viernes, 15 de marzo de 2024

BELA LUGOSI CONTRA EL GORILA

Considerada una de las peores películas de la historia del cine (no sin cierta razón, desde luego) “Bela Lugosi contra el gorila”, de título original musical y fardón “Bela Lugosi Meets a Brooklyn Gorila”, es un pastiche paródico, una comedieta ligera con tintes fantásticos para toda la familia que no se toma en serio a sí misma y se mofa del único tipo con “clase” que aparece en toda la película; un Bela Lugosi, más memorable en su decadencia que en su época dorada, comido por la metadona.
Sobre todo es un estúpido vehículo para el lucimiento de los cómicos cincuenteros Duke Mitchell y Sammy Petrillo, forjados en salas de fiestas nocturnas, tugurios de poca monta de Las Vegas y cuyo show consistía en imitar el que venían desarrollando los populares Dean Martin y Jerry Lewis. De hecho, Petrillo había trabajado a las órdenes de Lewis haciendo de su doble en espectáculos, aprovechando el notable parecido que guardaba con el mítico cómico neojerseíta.
El mánager de la pareja de “impersonators” andaba deambulando por Hollywood proponiendo a los estudios proyectos cinematográficos para que los interpretaran sus representados, consiguiendo que Jack Broder, de "Realart Pictures Inc." asistiera a uno de los shows de la pareja. Al gerifalte le fascinaron estos dos cretinos. Así pues, y con el fin de lanzar su carrera cinematográfica, se dio luz verde a “Brooklyn Gorila” que, eso sí, se filmaría con un bajísimo presupuesto. Costó 12.000 dólares y se rodó en tan solo seis días. Iba a ser la primera de una serie de películas que protagonizarían, en años venideros, ambos clones. Además se garantizaba el éxito contratando como contrapartida al pobrecico de Bela Lugosi, con cierto tirón todavía entre los amantes del cine de terror.
Al enterarse Jerry Lewis de que un extrabajador suyo iba a hacer una película suplantando su personalidad, entró en cólera y se conchabó con su socio Dean Martin para impedir que se estrenara, así, se presentó en la oficina de Jack Broder pidiendo explicaciones: Acabaron a hostias.
Por supuesto, “Bela Lugosi Meets a Brooklyn Gorilla” se llevó a cabo, y Hal B. Wallis de Paramount Pictures, que tenía bajo su auspicio a Jerry Lewis y Dean Martin, pensó demandar a Jack Broder por plagio, así que se reunió con él para ver si llegaban a un acuerdo. Broder instó a Wallis a comprar la película completa para su total destrucción y fin de la historia, pero tras verla, Wallis pensó que igual era una mierdecita inofensiva y se negó a pagar el precio que pedía Broder por el negativo. Zanjó el asunto enemistándose con el explotador y “Brooklyn Gorilla” acabó estrenándose.
El film no fue perjudicial para la carrera de Martin y Lewis, ni lanzó al estrellato a Petrillo y Mitchell. Es más, pasó más bien inadvertida, aunque con el tiempo se ha convertido en un film de culto muy querido por el público norteamericano. Cuando Martin Landau tuvo que interpretar a Bela Lugosi en “Ed Wood” de Tim Burton, se vio en repetidas ocasiones “Bela Lugosi contra el gorila” para estudiar el comportamiento del actor búlgaro y así desarrollar su personaje.
Su argumento es tan tonto como el resultado final de la cinta: una avioneta se estrella en plena jungla y sus tripulantes (Mitchell y Petrillo) son recogidos por una extraña tribu que les colma de atenciones y les facilita una feliz estancia. Para intentar regresar a su Nueva York natal, acuden a pedir ayuda al Dr. Zabor (Lugosi), un científico que investiga sobre los simios, su origen y descendencia. Les dice que, sí, les ayudará, pero no en ese mismo instante porque, de momento, está por otras labores. Inventa un suero que puede convertir a los hombres en gorilas, así que se lo inyecta al guapo del dúo cómico, y este se convierte en uno. A partir de ahí, se sucederán toda suerte de disparatadas y absurdas situaciones cómicas.
Lo mejor de todo es que la película acaba cayendo simpática a pesar de lo tontorrona que es. Su humor es como para lerdos. Decorados de cartón piedra, chistes sosos cada dos por tres, el gorila que, obvio, es un señor disfrazado y Bela Lugosi en estado terminal con los dientes negros y los ojos vidriosos, convierten este producto en algo curioso y digno de visionar y, sin duda, uno de los más simpáticos e ingenuos de la serie B/Z de los años 50.
William Beaudine, director del artefacto y ayudante de dirección de Griffith en “El nacimiento de una nación”, era popular en el sistema de estudios desde los años 20 por hacer películas sin apenas presupuesto y salirle más o menos ostentosas. Se convirtió en un especialista en este tipo de mercancía barata ganándose el sobrenombre de “One Shot” porque daba por buena la primera toma saliera como saliera (pero, al parecer, es solo una leyenda sin fundamento). Dirigió muchas más series B durante los años cincuenta y sesenta, aunque luego se dignificó (solo un poquito) rodando para televisión algunos capítulos de “El avispón verde”, “Lassie”, “Rin Tin Tin” y, finalmente, productos menores para Disney.