Un cazurro de lo mas bestia se va dando de hostias con todo dios para sorprender a la chica de sus sueños, una mitad Árabe, mitad Coreana que es hija de un maestro de artes marciales, pero esta, a pesar de que el macarruzo se da de hostias incluso con 20 tipos para llamar su atención, prefiere andar por ahí con otros tíos.
Resulta que el padre de la chica era el miembro de una secta, un clan de vengadores al que también pertenecía el papá del prota, que dejó con vida a un villano quien prometió volver para vengarse y dar muerte a todo el clan, incluida la chavala... y eso es lo que hace, y por supuesto, nuestro fornido protagonista (al que ni se le entiende cuando habla) no puede permitirlo, así que, en pleno desierto, es entrenado para el combate final con Max Kalba, que es como se llama este megalómano villano.
La peli se deja ver, tiene un tufazo a culebrón, del que no se desprende, a pesar de las perfectamente coreografiadas escenas de acción, de los borbotones de sangre y decapitaciones (eso si, infográficas) y del garrulismo que desprenden todos sus protagonistas.
Marko Zaror, el actor principal, es una especie de “The Rock” a lo suramericano, que es lo mejor de la función, junto con los decorados, la hostia de bonitos, pero muy cantosos.
El director, Ernesto Díaz Espinoza, debuta con esta peli (como no, grabada en vídeo) y tiene ya otra con el mismo actor titulada "Mirageman".
¿Cómo resumiría yo "Kiltro"? Mucho babosismo y hostias como aspas de molinos.