miércoles, 20 de marzo de 2024

"CREEPSHOW", A DOS GRADOS DE SEPARACIÓN

Desde los albores de este blog, escribir maravillas con respecto a "Creepshow" ha sido una obsesiva constante. Hasta hartar. Bien, lo que igual desconocen es que el clásico de George A. Romero guarda una serie de conexiones muy particulares con otros asuntos de índole igualmente apasionante, al menos para el que suscribe.
Tan apasionantes como mi otra película favorita (y que cae un puesto por delante de "Creepshow"), "Posesión Infernal". Ambas vienen emparentadas por un mismo nombre, el del agente Irvin Shapiro y, más gracioso aún, un pedazo de tema musical "vintage" de naturaleza "stock". Concretamente "Jazz Traditional - Charleston" de Erik Markman.
Se puede oír en los créditos finales de "Posesión Infernal" (o cuando el personaje de Bruce Campbell corre al sótano a por munición) y en una escena de la de George A. Romero. Mientras aquí tiene toda la lógica del mundo, sonando jukebox mediante junto a otras partituras del mismo periodo, en la previa... ¿por qué? Lo tenemos tan asumido que no vemos extrañeza en ello, ¿decantarse por un tema tan alegre y dicharachero al final de un film de horror tan intenso y más después de ver morir a su héroe? Bien, según se dice por ahí, consciente Sam Raimi de lo crudo, sangriento y oscuro del film, quiso compensarlo finalizando con semejante pieza. Tiene sentido. Sonaba tal que asín...

Habrá quien diga "También las dos películas comparten año de producción". Vale, pero eso creo que es más circunstancial, teniendo en cuenta que “Posesión…” tardó varios en completarse. Todo ello -y la presencia de Shapiro, supongo- permitió que ambas joyas acudiesen al festival de Cannes de aquel año mano con mano, dejando para la posteridad imágenes tan legendarias como las respectivas pancartas promocionales, una al lado de la otra, o la instantánea histórica de Sam y George juntos en el balcón de un hotel de la población franchute. Irrepetible.


Pero no acaba aquí la cosa.
¿Cómo se quedan si les digo que existe otro hilo conector entre "Creepshow" y.... mi héroe, George Kuchar? ¿Y qué tiene ello de extraño? Hombre, lo del clásico de Sam Raimi dispone de cierta lógica por año de producción, género y naturaleza... pero Kuchar pertenece a otro universo, otro nivel -uno más subterráneo-, y por ello la movida se torna exótica y marciana. Eso sí, para nada es una cuestión directa, que los dos Georges se conocieran y fuesen de cañas. En realidad, se debe a una tercera persona, Peggy Ahwesh.
En los ochenta Peggy era una punkilla que, además de ir a conciertos, pillaba una cámara de súper 8 y confeccionaba cortos con los colegas. Algunos de orden seudofeminista (al menos procedía en una época que eran poco comunes, ahora es feminista hasta el anuncio de cocacola). Un día, organiza una serie de proyecciones y, puesto que su hábitat natural resulta ser Pittsburgh, invita al cineasta más relevante del lugar, Don Romero. Se hacen amigos y, para cuando este arranca con "Creepshow", enchufa a la muchacha en funciones de asistente de algunos actores, entre ellos Ed Harris, quien se unió a ella, y su pandi, para terminar bailando pogo en algún concierto punk. Mítico. Ya puestos, fue la niñera de Joe King (hijo de Stephen, el niño del vudú/lector del tebeo y actual reputado escritor de terrores por... ¿cuenta propia?) y ayudó a ensuciar de verde el decorado de "La solitaria muerte de Jordy Verrill". ¡¡Vaya suertuda!!. Si se fijan bien en los títulos de crédito finales, la localizarán con la versión "seria" de su nombre, Margaret. 
Conclusa esta etapa (de la que aprendió tanto como para reconocer la gran influencia que tuvo en su cine el director de "La noche de los muertos vivientes", junto a otros ilustres: Dario Argento, Mario Bava y Lucio Fulci), Peggy, más en consonancia con su naturaleza “underground”, termina metida en los caóticos y alocados rodajes que el gran George Kuchar se marca como profesor en el "San Francisco Art Institute". 
Concretamente, sale caracterizada con un atuendo extravagante -algo muy propio de las Kucharadas- y haciendo el ridículo -algo muy propio de las Kucharadas- en una de las epopeyas más demenciales, extrañas y escatológicas del Maestro, "Evangelust", un palo desalmado a los tele predicadores que Kuchar grabó vídeo mediante a finales de los ochenta a base de caca y vómitos. Ahí va imagen del histórico encuentro...

Paralelamente, Peggy Ahwesh también se dejó ver en algunos video-diarios de Kuchar (concretamente: "Rainy Season", "Return to the House of Pain", "Fill Thy Crack with Whiteness" y "Munchies of Melody Manor"), pero esa es otra historia. En cuanto a su propia carrera, pues siguió pariendo cortos raros, dio el salto a los 16mm, luego al vídeo y finalmente las imágenes generadas por ordenador. Se hizo profa de bellas artes y hoy rula por Vimeo publicado las cosicas que inmortaliza mediante celular. Nada, todo muy aburrido y pretencioso... lo realmente interesante acá era contar su apasionante vínculo directo con sendas apasionantes movidas.
La próxima vez que entren en este blog y se encuentren con la enésima entrada dedicada al clásico de Romero (o al de Raimi), conténganse las ganas de destruir el ordenador. Como ven, hay motivos de sobras para amar a la(s) jodida(s).