sábado, 6 de diciembre de 2025

YELLOW HAIR Y PECOS KID

A mediados de los ochenta, el realizador Matt Cimber (Cimbrel para los amigos, con un currículum colorido repleto de "explotación" de variada naturaleza, como "Africanus Sexualis (Black Is Beautiful)", "La marca de la mariposa" -el otro delirante vehículo de ¿lucimiento? para Pia Zadora-, "El Vengador" -co-dirigida con Joe Tornatore- o "The Witch Who Came from the Sea" ejerciendo de su aportación al terror) y Laurene Landon (ex pareja / musa de Larry Cohen), se vinieron con sus cámaras a las Españas para rodar un par de producciones, por aquello de abaratar costes. La primera fue una -según recuerdo- aburrida revisión femenina de "Conan, el bárbaro" titulada "Hundra". La siguiente, esta "Yellow Hair y Pecos Kid", que con la excusa de mandar un guiño afectuoso a los viejos seriales del oeste (la nostalgia de 1984), en realidad se sube al carro del "Indianajonismo", tan en boga durante el periodo (aunque, bien mirado, también este tomaba a los viejos seriales como referencia). En USA fue rebautizada "Yellow Hair y la fortaleza de oro", con una Landon sujetando un látigo que no usa en toda la película y, también, luciendo un par de ubres bastante gruesas que nada tienen que ver con su, más bien escasa, genuina "pechonalidad". Este asunto fue igualmente explotado en Alemania, donde la muchacha sale representada en la ilustración mucho más desnuda y carnosa de lo que es, acompañada de otro título sin desperdicio, "El templo del oro sangriento". Aunque pa cero sutilidades mercantiles, los franchutes y su "En busca del sol de oro", toma ya. Raro rarísimo que, por una vez, España tirara de honestidad mostrándola como lo que mayormente es, un western. Tal vez el ser país productor despertó sus conciencias.
¿Qué significa pues la adscripción al formato de indios y vaqueros? que pasaron unas cuantas semanas sacándole todo el suco posible a Almería -y demás-, sus decorados y sus escenarios, cosa que por entonces era bastante habitual (tal y como se vio en "Esos locos cuatreros" o una peli con la que, espiritualmente y por lo del látigo inexistente para el cartel, la reseñada guarda puntos en común, "Tex y el señor de los abismos"). Así, la galería de rostros patrios habituales en esta clase de movidas son los tan recurrentes entonces como entrañables, dándole un especial protagonismo a Luis Lorenzo cual terrateniente (y sí, con inevitable remalazo homosexualista... vamos, la especialidad de la casa. Ríanse ustedes del encasillamiento), a Aldo Sambrell como su matón de confianza, a Frank Braña mostrando pelo en pecho y, rematando la jugada, Eduardo Fajardo y Ramiro Oliveros. A la Landon (la "Yellow Hair" del título) la acompaña la blanquísima dentadura de Ken Roberson como "Pecos Kid", un tipo que fue engatusado por Matt Cimber para invertir en el film dos millones de su "buchaca", imagino que prometiéndole fama y gloria (todo pinta a que era un niño rico con ganas de ser actor y, en fin, ingenuamente vio ahí una oportunidad). Luego hizo otra y nunca más se supo. Todo un misterio. La dupla protagónica unirá fuerzas para localizar un templo perdido repleto del preciado metal dorado y protegido por una panda de indios, a la par que son perseguidos por los mexicanos malos de rigor, uno de ellos responsable de la muerte de la "anciana" india que crió a la pelos amarillos.
En favor de "Yellow Hair y Pecos Kid" podemos hablar de un aprovechamiento más que notable de los medios disponibles y una capacidad decente de Matt Cimber por dar forma a las imágenes y, especialmente, las escenas de acción, donde nuestros aguerridos especialistas se lucen y se dejan la piel. Vamos, que la peli no se ve excesivamente pobretona. Lástima que la historia es bastante simple y, bueno, que a mi el western no me tira... por eso he vibrado subzero durante el visionado, pero, al menos, la terminé sin ensuciar los calzoncillos, lo que ya es algo. Sorprende cierta violencia tirando a gráfica -especialmente porque, se supone, estamos ante una película destinada a plateas juveniles, sino infantiles- y no sorprende el mal trato real contra sendas bestias, sobre todo serpientes. Ya saben, era la época (y el país).
Se encarga del libreto el fascinante hombre de cine -más bien rancio- José Truchado. En los efectos especiales, otro clásico, Carlo de Marchis.
Supongo que a "Yellow Hair..." le pasó lo mismo que a todos esos intentos de recuperar el western durante los años ochenta. No coló. Se veía algo anticuado y al espectador "teen", que era el que mandaba en taquilla (es decir, los que mandábamos), no le interesaba. Así, el Cimbrel y la Landon hicieron las maletas y regresaron a los USA donde siguieron intentándolo, pero por separado.