miércoles, 13 de marzo de 2013

CHOCOLATE

Uno de los títulos del “Cine quinqui” que aunque surgió en pleno apogeo, y quizás porque los protagonistas, Ángel Alcázar (“Truhanes”, “Han violado a una mujer”) y  Manuel de Benito ( “El Lute II”, “Los violadores del amanecer”), aún siendo habituales del género, y aunque seguramente alguna vez le dieron al pico, no eran delincuentes sacados de la calle, como si lo eran “El Pirri”, José Luis Manzano y “El Torete”, por eso esta película no goza de la repercusión que si tuvieron (hoy todavía) las películas de Eloy de la Iglesia o José Antonio de la Loma.
Dos jóvenes tiesos de dinero, bajan a Marruecos en busca de costo para venderlo en Madrid, y así poder subsistir. Mientras que uno busca el poder costearse una casa con su novia, el otro solo piensa en ganar dinero para su dosis regular de heroína en vena. Entre trapicheo y trapicheo, los chavales tienen también tiempo para prostituirse, prostituir a la novia a cambio de unas dosis de metadona, robar coches, volver heroinómana a la novia, e incluso asesinar a un cliente, en una espiral de violencia, que, por supuesto, acabará mal.
Dirige Gil Carretero, director de segunda unidad en películas de renombre, da el salto a la dirección para hacer dos películas, ambas de contenido controvertido y sórdido como son “Abortar en Londres” o la que nos ocupa.
En verdad, el hecho de tener actores haciendo de quinquis, doblados a su vez por actores de doblaje profesionales (que los yonkies de las otras se doblaban ellos mismos), no resulta tan estimulante a la hora de ponernos a verla, pero lo cierto es que, como película, no difiere demasiado de las más conocidas (y “explotation”, que “Deprisa, deprisa” de Carlos Saura, tenía mensaje).
Tenemos el mal rollo que significan los primeros planos de los chavales inyectándose un pico, y las trepidantes escenas de acción propias del cine quinqui, y además no se nos intenta colar ningún panfleto como ocurría en “El Pico”. Esto vendría a ser un híbrido entre las de De la Loma y las de De la Iglesia, que explota al máximo los atractivos del cine quinqui, y tampoco está mucho peor rodada que las otras, así pues, se le podría considerar una más.
Como música incidental, al usar música de Cam, se repiten los temas más sonados de “Perros Callejeros”.
Entretenidilla, sin más.