
Un joven, gordo, feo e introvertido al que los molones del Instituto le conocen como “Shreck”, se suicida debido a que A) no soporta la presión del “buying” al que es sometido y B) la chica de sus sueños, una empolloncilla, finalmente acaba en el grupo de los chachi pilonguis.
Al cabo de unos días, el grupito de molones, empieza a recibir mensajes desde el móvil del fallecido, y pronto y sin contemplaciones, serán masacrados por “Shreck”.
La gracia es que vemos al muchacho gordo, con su uniforme de colegio privado y cara sutilmente “zombificada”, pero en ningún momento se nos cuenta que hace allí, si ha resucitado, o si no murió. Y eso está bien. Además da igual porque aquí de lo que se trata es de ver los asesinatos, esta vez creativos, gráficos, brutos y bien salpicaditos de rojita sangre.
La peli es un poco (muy de refilón) un homenaje, revisión, vuelta de tuerca o como coño quieran llamarlo del Slasher ochenteno de institutos como telón de fondo, recordando ligeramente a clásicos del género como EL DIA DE LOS INOCENTES, en la que es también un “Nerd” el que toma cartas en el asunto y por idénticos motivos. Y si, mama de todo aquello, pero lo actualiza tremendamente y si la peli abusa del montaje videoclipero, no quiero deciros ya lo que abusa de la música electrónica… pero me parece un acierto y también muy original el hecho de que cada asesinato se ilustre, en lugar de con la típica música incidental, con bases de lo más discotequeras.
La peli, tarda un pelín en arrancar, tardamos en ver chica, pero la última media hora, es un “Tour de force”, de lo más espectacular, burro y Slashero.
Muy, muy recomendable, muy fresca y de lo mejorcito de últimamente.