
"Caballero del diablo" narra la eterna batalla entre el bien y el mal. El primero es un tipo que debe evitar que el segundo se haga con una de las siete llaves que servirían al demonio para dominar la tierra. Ambos se enfrentan a lo largo de una noche, en una vieja iglesia convertida en pensión y rodeados de variopintos personajes que sufrirán las consecuencias.
El esquema es el clásico del asedio. Los protas encerrados entre cuatro paredes, han de hacer lo imposible para que los malos no entren, al menos hasta que salga el sol. A diferencia de "El club de los vampiros", "Caballero del diablo" apuesta un poco menos por el humor (que lo hay!) y más por el terror. También en aquella el gore era bastante más burro que en esta, aunque tampoco escatime en salpicaduras. No cuesta nada descubrir inevitables referentes a tantos otros clásicos modernos del género, tales como "Posesión Infernal" y secuela (esos poseídos berreones que emiten luz desde el interior, resultona idea esta) y el rollo Carpenteriano del grupo uniendo sus fuerzas en un espacio cerrado para defenderse de la amenaza exterior. Del mismo modo, "Caballero del diablo" parece haber sido la influencia de films posteriores, como es el caso de "Feast".
Destacan por méritos propios los esbirros demoníacos que acompañan al malo de la función y que surgen de la tierra cual setas.
El reparto es tan curioso y entrañable como suele serlo en esta clase de films: Billy Zane desatado, William Sadler de héroe, Dick Miller de borrachín, el entrañable John -Yo Yo- Schuck como sheriff y un simpático cameo de John Larroquette.
La verdad es que ayer me gustó un poco menos que cuando la vi en el cine... la encontré más tópica y previsible... no carece de virtudes, y es perfectamente visible como entretenimiento, pero, honestamente, ¡me gustó más "El club de los vampiros"!.