miércoles, 27 de marzo de 2024

MINUTOS MUSICALES 23: ANTI-CRASS, 1ª PARTE / ARTLESS

Habrán notado, a lo largo y ancho de todas las respectivas entradas de minutos musicales,  que la formación anarco-punk "Crass" dispone de cierto peso entre mis apetencias punkistas. Bien. Sí, pero no. Steve Ignorant, Penny Rimbaud, Gee Vaucher, Phil Free, Eve Libertine, Joy De Vivre, Mick Duffield, John Loder y los demás fueron de vital importancia en cierto momento de mi existir. Aunque, entre lo radical de su perorata panfletaria (me hacían sentir culpable cada vez que disfrutaba de una "McBurger", jaleaba a "Paul Kersey" o miraba con exclusivos intereses carnales a las féminas de mi entorno) y lo "poco accesible" de sus maneras compositivas, acabé algo harto de ellos. Volcándome mucho más feliz en un punk rock despreocupado, cafre y tan aficionado como yo al lado más "ignominioso" de la cultura popular. Rara es la ocasión en la que, a día de hoy, los escucho.
Aún así, les seguí / sigo respetando. Incluso estimando. Después de todo, siempre admiré y defenderé su concepción del punk. Lo más genuino ocurrido durante los ochenta. No solo en lo político, también lo creativo y... hum, "operativo". Su dedicación al D.I.Y. y la auto gestión pura eran reverenciables. A los "Crass" o los amabas con locura, o los odiabas. Y de estos últimos los hubo, a porrillo. También se lo buscaban, chinchando sin descanso al personal. Sobre todo aquel situado en el espectro más comercialucho, teatrero y complaciente del punk. La mayoría callaban. Otros hacían lo imposible por llevarse bien (como "The Business", reyes del "Oi!", quienes incluso les dedicaron una voluntariosa versión). Los había que devolvían la pelota desde la prensa escrita (como Wattie de "Exploited"). Y, por supuesto, también están aquellos que contraatacaron usando las mismas armas: instrumentos musicales.
Los ejemplos más sonados (o los únicos que yo conozco) son dos, cuyo grado de mala uva e inteligencia varía según la banda. Mi plan original consistía en rejuntar ambos aquí, pero el rollo ha dado pa tanto que he preferido partirlo.
Ahí va la primera dosis: "Artless".

Hablar de "Artless" significa hacerlo de Mykel Board, un personaje de esos irrepetibles que llevan pululando por el underground y la contra-cultura desde tiempos inmemoriales. Y al que le mola más provocar que a un tonto una piruleta. Ya en los primeros fanzines ochenteros de un John Holmstrom post-"Punk Magazine" (especialmente la simpatiquísima "Stop! Magazine") encontrábamos anuncios del colega, promocionando su banda paródica arty-punk "Art" (compuesta por él al micro y un metrónomo como único instrumento) a base de imágenes abiertamente pornográficas. Luego, añadió un "less" a la palabra, dando vida así a un grupo que dejó cierta huella en la respectiva década.
Board era, como digo, un tocacojones nato. De ideología libertaria, bla, bla (es decir, tirando más a políticamente correcta), se planteó qué pasaría si una panda de republicanos, conservadores y derechosos se animaran a dar forma a su propia formación punk rockera. Y a la hora de componer, hiciesen como todos, defender sus causas políticas... solo que estas eran más del gusto de, digamos, un Reagan. O un Trump. Así, el resultado se convertía en veneno de cara a las audiencias punk más elementales y cuadriculadas, incapaces de pensar por cuenta propia y, más importante aún, pillar el sarcasmo de todo ello. El humor.
Y es por eso que, durante las actuaciones de "Artless", había broncas. Tanto como para que el guitarra luciera una camiseta con "Yo no escribo las letras de las canciones" estampado. Y el mismo Board terminara en más de una ocasión dentro del container sito al lado de la sala de conciertos. Aún así, el hombre estuvo un largo tiempo dedicado a su combo. Llegó a editar un LP compartido con -como no- G.G.Allin, de cuya portada -la de "Artless"- se encargó su viejo colega Holmstrom.


Bien, entre toda la ralea de temas paridos por Mykel Board y los suyos -honestamente, nada del otro jueves- destaca uno titulado "Crassdriver". Lo hilarante aquí es que la primera vez que lo escuché fue gracias a un CD-R pirata editado y vendido por una famosa tienda barcelonesa de desacomplejada ideología anarquista. Es más, ilustraban la cubierta con el -así de primeras- famoso logotipo de "Crass" y, dentro, encontrabas tanto canciones de "Artless" en su inglés nativo como otras en... ¿alemán? Bien, tenía truco. Resulta que en las germanias existía otro grupo de idéntico nombre, e ideología mucho más afín a los de la tienda. O a lo que se esperaría de un supuesto grupo punk underground. Dicho de otro modo, los responsables en ningún momento prestaron atención, ni entendieron la jugada. De lo contrario, se habrían dado cuenta que, A, eran dos combos distintos, B, el yanki gastaba una naturaleza ideológicamente opuesta a ellos, C, en concreto el tema que daba nombre al mismo CD-R, "Crassdriver", era un PALO ENORME a la famosa e intocable formación anarquista y D, el mentado logo de "Crass" en la portada hacía gala de una pequeña peculiaridad. Justo en la parte intermedia, veías un destornillador. Si traducimos la palabreja al inglés, obtenemos "screwdriver". Y, yes!, tal vez sepan que "Skrewdriver" es el nombre de la más famosa e infame banda nazi de la historia de la música. Pero cuando digo nazi, lo digo a conciencia. Sin florituras. Está claro que los del local... es decir, la tienda, no hicieron los deberes (e ignorantes hay en todos los bandos)

Así pues, en su canción, "Artless" emparentan a los nazis "Skrewdriver" con los anarquistas "Crass". De ahí la mezcla, "Crassdriver". Preguntando en un contagioso estribillo aquello de "¿no sabes que es lo mismo?", a tenor de que ambas comparten un logo, un uniforme y unas ideas cuadriculadas y dogmáticas que pobre de ti rechaces (son legendarias las historietas de los "Crass" imponiendo ciertas decisiones musicales y estéticas a las bandas que apadrinaban). Terminan la tonadilla afirmando burlonamente que los anarquistas han "dado mal nombre al punk".
Bien. Los más devotos de "Crass" se estarán tirando de los pelos. Sin embargo, y aunque hasta cierto punto Board y sus "Artless" no van escasos de razón (siempre he dicho que los "ismos" se tocan, y lo sigo pensando), es verdad que había algo de guasa en ello. No olviden que el cantante estaba más próximo a Steve Ignorant y cía en actitudes e ideas que a los supuestos republicanos con instrumentos que eran, y ya no digamos Ian Stuart, líder de los temibles "Skrewdriver". Tampoco afirmo que soltara trolas, simplemente -opino- lo exageraba, sin genuina malicia. Todo lo contrario que el caso que verán y oirán en la próxima entrada. De momento, cierro el tochete con, obviamente, "Crassdriver" de los "Artless".

Y si se lo preguntan, aunque la carrera del combo llegó a su final por ahí los noventa -con alguna puntual resurrección pillada con pinzas-, Mykel Board siguió dándole a la provocación, esta vez por escrito. Se convirtió en un polémico columnista en la insigne "Maximum Rocknroll". Publicó algunos libros (uno con portada de, nuevamente, John Holmstrom). Viajó mucho (era declarado fan de la cultura Japonesa aunque, decía, no podía sufrir su devoción por el trabajo). Y, ahí sigue, pululando en redes sociales y escribiendo en sus blogs, sin descanso. Un aplauso para el caballero.