viernes, 25 de noviembre de 2022

BABY GHOST

Más que por completismo, el hecho de enfrentarme a una nueva película de Zen filmaking — ¡vaya cara dura la del inútil de Scott Shaw!— dirigida por Donald G. Jackson y protagonizada por Joe Estevez y Conrad Brooks, es ya una cuestión de masoquismo. O de cabezonería. Y es que pasados cinco minutos de visionado, y pasada la gracia inicial del ponerte una mierda de estas, es mucho más entretenido, satisfactorio y enriquecedor ponerse en la tele un acuario digital, o incluso las imágenes que acompañan a unas de esas músicas neutras para coger el sueño o estudiar. Desde luego, están realizadas con mucho más cariño que una película de estas.
Sin embargo el interés por estas películas infantiles radica en que, con toda seguridad, se trata de las peores de la historia, máxime, si tenemos en cuenta que vienen facturadas por gente que venía de hacer cine “de verdad”. Nada es peor que esto. En serio. Y por eso quiero verlo aunque sea de pasada y modo "móvil en la mano".
En esta ocasión tenemos a Joe Estevez dando vida (o muerte) a un fotógrafo, de los que hacen fotos a niños, que tiene el estudio situado en el interior de un edificio de oficinas. Una noche, tanto él como el bedel, el guardia de seguridad e incluso dos ladrones que han entrado en el lugar no se sabe muy bien a robar qué, se quedan encerrados sin posibilidad de salir. El fotógrafo llama por teléfono a una vidente que le advierte que se ha quedado encerrado por culpa del fantasma de un bebé que fue asesinado en el pasado dentro del edificio. Su espíritu quedó confinado en el interior de una caja y se ha escapado de ella.
Después de muchas conversaciones improvisadas entre unos y otros, por fin hace acto de presencia el bebé fantasma — un muñecajo estático tratado a partir de los efectos digitales de alguna computadora Amiga 2000 de la época— para hacer la vida imposible a nuestros protagonistas, así que, se mofará de ellos, recortará con tijeras las fotografías de nuestro amigo fotógrafo y se comerá toda suerte de pasteles sorteando las trampas que los protagonistas le van dejando con el fin de capturarle.
Por supuesto, esta película rodada en ¡un día! fue puesta en los video-clubs americanos poco después del estreno de “Casper” y así aprovecharse del tirón, pero el fantasmita que sirve de reclamo es una suerte de Slimer de “Los cazafantasmas” en cutre. Tiene su misma actitud juerguista, aunque el aspecto recuerda vagamente a un Critter de rostro infantilizado. En cualquier caso, este muñecajo es, al igual que todos los de las películas infantiles Zen filmaking, una putísima mierda.
En definitiva, completar el visionado (seis sesiones me ha costado hacerlo y eso que dura hora y poco…) es un auténtico suplicio.
Por supuesto, no falta el grupo de señores con ganas de pitorreo que, junto a otros jóvenes posmodernos con un afán de protagonismo atroz y, como suele ser habitual, tratando de quedar por encima de una película de la que es muy fácil reírse, han cogido todas estas Zen movies y las han desollado en un programa deudor del clásico “Mystery Science Theater 3000” en el que, previo pago por visión, podemos ser testigos de lo irritantes que llagan a ser los responsables de algo genuino como fue “MST3” cuando ya hay una conciencia comercial de lo que se está haciendo. Se trata de Rifftrax. Supongo que a un advenedizo le pueden hacer gracia los chistes en torno a una película subnormal como esta, pero, al margen de que no tiene puta gracia, de lo que debería darse cuenta toda esta escoria es que una cosa como “Baby Ghost” no necesita de bromas externas, porque ya la película en sí misma es una broma. Y de mal gusto. Sería más ingenioso -y original- hacerlo con una película menos fácil y evidente. Pero pedirle eso a cierto fandom es pedir un imposible.
Sin más, el próximo día vendré con un nuevo Zen filmaking infantil… ya en plan fin de fiesta. Tengo paciencia, pero no tanta…