martes, 26 de agosto de 2025

VACATION!

Zach Clark es un director que trabaja habitualmente con bajos presupuestos. Aquí sería un, no se cómo llamarlo, ¿director amateur? ¿underground?, pero en Estados Unidos gusta de categorizar a este tipo de directores y películas como “independientes”.  No está mal traído en el fondo porque operan fuera de los circuitos convencionales y sacándose las castañas del fuego como pueden. Sin embargo, el resultado de estas películas me parece demasiado pobre como para considerarlo cine “indie”;  aunque, si lo pensamos fríamente, la verdadera diferencia entre estos y los “indies” de, por ejemplo, los años 90, radica simplemente en el material en el que registran sus imágenes. Antes se hacía en celuloide, lo que dotaba al producto de un halo de respetabilidad y, en esencia, de parecer “cine de verdad”. Ahora graban en vídeo y, a poco que la película tenga cierta antigüedad, todo se ve “muy vídeo” y ya parece una cosa de aficionados. Pero, en esencia, es lo mismo. Me refiero, por supuesto, a esta hornada “indie” de principios de siglo, que ahora, en pleno 2025, ni existe el “indie” ni el cristo que lo fundó, porque cualquier móvil de gama baja trae consigo una cámara 4K y un programa de etalonaje que hace parecer el vídeo de tu boda poco menos que una súper producción Hollywoodiense. Actualmete todo es vídeo, y el vídeo, paradójicamente, ha matado la entidad de lo underground, independiente, amateur... llámenlo como quieran.
Pero en 2010, año de producción de “Vacation!” la cosa todavía era diferenciable.
Dicen los estudiosos de estas corrientes del cine barato —en concreto Mark Olsen de "Indiefocus"—, que hay directores que comienzan trabajando bajo mínimos para, poco a poco, acabar subiendo peldaños y terminar haciendo películas destacables, pero Zach Clark es una excepción porque, durante los años, se ha sentido cómodo con las películas baratas, y ahí sigue sin importarle el estatus o su progreso, cuando en el fondo es de los que más se merece estar en un puesto privilegiado. Yo creo que es, sin más, uno de tantos que hay por los USA. Sin embargo, el hecho que convierte a esta diminuta y de distribución cero “Vacation!” en algo “especial”, es que Harmony Korine se inspiró en ella dos años más tarde para hacer algo muy similar con su “Spring Breakers”, la única película de Korine que me gusta y he visto un par de veces, por lo que puedo asegurar que, efectivamente, se inspiró bastante en la de Zach Clark, pero que, lógico, el resultado es infinitamente mejor. Échenle la culpa al presupuesto, échensela al talento. Sí es cierto que la estética, con todos esos colores fosforitos y lisérgicos ya estaba en “Vacation!”, sí es cierto que el rollo es similar, pero no hay color; la de Korine es una película con cara y ojos y, la que nos ocupa, un intento de ser lo que finalmente fue “Spring Breakers”.
Así, tenemos a cuatro amigas presumiblemente lesbianas, que se van juntas de vacaciones durante una semana. Lo pasan bien, lucen palmito, y todo va sobre ruedas hasta que, un día, un surfero les da a probar el LSD. A partir de ese momento la película se tornará una sucesión de escenas que reproducen un pedo de ácido y, tras ese colocón, lo que aparentemente empezó como una simpática comedia lesbo, se torna una tragedia en la que ninguno de los personajes acaba especialmente bien parado.
Más allá de la curiosidad que pueda suscitar el saber que "Vacation!" inspiró a la protagonizada por James Franco, o de ver una película genuinamente grabada en vídeo en 2010 y de la que se escribe en según que gacetillas, las chavalas están muy lozanas, los colores fosforitos del pedo de LSD están muy bien, pero por momentos es tan soporífera que te tienta darle al stop en no pocas ocasiones. Porque dura una hora y media pero gasta un ritmo tan lento que parece que transcurra a cámara lenta. Es, en definitiva, un rollazo.