domingo, 13 de marzo de 2011

EL OTRO HOLLYWOOD

Puede que algunos de ustedes no lo sepan, pero curré ocho años en el mundo del porno. No, no como actor (siento decepcionarles!!!), digamos que como "creativo". Estaba en una web de contenido adulto donde hacía de todo: escribir, dibujar, filmar, montar, clasificar, retocar... de todo menos follar, vamos. También era crítico de cine, por cierto. Muy mal pagado, se entiende. Pasados todos esos años la empresa cambió, se volvió todo automático y me echaron. Hey, me hicieron un favor. Gracias a tan ingrata experiencia aprendí que la pornografía es una industria patética, cutre y miserable repleta de "quieros y no puedos". Vamos, que la odiaba y la odio.
Entonces, se preguntarán, ¿cual es el motivo de que te hicieras pues con "El otro Hollywood", tochazo enorme de más de 600 páginas que narra de pe a pa la historia del cine porno americano?. Buena pregunta. Pues son varios: Su autor principal es Legs McNeil, co-fundador de la revista "Punk Magazine" y firmante del estupendo libro "Por favor, mátame", que disfruté mucho en su momento. El porno es asqueroso venga de donde venga, pero si no es Español, me resulta un poco menos asqueroso (aunque, todo hay que decirlo, mi "favorito" era el italiano. Hoy día solo "consumo" porno amateur, porque al menos los que lo hacen, disfrutan en el proceso). El porno, aunque no sea muy creativo, está dentro del cine, y todo lo que es cine, es mi droga. Ya os digo que a veces me gusta más leer sobre séptimo arte, que consumirlo. Sin embargo, hablar de "El otro Hollywood" supone hacerlo de una enorme decepción.
Un amigo me contaba que el libro había sido un fracaso de ventas en España. Hombre, pues no me sorprende. En esta tierra solo hay paletos, y no mucho interés con respecto a nada. Encima, la pornografía como tema de estudio dejó de ser "cool" cuando la moda al respecto se esfumó superados los temibles años 90. Y ya no digamos que a quién se le ocurre editar un libro así con tanto lujo, tapa dura, el tamaño... en fin, no creo que sus responsables tuvieran mucha vista en ese sentido. De todos modos, la culpa no es toda suya. Gran parte de esta la tienen sus mismos autores, McNeil seguido de Jennifer Osborne y Peter Pavia, ya que el libro resulta, simple y llanamente, aburrido.
Tiene sus partes buenas, no digo que no, cuando repasa los inicios del pre-porno con el "nudie" (David Friedman y Doris Wishman incluidos). El bombazo de "Garganta Profunda" y todo lo que vino. "Tras la puerta verde". Vamos, que arranca muy bien y muy interesante. Siempre siguiendo el mismo método "oral" de "Por favor, mátame". Y cuando digo oral no me refiero al sexo, sino a que el libro está compuesto de declaraciones de todos los implicados en esta larga epopeya, estructuradas para que nos cuenten historias.
El problema viene cuando los autores se alejan del porno más estricto, y comienzan a hablarnos de todo lo relacionado con la mafia y la policía infiltrada. Este "coitus interruptus" de entrada se deja pasar, pero se alarga... y se alarga... y tanto lo hace, que comencé a saltarme los capítulos que veía giraban en torno a ello. Pasada la marea, retomamos el tema porno y volvemos a encontrarnos con chicha interesante. Traci Lords, Savannah... lo malo es que ahora la obra ha dejado de ser fluida, ha olvidado que está narrando hechos consecutivos en el tiempo y todo comienza a reducirse a episodios temáticos sin aparente conexión entre ellos. Ahora hablo de John Wayne Bobbit, ahora de ese actor que se suicidó, ahora de sida, ahora de esa tia que se mató cuando iba drogada (porque de drogas, tantas o más que sexo. Igual que en "Por favor, mátame" había más drogas que rock and roll. ¿Qué mierdas le pasa a la peña?). Todo queda como huérfano de una línea continua y para entonces ya has perdido el hilo y el interés. Como leer los chistes de un periódico.
Vamos, que si este libro hubiese ocupado la mitad, sería cojonudo. Pero, y valga la coña, le sobra mucha mucha paja. Así pues, lo que se prometía una lectura apasionante, termina convertido en un tochito duro de roer. Lástima.