sábado, 26 de marzo de 2022

WALKER (UNA HISTORIA VERDADERA)

No hay discusión posible respecto a la naturaleza política de "Walker (Una historia verdadera)". Lo que ocurre es que, a mi, es un tema que no me interesa nada. Y no me suelen gustar las películas panfletarias. En orden cronológico: me aburre y me aburren. Así pues, evitaré enfocar mi reseña por esa vertiente. No sabría qué decir y, seguramente, metería la pata. Si les llama todo esto, busquen por ahí que hay peña mucho más puesta que yo escribiendo de forma asombrosamente lúcida y profunda (siempre extranjeros, por supuesto, no se fíen nunca de los gacetilleros patrios) En mi caso, solo me atraen dos cosas: el factor entretenimiento y el factor extravagancias. Asín de simple soy. Del primero no hay mucho en esta película, lo cierto es que resulta bastante palizas. Pero de lo segundo, ¡ay madre!, tienen para dar y regalar. Eso fue lo que, en su día, me encandiló.
Estamos ante un biopic sobre las hazañas de William Walker, el primer norteamericano que fue a Nicaragua por ahí 1850ypico y se auto impuso presidente a hostia pura. Una historia que en el año de producción de la peli, 1987, le iba como un guante al normalmente "radicalmente político" -y británico- Alex Cox para condenar la intervención de los USA en aquel mismo país. Lo asombroso del asunto es cómo logró que "Universal Pictures" le financiara semejante locura, la distribuyese y que el gran Ed Harris diera vida al protagonista. Encima, se piraron a Nicaragua a rodar, asegurando así cierta ayuda económica. Muy subversivo, diría alguien sesudo. Aunque no todo se limita al elemento político, también al creativo. La película comienza muy modosita, muy normal. Incluso prometedoramente. Pero a medida que avanza, y que Walker va metiendo mano a Nicaragua más y más, todo se torna delirante. Anárquico. Caótico. Incluso surrealista. Un poco como otra peli de Alex Cox que quiero revisar, "Directos al infierno". La diferencia es que aquella era más modesta y el riesgo menor. Con "Walker" el cineasta puso fin a su relación con los grandes estudios, los poderes fácticos de Hollywood. Hizo añicos toda posibilidad de ganarse el rol de filmmaker joven y arriesgado-dentro-de-un-orden.
Como decía, ese caos impide que haya una historia coherente y, por tanto, nos aburrimos. Pero a ratos despertamos gracias a arrebatos desquiciantes. Destacando los muchos anacronismos que, poco a poco, van poblando la peli. Revistas modernas, botellas de Cocacola, tabaco Marlboro, automóviles y más que no desvelaré. Pero esos son los "normales", prefiero centrarme en los otros. Entre mis favoritos están la escena en la que, mientras unos señores hablan de política, al fondo un niño toca un violín de manera infernalmente desafinada. Cuando los Nicaragüenses reciben a Walker con una pancarta en la que aparece mal escrito su nombre. El momento que unos mercenarios huyen de dinamita apunto de estallar, y lo hacen a cámara rápida, en plan slapstick. O, el rey de todos, William Walker arrancando un trozo de carne a un herido y ¡¡¡devorándolo con delectación!!!!. Obviamente, todo ello tiene su metáfora... pero a mi me la suda. Molan porque son instantes que rompen la monotonía... y de que manera.
Luego tenemos la inevitable influencia de Sam Peckinpah con esos tiroteos ultra-sangrantes (o, directamente, viendo como a uno le arrancan el brazo de cuajo), detalle con mucho sentido si consideramos que el guionista de "Walker" es el prestigioso Rudy Wurlitzer, quien curró en su momento con Peckinpah. Alex Cox se marca la machada de destacarlo en los créditos por encima de él. Aunque habría que ver si no era un modo de compensarle al haberse pasado su guion por el forro de los cojones. Porque lo parece.
Tal vez debamos alabar o culpar de toda esta locura al productor ejecutivo, Edward R. Pressman, un tipo acostumbrado a lidiar con proyectos un poco arriesgados, como hiciera en su momento con "El fantasma del paraíso", "Crimewave. Ola de crímenes, ola de risas", "Teniente Corrupto" o "American Psycho". No siempre se saldaba con éxito -como "Walker", mismamente- pero valía la pena vivir la aventura.
Hay muchos otros nombres la mar de interesantes. Ya saben que me pirra enumerarlos. En el reparto localizamos a Richard "La Cosa" Masur, Rene Auberjonois, Peter Boyle (tirándose sonoros cuescos), Marlee Matlin o Gerrit Graham. Mucho hispano ilustre: Alfonso Arau, Pedro Armendáriz Jr., Roberto López Espinoza, Blanca Guerra (la mamá diabólica de "Santa Sangre") y Miguel Sandoval. Y los habituales de Alex Cox: Sy Richardson, el músico punk Edward Tudor-Pole, mister Joe "The Clash" Strummer himself (autor también de la banda sonora), Zander Schloss (bajista de los "Circle Jerks") y Dick Rude. La mayoría de ellos -especialmente Harris- hipersobreactuados (aunque tal vez también eso forme parte de la locura reinante buscada de modo expreso)
Ya comenté en su momento que llegué a ser muy fan de Alex Cox. Pero a medida que me hago vieja, y reviso sus películas, me percato de que era un cineasta bastante mediocre y no tiene nada que realmente merezca la pena. Es así. Me encantaban mucho esos delirios suyos, presentes en gran parte de su filmografía, pero me temo que nada más. Y "Walker (una historia verdadera") no va a modificar esa impresión, desde luego. Aún así, como rareza, como anomalía dentro del cine mainstream ochentoso, se deja ver.