lunes, 4 de marzo de 2013

LA CARRERA DE LA MUERTE 2, EL ORIGEN

Lo primero que sorprende de esta segunda entrega del remake homónimo de Paul W.S. Anderson con Jason Statham de prota, es que parece haber sido confeccionada con más medios de lo habitual para lo que sería una "secuela directa a dvd". Uno podría dudar de ello; tal vez en los USA sí se estrenó en salas, solo que no funcionó y bla, bla. Pero no, basta con echar un vistazo al reparto para cerciorarse de que todo cuadra: ¿Ving Rhames, Danny Trejo y Sean Bean en plan "secundarios de lujo"?, ¡tate!. La prueba definitiva la tenemos en que existe ya una tercera parte ("Death Race: Inferno"), con exactamente el mismo reparto (salvo Sean Bean, "sustituido" en su función de actor video-clubero por Dougray Scott) y que en breve llegará a nuestros estantes con el notable slogan de "la saga más macarra del cine" (si es que no ha llegado ya). Es decir, ¿habría una TRES si la DOS no hubiera funcionado?. No padre.
Aunque el cartel lo ignore, en el doblaje se añade un "el origen" al título de la peli. Pues sí, esta segunda entrega recurre al manido truco de la pre-cuela, narrando los hechos que precedieron a la primera y explicándonos cómo dio origen la puñetera carrera mortal y por qué y de qué manera. ¡Como si nos interesara!. Según Imdb (porque yo ni flowers... la parte 1 me gustó, pero no tanto como para recordarla al dedillo), "Death Race 2" basa su trama en el primer "Frankenstein", que muere al inicio de "Death Race 1" y del que Jason Statham hereda el nombre/uniforme. ¿Ah, sí?, pues vale. El caso es que este, llamado Carl "Luke" Lucas, es el típico delincuente de buen corazón nacido para triunfar perdiendo, o perder triunfando. Guapo, calvo como Statham (pa no perder el hilo), bueno con los puños, gran conductor (obvio!), duro pero sensible, traicionado por sus compañeros de robos (él no quería que nadie muriera, ya saben), justo y, según una escena concreta, maravillosamente bien dotado sexualmente, el amigo Carl terminará envuelto en la carrera de la muerte muy a su pesar (y defendiendo a otro recluso, en este caso un autista, que no falte). Pero antes, toca el "Death Match", el precedente a las carreras de coches, es decir, prisioneros dándose de yoyas y matándose a palos para ser emitido mediante antena parabólica y saciar así la sed de sangre de la plebe. Tras ello tenemos al malvado mandamás de una gran corporación que todo lo domina (y no es la O.C.P, sino una que se llama igual que un amigo mío al que tenía mucha manía), interpretado por el bueno de Ving Rhames, y una zorrupia ambiciosa y despiadada que está bastante rica. Los combates dan pie a un motín, lo que obliga a sus creadores a buscar nuevas ideas, y ahí es donde se les ocurre el tema de los autos tuneados a lo "Mad Max 2". Hay una subtrama concerniente al ex-jefe del prota que lo quiere muerto y ofrece una recompensa a todo aquel que, estando entre rejas, se lo cargue. Y por lo demás, pues los ingredientes habituales de la saga y de cualquier muestra de cine macarra destinado a los poco exigentes y muy impresionables paladares del público adolescente moderno: bugas, montaje follao, tipos duros, cachas y tatuados, lenguaje callejero y tías buenas, muchas tías buenas con metralleta, todas ellas reclusas, claro, no hay ni gordas, ni flacas, ni bajitas, ni marimachos, ni negras!, en el futuro las cárceles de mujeres de los Estados Unidos irán repletas de pibones tremebundos. Lo normal.
Lo curioso de "La carrera de la muerte 2" es que deja de ser razonablemente entretenida, o soportable, justo cuando arrancan las carreras de coches. ¿Por qué?, ¿más de lo mismo tal vez?. No logran resultar emocionantes, ni espectaculares, a pesar del abuso de cámara lenta (pero abuso, abuso) y ciertos momentos de truculencia demasiado escasos. A medida que nos aproximamos al final la cosa se anima un poquico. Todos los enemigos de Carl "Luke" Lucas mueren en manos ajenas y él termina envuelto por las llamas, dando pie al nacimiento de "Frankenstein", con su careta de acero inoxidable y dispuesto a vengarse de los que le han manipulado y puteado (y aún están vivos). Es decir, poca cosa, tan poca que, nada más comenzar a relucir el personaje... ¡¡se acaba la puta peli!!. En otras palabras, habrá que intentarlo con "Death Race: Inferno" (aunque en la portada el prota sale luciendo su  rostro normal... y eso no es "cool").
Paul W.S. Anderson se reserva para la ocasión el rol de productor y de "ideador" de la historia de base... para lo cual, me supongo, no tuvo que hacer grandes esfuerzos (imagino que la escribiría en una servilleta de papel durante la primera reunión). Vamos, que el texto que reza al pie del cartel español es mentira cochina. Le acompaña una vez más Roger Corman, que como saben fue productor también no solo del remake, sino del simpático film original del año 75.
No corran por verla, déjenlo pa cuando les sobre mucho, mucho tiempo y el aburrimiento alcance cotas incluso dolorosas.