historia de un adolescente de 16 años, Harold, de buena familia, que obsesionado con la muerte, encuentra en el asistir a entierros su más preciado hobby a la vez que, para que le dejen en paz, suele fingir elaborados y aparatosos suicidios que le costarán visitas al psiquiatra que no servirán más que para hacerle perder el tiempo.
En una de sus frecuentes visitas al cementerio, se encontrará con una anciana de 79 años, Maude, que también visita funerales como opción de ocio, y disfruta de ellos comiendo manzanas como el que come palomitas en el cine.
Mientras la madre de Harold le prepara citas a través de agencias matrimoniales, este se topará más veces con la anciana y descubrirá que, a parte de la obsesión por la muerte, son muchas las cosas en común que tiene con ella. Además está chiflada abuelilla roba coches y conduce temerariamente por la carretera. Comenzarán a verse habitualmente y se sucederán las situaciones disparatadas, hasta que, en un momento dado, surge el amor entre ambos, cosa que se verá mal en el círculo social del muchacho, y cosa que, a nuestra pareja, se la trae muy floja.
Con dos cojones. Estamos ante una historia de amor entre un menor de edad y una anciana al borde de la muerte, además de mostrarnos la película esta relación de forma tan honesta que el espectador, lejos de repugnarle semejante aberración, comprende los motivos por los que el muchacho y la anciana se han enamorado y empatiza con ellos. Normal, por otro lado, que los estudios no estuvieran muy entusiasmados con este guion y, en general, la película sufriera rechazo, más en 1971 que esta premisa resultaría más controvertida que vista con los ojos de hoy, que nos parece sin duda mucho más ingenua. De hecho, Ashby sudó la gota gorda cuando trató de filmar una escena de sexo entre el adolescente y la vieja, a la cual el estudio se opuso completamente. Como fuera, lo cierto es que “Harold y Maude” es una estupenda comedia negra, con ese tempo y esa tranquilidad de las películas del Hollywood de los 70 que, 50 años después de su concepción, hace que se disfrute mucho más que cualquier película facturada en nuestros tiempos. Al menos a los que ya sobrepasamos cierta edad.
Escrita por Colin Higgins, que luego dirigiría “Juego peligroso”, “Cómo eliminar a su jefe” y “La casa más divertida de Texas” como un complemento para su tesis doctoral, lo estudios rechazaron que este la dirigiera debido a su inexperiencia en la dirección de películas, así que el proyecto pasó a manos de Ashby cuya afición a las drogas psicotrópicas le habían valido una mala fama dentro de Paramount, que le adjudicó la dirección de la película porque, a pesar de tratarse de un proyecto al que habían dado luz verde, en realidad querían quitárselo de encima. Se lo dieron a Ahsby, y a otra cosa mariposa. Tampoco depositaron mucha confianza en el rendimiento de la cinta. Y así fue, porque cuando se estrenó, no solo recibió críticas negativas, sino que había pasado totalmente desapercibida. Sin embargo, poco a poco, el boca a boca hizo que, de vez en cuando, la gente fuera más numerosa en las salas en las que se proyectaba, por lo que los cines la fueron manteniendo.
12 años después de su estreno, en 1983, un buen día la protagonista de la película, Ruth Gordon, a la que ya le quedaban tres telediarios porque contaba con 86 años de edad, recibió un cheque por 50.000 dólares en concepto de royalties por su intervención en esta película de la que ya ella ni se acordaba. Pensó que podía tratarse de una broma y a punto estuvo de tirar el cheque, sin embargo, pronto se dio cuenta de que no, que esos emolumentos eran los que le correspondían por aquella película que protagonizó años atrás y fracasó en taquilla. Resulta que “Harold y Maude” poco a poco había encontrado su público natural en sesiones golfas y cineclubes y se había mantenido en cartel una buena ristra de años, ahora sí, haciendo algo de dinero, por lo que en 1983, ya había generado beneficios a largo plazo. La película se convirtió en pieza de culto por sí sola, sin necesidad del pábulo del estudio.
A día de hoy, como ya digo, es una de las imprescindibles del público cultureta, una película prestigiosa y a tener en cuenta, pero, como buen título de culto que al final es, popularmente tampoco es que se la reivindique mucho o que se la recuerde tanto como los clásicos del nuevo Hollywood que todos conocemos, pero yo creo que, sin duda, merece la pena acercarse a ella, porque se trata de una buena película con un sutil humor negro que mantiene al espectador entretenido e interesado todo el tiempo.
En cuanto a sus protagonistas, Ruth Gordon, la señora que interpreta a Maude, provenía del Hollywood clásico y, a la vejez viruelas, se llevó el Oscar como mejor actriz secundaria por “La semilla del diablo”, mientras que Bud Cort, con esa inquietante cara de desequilibrado de la que hace gala y que ya tenía 23 años cuando hizo la película, era un actor fetiche de Robert Altman que anduvo con sumo cuidado a la hora de elegir sus papeles para no encasillarse tras “Harold y Maude”, sin embargo, no tuvo ningún éxito y su carrera posterior no fue para nada relevante; al igual que la película por la que es popular se convirtió en una presencia de culto y, a partir de ahí, sus siguientes intervenciones fueron en calidad de actor raro, misterioso y desperado, por lo que pudimos verle en “Hysterical”, "Bates Motel", “Dogma” o “Aquatic Life”, entre muchas otras.
En cuanto a Hal Ashby, es un director del que se ha escrito mucho en contraste a la cantidad de películas que realizó, obviamente es un nombre intrínseco al movimiento cinematográfico al que pertenece y, antes de desaparecer entre mierdas insustanciales en los 80, dirigió otros clásicos estupendos como puedan ser “El último deber”, con Jack Nicholson como marinero que se va de putas, “Shampoo”, con Warren Beaty follándose a todas las clientas de una peluquería o “Bienvenido Mr. Chance”, que devolvió la dignidad a Peter Sellers dando vida a un jardinero deficiente mental.
No podemos dejar de mencionar la banda sonora con canciones de Cat Stevens, que en cierto modo marcan el ritmo de la acción, y que tiene más fans que la propia película. A mí su música no me dice nada. Por cierto, que Stevens aparece en un cameo, con una barba larga repugnante y llena de ácaros bastante desagradable.