sábado, 5 de mayo de 2012

THE OREGONIAN

Supe de "The Oregonian" gracias al estupendo dibujante americano Johnny Ryan.  Decía que se trataba de la mejor película "de terror" que había visto en años y, tanto le molaba, que incluso se curró un cartel por puro placer. Busqué información al respecto y en seguida me vi atrapado por todo lo que rodeaba a aquella misteriosa peliculilla casi amateur, rodada en 16mm, y que en su periplo festivalero lograba vaciar salas enteras de las que parte del respetable huía ofendido. No es que “The Oregonian” luciera imágenes extremas y desagradables, tipo “A Serbian Film”, para nada... de hecho no hay ni una sola teta, era más una cuestión de estilo narrativo y estética.
Su responsable respondía al nombre de Calvin Lee Reeder, quien se había formado tocando en bandas absurdamente llamadas art-punk, citaba el aburrido “slasher” “Sleepaway Camp” como película favorita y llevaba años currándose cortometrajes que, a pesar del éxito a un nivel “cult”, no terminaban de dejarle satisfecho. Así que, el día que se lanzó con su primer largometraje, decidió tirar la casa por la ventana y hacer literalmente aquello que le diera la puta gana... sin importarle un güevo lo que dijeran público, crítica o la misma protagonista del film, su pareja en la vida real, Lindsay Pulsipher, medianamente conocida por intervenir en la serie “True Blood”, entre otras.
Anduve como un loco buscándola, obsesionado por ella, convencido de que era mi tipo de peli rara, como “Crespià” o “Felony Flats”, pero no había sido editada en dvd. Luego se puso a la venta en itunes, e intenté cazarla por ahí, pero al vivir en este lado del planeta, fue en balde. Mucha desesperación. Finalmente, y tras un tiempo, le pregunté a mi querido bro Luis si sería capaz de localizarla y... pues na, que sí... ayer noche, por fin, y tras pasar una tarde de lo más agradable en el Salón del Comic de Barcelona, pude ver la puñetera “The Oregonian”.
¿Y bien?... joder, pues no lo sé. Seguramente debería volver a verla otra vez para sacar conclusiones más claras y saber realmente qué opino de ella, pero la impaciencia me puede. Digamos que tiene cosas buenas y cosas malas. Entiendo que haya tanta gente que la detesta. No se trata únicamente de que sea –relativamente- difícil de ver entera, es más por el tufo que hace a modernez. El Calvin Lee Reeder este apesta a hipster, un guapito de cara liado con una guapita de cara que tocaba en grupos ruidosos-pero-artys, que como peli favorita cita un clásico del "trash" (no una peli respetable) y que un día decidió hacer cine... ¡y en 16mm, per dieux, no vídeo!, que eso es pa los pobres.
¿Y qué rodar?, pues una inmensa y sudorosa paja... mental por un lado y genuinamente onanística por otro, a la espera de epatar y que todo dios hablara de su peli por ser tan rari-chungui. “The Oregonian” es la mirada al ombligo de un moderno que quiere no serlo. De un pseudo-artistilla convencido de que su mierda rara mola porque es rara. Rara porque sí. Sin más. Sin embargo, mola bastante. Mola estéticamente, por sus 16mm, su cámara tambaleante, su grano, el montaje desquiciado, la música (se nota que Reeder viene de ese campo), etc, etc... también mola por lo rara que es... por su narrativa no lineal y, por ende, totalmente imprevisible... por algunas imágenes bien reposadas y bonitas (la prota andando por los preciosos montes de Oregón) y otras rayantes, pesadillescas y demenciales (mujeres vomitando bilis negra, camioneros que hacen pipí-sangre, el alucinado personaje del tio disfrazado de rana....)... en fin, mola porque es una puta locura. No es arte, no es cine de vanguardia, no es cine experimental, es cine raro porque me sale de los cojones (¡mi tipo!).
Lo fácil sería emparentarla con David Lynch, cosa que han hecho muchos críticos, pero os diré algo, no creo que Lynch sea la influencia, el surrealismo de “The Oregonian” es bastante mayor que el del papá de “Cabeza Borradora”, de hecho, recuerda mucho más a Alejandro Jodorowsky en su etapa más hippie (“Fando y Lis”, “El Topo”, “La montaña sagrada”) pero sin toda la basura mística... y no es que yo sea un erudito, es que Calvin Lee Reeder lo cita como uno de los directores que le abrieron los ojos. Descarao.
Otra etiqueta fácil sería decir “es una pesadilla filmada”. Pos también... pero, curiosamente, uno de los mayores defectos que le veo a “The Oregonian” es que sus secuencias inquietantes y malrolleras no me produjeron ninguna sensación de incomodidad.... las consumí como cualquier otra parte de la peli. Eso es malo. Pero también es cierto que, a pesar de todo, no me aburrí... y eso es bueno. En fin. Básicamente la mini-historia, o la excusa, gira en torno a una tia que tiene un accidente de coche y sale a pedir ayuda cruzándose con los más extraños personajes y las más absurdas situaciones.
“The Oregonian” pretende ser muchas cosas que no consigue ser. Es más vacía de lo que le gustaría a su director, un capricho tonto, una parodia ¿involuntaria? 
de lo que es el “cine raro”, pero al mismo tiempo mola... mola porque desconcierta... mola por cómo está parida... mola porque es una chorrada... mola porque es más cobarde que valiente... mola porque, al menos, y con todo lo bueno y malo que conlleva, no es una mediocridad que te deja indiferente, y eso yo lo agradezco.