lunes, 18 de marzo de 2024

DAUGHTERS OF DISCIPLINE

“Daughters of Discipline” es una de tantas películas porno rescatadas por los estudiosos e historiadores cuando van a costrosos sótanos de viejos cines buscando rollos de rancio celuloide. En este caso, nos encontramos ante una cinta recuperada a medias, porque le falta el rollo final y algunos segmentos a la mitad, pero contiene suficiente material como para elaborar una edición en DVD de la misma.
No tiene demasiado de especial. Una de bajo presupuesto y centrada en el rollo sado-maso, aunque tocando el tema tangencialmente. Estéticamente sí que se nos muestran oscuros sótanos con señoritas encadenadas a las que colocan pinzas en los pezones, pero de ahí no pasan, el sado-maso no es real; las cadenas y las máscaras están únicamente para ambientar, porque más allá de eso, esto es un porno bastante al uso donde abundan las mamadas y el sexo estándar realizado por gente bastante fea y velluda. Apenas sin argumento, la peli nos cuenta la historia de una muchacha que ingresa en una secta sadomasoquista en la que la harán toda suerte de perrerías al mismo tiempo que, en su vida privada, zampa pollas de tíos con bigote.
Y sin más. Una cosa añeja que puede llamar la atención por su estética pobretona y sucia —la típica del "sleazy cinema" que defendería, sin duda, el ilustre fanzinero Bill Landis — cuyo único interés radica en haber sido encontrada la copia madre en algún lugar de la periferia neoyorquina tras pasarse almacenada lustros sin que a nadie le importara lo más mínimo. Más interesante es saber la historia que se oculta detrás.  
En concreto, “Daughters of Discipline”, dirigida por un artesano de la pornografía en celuloide como Shaun Costello, era una producción de las que sólo se podían visionar en la cadena de mini-cines "Avon" -"Avon 7" para ser exactos- una de tantas pequeñas salas ubicadas en los 70 en la mítica calle 42 (y al rededores, es decir, el Deuce) de Manhattan y que se extendería a lo largo y ancho de las zonas más golfas de la ciudad, junto a toda una serie de complejos teatrales.
Siempre se ha tendido a pensar que los mismos propietarios de los cines "Avon" producían sus propias películas (las de "Avon Studios") ya que solo podían verse en sus propios antros, pero cuenta Shaun Costello que él ni tan siquiera llegó a hablar con los dueños cuando rodó una película. Y es que se ve que los mini-cines "Avon", así como la mayoría de especializados en contenido pornográfico, tenían vinculaciones con la mafia, que era la que en realidad se ocupaba de producir esas películas. Así pues, Costello trabajaba directamente para el estudio regentado nada menos que por la familia Gambino que, a su vez, era la que proporcionaba las películas en exclusiva a la cadena "Avon". Si el "Avon 7" proyectaba sobre todo films de temática sado-maso, era porque el gerente se las encargaba, según la demanda de sus propios clientes, a los Gambino quienes ponían en marcha todo el tinglado con una suerte de actores y directores que trabajaban rápido y bien. Las películas se rentaban en los cines pero, además, algunas también eran exportadas al extranjero, siendo Alemania el país europeo que más solicitaba el sado-maso que ofrecía "Avon Studios". Así pues, los pajilleros de la zona tenían cine porno bajo demanda.
Por supuesto, la calidad de estas películas era más bien de baja estofa y la sordidez que las acompaña poco ayuda a estimular la libido del espectador de 2024. Obviamente, no funcionan como material para pajas, si no más bien para saciar el interés del arqueólogo inquieto en busca del cine más oscuro. Aun así, y aunque financiadas por la mafia, las películas "Avon" son una cosa más bien normalita en el sentido que no dejan de ser porno totalmente estandarizado con actores y actrices del gremio haciendo su trabajo en total legalidad. Toda la parte sórdida, el sado, la muerte, no es más que ficción (gracias a dios).
Shaun Costello se comió la década de oro del cine porno norteamericano, los setenta, también parte de los ochenta, para después ganarse la vida dirigiendo toda suerte de comerciales para televisión. Más adelante, decidió contar su historia en el cine de mete-saca, primero escribiendo una biografía de Harry Reems y luego con un libro que pinta estupendamente y donde cuenta su experiencia,“Risky Behavior: Sex, gangsters and deception in the time on groovy”, que tras 10 años de larga escritura finalmente nadie quiso editar, salvo una editorial bastante subterránea francesa. Descarten para siempre una versión en castellano.
“Daughters of Discipline” no es más que una de las películas de su filmografía, ni destacable, ni olvidable, pero sí una de las que más se habla porque hasta hace poco andaba perdida, y que va que ni pintada para hablarles brevemente como lo he hecho de los cines "Avon", de Costello y del Deuce neoyorquino al completo.