Cualquiera que viviese a fondo el auge de los vídeo-clubs reconocerá la impactante caratula de este rutinario "slasher" producido en el año que más convenía, 1982. Estaba en todas las estanterías y aunque parecía plato irresistible para los aficionados al cine de terror, tardé mucho en alquilarla porque algo me decía que sería un churro. Mi instinto no me engañaba. Sin embargo, vista hoy, añadiendo nostalgia a la ecuación, la cosa no parece tan grave.
Un grupo de peña se reúne en una isla porque van a hacer una película "positiva y con un mensaje valioso para la juventud de hoy". Sin embargo, a penas tienen tiempo de ensayar que comienzan a caer bajo la ira de un enigmático asesino. Las muertes son bastante chorras: A uno lo tiran dentro de una piscina con el agua hirviendo (¿?). A otra le cuelan ácido en la ducha. Lo que no se entiende es por qué le cuesta tanto atravesar la cortina para escapar de tan cruenta muerte. Y finalmente disponemos del crimen más gráfico de todos mediante sierra mecánica. No es que sea la repolla, pero comparado al nivel general, llama la atención.
Entre los integrantes del equipo hay dos pseudo-punk rockers. Y de hecho, cada vez que el asesino sale de caza enciende un radio-casete de bolsillo y deja sonar una animada tonadilla punkera titulada "Face to Face" según las capacidades de "Factor Four". Cuando la escuchas en los créditos del principio dices "Mola!". Pero tras tragártela tropecientas veces más a lo largo del metraje casi acabas odiándola.
Del personal implicado únicamente reconozco a Steven Tash, que has visto electrocutado por Bill Murray en "Los Cazafantasmas" o hecho puré gracias a "Christine".
"Sentenciados" dispone de dos títulos en v.o., "Island of Blood" y "Whodunit?". Este último es muy gracioso pero poco fiel a la realidad si comparamos el tipo de películas adscritas a la etiqueta, mucho más atmosféricas, inquietantes, sofisticadas, con personajes bien definidos y algún tipo de herencia o venganza familiar, con la super-rutina inimaginativa y desganada del film reseñado, muy acorde al "slasher" puro. Cierto que los motivos del villano tienen su gracejo, pero tampoco demasiado.
Dirige la función un tal Bill Naud, con una filmografía escueta y un título muy curioso a modo de testamento: "Ricky 1 ¡Qué duro es ganar!", donde se parodian las películas del púgil cinematográfico más querido por todos.