viernes, 8 de febrero de 2019

HOT & SAUCY PIZZA GIRLS

El porno americano de los años 70 tenía la cualidad de, con un presupuesto no mucho mayor que el de cualquier película sexploitation, o cualquier sex comedy de su tiempo, ofrecernos una película alternativa al mismo tiempo que nos ofrece las consabidas escenas de sexo explicito. Así, si “Tras la puerta verde” era la apuesta que el cine pornográfico ofrecía a las tendencias más vanguardistas por parte de los populares hermanos Mitchell, “Garganta profunda” sería una sex comedy en toda regla. Cito estas dos por tratarse de títulos míticos dentro del cine porno, pero lo cierto es que en aquella época, había porno buscando sus argumentos dentro de thrillers, dramas u otros géneros del cine convencional. Sin embargo la comedia es algo que siempre ha casado bien con el porno. Ahí tenemos los escarceos cómico-pornográficos de nuestro Jess Franco
En ese sentido, el porno americano setentero está cuajado de títulos cómicos.
“Hot & Saucy Pizza girls”, se merece un lugar de honor por derecho propio en el olimpo del porno divertido, porque a fin de cuentas, no deja de ser como una producción de la Crown International Pictures con el aliciente de que las despampanantes chicas que dan título a la cinta aparecen follando, amén tomar como ejemplo la cantidad de títulos raunchy que por aquél entonces pululaban por las carteleras de cualquier cine de segunda. Por lo demás, es la típica comedieta  picantona de trama idiota y funcional entretenimiento, que estéticamente sirve al Tarantino de turno para inspirarse en la forma de ser y vestir de las musas de sus películas.
En este caso la comedia que ofrece es tonta pero curiosamente resultona y divertida y ocurre, al contrario que con el porno de otras décadas, que aquí damos al avance rápido en las escenas explícitas, y nos ponemos a ver las de transición, al contrario que con el porno posterior, mucho más centrado en el folleteo que en otra cosa. El de los 70, no deja de ser cine en ningún momento, algo que hoy por hoy ha dejado de ser.
En “Hot & Saucy Pizza girls”, el gerente de una pizzería tiene una plantilla de guapas adolescentes que servirán pizzas a domicilio en patinete. Después de contratar a una nueva chica (y follarsela), le explicará en que consiste el trabajo de las repartidoras, en el cual tendrán que repartir las pizzas y darles un servicio sexual a los clientes, así, si una clienta pide “pimiento”, esa palabra servirá de consigna para saber que si un cliente lo pide, tendrá que ser apremiado con una felación.
Por otro lado, tenemos una bizarra subtrama, en la que una gallina gigante que nunca vemos en pantalla ¡viola a una de las repartidoras! por lo que el detective Blackie, que siempre va de negro, iniciará una investigación que le servirá para pasarse por la piedra a la más cachonda de las pizza girls, Desireé Cousteau, actriz de sugerentes curvas y estrellato mediano que tras una intentona de pasarse al cine convencional de serie B con “La cárcel caliente”, el debut como director de Jonathan Demme, acabó su carrera en el porno marcada de por vida, sin despuntar demasiado tan siquiera en el género con el que hizo carrera.
Que este engendro fílmico destinado a que asquerosos y purulentos hombres desperados se pajéen en cines X de sesión continua acabe siendo más divertido que otros títulos al uso del subgénero cómico al que la adscribimos —la sex comedy—, es para, desde luego, relativizar todo. “Hot & Saucy Pizza Girls”, con su aspecto barato y pobretón, es francamente un producto alegre, desenfadado y gracioso, al margen de lo cachondos que podamos, o no, ponernos.
El curioso casting que realizó la producción para seleccionar a las actrices, no consistía únicamente en la elección de estas por sus atributos actorales, físicos o feladores, sino que se hizo especial hincapié en que tenían que defenderse medianamente bien con la tabla de skate board, ya que en el film deberían ser filmadas patinando casi el mismo número de veces que tenían que ser filmadas follando. Las más torpes, debieron aprender a marchas forzadas.
Como venía siendo habitual en el porno de la época, y al igual que “Garganta profunda”, la que nos ocupa es una película financiada por la mafia. En esta ocasión, el dinero vino por parte de una familia que operaba en Chicago.
Uno de los mafiosos inversores se empeñó en asistir al rodaje cada día, por lo que participaba activamente en las decisiones del director, Bob Chinn, que no le replicaba poseedor de dos dedos de frente y cautela, no así el protagonista, John Holmes (poseedor del falo más grande del cine porno de los 70 ostentando 35 centímetros de polla), que increpaba al inversor diciéndole que no se metiera en su trabajo. El inversor hacía oídos sordos a las peticiones de Holmes.
Asimismo Holmes, el último día de rodaje, prendió fuego accidentalmente el decorado que representaba la pizzería donde se ubica la acción. Pero a John Holmes le faltaba medio tornillo, y puede que esa fuera la reacción a las desavenencias con los inversores, y tanto intrusismo y voyeurismo en el plató. Intuyéndolo así el mafioso de Chicago, amenazó a Holmes con partirle las piernas.
Bob Chinn, director de la cinta, era un estudiante de la escuela de cine de UCLA de la promoción del 66, que como estudioso y consumidor del porno primigenio ahondó en el tema rodando el documental “The history of pornography”. Tras graduarse, el paso natural era dirigir cine para adultos siendo el responsable de diversos loops de corte amateur hasta, poco a poco, meterse de lleno en la industria llegando a tener gran éxito en  la misma. Dirigiendo varios títulos para lucimiento de John Holmes, “Hot & Saucy Pizza Girls” es de sus películas más celebres.
El impacto popular de esta cinta ha sido tan grande, que incluso la pizzería-museo Pizza Brain, sita en Filadelfia, y que cuenta con la exposición de memorabilia y objetos de colección relacionados con la pizza más grande del mundo, cuenta con una copia de la película en sus vitrinas.
Curiosa. Y entretenida.